15.4.09

ASTROLOGIA: ¿CIENCIA O SUPERSTICION?


Richard Branham, es Investigador Independiente del Consejo Regional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CRICYT), Mendoza, Argentina, y miembro de la American Astronomical Society, Asociación Argentina de Astronomía, Association for Computing Machinery, y la International Astronomical Union (Comisiones 7, 20, 24)

La siguiente nota periodística fue publicada originalmente en la Revista "Primera Fila" de Mendoza en agosto de 1992 y en diciembre del mismo año, en el Boletín Informativo del CAIRP.


La astrología y todo lo relacionado con los horós­copos son temas que tras­cienden cada vez más a través de los distintos medios de comu­nicación. Sin temor al error, puede decirse que casi todas las personas adultas saben a qué signo pertenecen y es casi seguro que todos, alguna vez, hemos consultado algún horóscopo por simple curiosidad. Es claro que hay excepciones: quie­nes no hacen nada sin consultar primero el horóscopo, mientras que otros lo toman a la risa y hasta como una supers­tición Lo cierto es que astrónomos y astrólogos llevan años discutiendo es­tos temas, Los primeros se basan en argumentos científicos: los otros sostie­nen que hacen otro tanto a partir de la posición de los astros, y hasta hay una tercera posición que opina que todo es cuestión de fe.



DEFINICIONES

El doctor Richard Branham, cientí­fico y astrónomo norteamericano de notable carrera y que reside entre noso­tros, define a la astronomía como la ciencia que trata de los astros (planetas, cometas, estrellas, meteoritos), las galaxias y el universo en general. Para él, la astrología en cambio, es una pseudociencia que asevera que las posi­ciones de los astros en el momento de nuestro nacimiento determinan nues­tros caracteres, rasgos físicos y hasta la muerte. Luego agrega que para Platón y Aristóteles, la astronomía era la ciencia de los movimientos de los astros, mien­tras que la astrología era la ciencia que estudiaba de qué eran los astros, de donde se originó la idea de su influencia sobre nosotros y, finalmente, la astrolo­gía que conocemos hoy. "Pero lo que Platón y Aristóteles llamaron Astrolo­gía, la ciencia de las estrellas -agrega- hoy se llama astrofísica".

Una pseudociencia, palabra derivada del griego "pseudo", falso, para Branham es una doctrina que usa herramientas de las verdaderas ciencias, incluidas las computadoras, para demostrar sus con­clusiones no fundamentadas.


ASTROLOGÍA

La astrología se basa en el horóscopo o cada natal, representación del cielo proyectado sobre un círculo en el mo­mento del nacimiento de una persona. Para el doctor Branham, la preparación de un horóscopo es un proceso mecánico que cualquiera puede confeccionar con tablas de las posiciones de los astros y que actualmente se hace empleando computadoras. Pero como la apariencia del cielo cambia durante el día y depende de nuestra posición en la Tierra, para hacer bien un horóscopo hay que saber exactamente dónde y en qué momento nació una persona. “De allí que los horóscopos generales que se publican para un día entero no pueden decir nada acerca de una persona determinada, algo que inclusive manifiestan muchos astrólogos profesionales”. Luego expresa que “ bastaría decir que en un horóscopo hay diez mil quintillones (un uno seguido de treinta y cinco ceros) de combinaciones posibles”.


NO CIENTÍFICO

La cifra anterior resulta de por sí apabullante. Pero Branham también llama a la reflexión por el hecho de que los astrólogos hablan de buenas y malas influencias de algunos astros. Por ejemplo, Marte es asociado a una persona agresiva; Mercurio con un carácter cambiante. Otras influencias son expli­cadas por ellos con un estudio de las personas en sus rasgos físicos, la suerte, el carácter y sus horóscopos. Este podría ser un método científico, pero no lo es por­que hay demasiadas posibi­lidades en un horóscopo.

La astrología occidental, diferente de los sistemas as­trológicos orientales, nació en Babilonia cuatro siglos antes de Cristo. Al respecto, un estudio de las escrituras babilónicas indica que los astrólogos hicieron interpre­taciones horoscópicas por correspondencias mágicas y de allí nace -por ejemplo- la pretendida influencia de Marte: un planeta rojo, color de la sangre que se derrama en la guerra, máximo ejem­plo de la agresividad. Para el caso de Mercurio, el planeta completa su revolución alre­dedor del Sol en 88 días y a sus posiciones cambiantes respecto de la posición de la Tierra, se le atribuye el ca­rácter variable o cambiante. La astrología moderna -dice Branham- mantiene estas correspondencias mágicas y por ende no emplea el méto­do científico.


LOS SIGNOS

Con sus nombres, los signos son una división arbitraria del cielo en una franja de dieciocho grados de ancho y treinta grados de longitud alrededor del sende­ro del Sol en el ciclo. Esta división del cielo fue hecha por los babilonios. En el año 150 A.C., las constelaciones de la división babilónica coincidieron con los signos de los astrólogos, pero debido a un fenómeno físico largo de explicar -la precesión de los equinoccios-, ahora los signos no coinciden con las constelaciones debido al desplazamiento que se ha producido. Cáncer, por ejemplo, ahora está ínte­gramente en Geminis. Todo esto crea un conflicto a los astrólogos: seguir utilizando los signos babilonios o em­plear las definiciones modernas de las constelaciones, la llamada astrología sidérea, con 28 signos posibles en lugar de doce. ¿Y las influencias de los nuevos signos? "Una verdadera ciencia como es la astronomía -dice Branham-, haría una inves­tigación estadística, cosa que no han hecho los astrólo­gos. "


LAS CASAS

La parte interior del horóscopo, las Casas, tiene un ori­gen desconocido pero tal vez. asociado a la antigua divi­sión del día en doce partes. Los astrólogos dicen que las Ca­sas controlan nuestra suerte y la séptima, por ejemplo, es asociada con matrimonio y divorcio. En este punto, Branham hace notar que hay 30 sistemas diferentes de Casas y que dos de los más populares, utilizados en el 90% de las veces, no permi­ten hacer horóscopos más al norte del Círculo Polar Ártico ni más al sur del Círculo Polar Antártico. Y si en la región ártica viven doce millo­nes de personas, ¿cuál es su destino astral? "En las ver­daderas ciencias -concluye- no hay contradicciones."


PREDICCIONES

Según estudios estadísti­cos realizados por científi­cos, la astrología no tiene ningún poder para predecir o interpretar el carácter, fiso­nomía o suerte de las perso­nas, nos dice Branham, y agrega que se ha demostrado que el signo solar de una persona no guarda relación con estos aspectos. En 1985 Carlson publicó en la revista Nature un estudio, resumido en caste­llano por Ciencia Hoy, con la investiga­ción de horóscopos completos prepara­dos para una misma persona por un astrólogo, y tres perfiles psicológicos realizados por psicólogos, uno para esa persona y «los para otras personas, sin que ninguno conociera los nombres ni otros datos. Luego, un astró­logo estudiaba el horóscopo anónimo y los tres perfiles psicológicos, también anónimos, y debía determinar cuál per­fil correspondía mejor al horóscopo. Al azar, cualquiera tendría el 33% de pro­babilidad de asociar el perfil correcto con el horóscopo, aunque previamente los astrólogos norteamericanos soste­nían que acertarían un mínimo del 50%. El acierto final fue del 34,1%, con lo que tales astrólogos demostraron falta de poder para interpretar y predecir.


CIENCIA POPULAR

Lo cierto es que mucha gente cree en la astrología. El doctor Branham lo atribuye a los éxitos aparentes y a cier­tos efectos psicológicos que predispo­nen al cumplimiento de lo predicho. Y agrega el caso de Cardan, famoso mate­mático del Renacimiento y también astrólogo, quien predijo la fecha de su propia muerte. Pero como todavía vivía ese día, su mentalidad inestable hizo que se suicidara para conservar su repu­tación de buen astrólogo. En otro caso, el astrólogo suizo Krafft, ya en nuestro siglo, empleaba detectives que investigaban clandesti­namente a sus clientes. Pese a sus pre­visiones terminó sus días en un campo de concentración por haber preparado horóscopos que no agradaron a los jerarcas nazis, y falló en las prediccio­nes para sí mismo.




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