NACE LA PSICOLOGIA EN ARGENTINA
Por Mario Bunge
Argentina tiene 50.000 licenciados en psicología, 38.000 de los cuales trabajan en Buenos Aires. (“Eso de que trabajan es un eufemismo: en realidad no hacen sino escuchar mucho y hablar un poco.) Dicho de otro modo: el país tiene 150 profesionales por cada 100.000 habitantes, y
La psicología es la tercera carrera en popularidad en
¿Å qué se debe semejantes hipertrofia y unilateralidad? Supongo que a dos motivos: a que la profesión rinde, y a que la psicología criolla, copia de la vienesa o de la parisién, es fácil de aprender y de enseñar. En efecto, esta seudopsicología no involucra razonamientos rigurosos ni trabajos de laboratorio. Sus practicantes no prosperarían en Derecho, Veterinaria, ni ningún otro campo serio, en que las pruebas valen más que las fábulas y las anécdotas.
El psicomacaneo es la única carrera íntegramente hablada, en la que basta creer lo que dicen algunos libros cuya lectura está al alcance de cualquiera que sepa leer en castellano. No sólo no requieren conocimiento médico alguno, sino que exigen ignorar la medicina moderna, que sabe que los procesos menales son cerebrales, y que el cerebro está íntimamente conectado con los sistemas endocrino e inmune.
Por este motivo en el campo de marras hay tantos licenciados y ningún doctor: porque todo doctorado serio presupone investigación original, y los psicoanalistas no investigan. Ni siquiera leen revistas científicas. En particular, no estudian el cerebro, que es como si los cardiólogos ignorasen el corazón y se limitaran al tomar el pulso.
No fue siempre así. En efecto, en 1898 Humberto Piñeyro fundó el primer laboratorio latinoamericano de psicología. Pocos años después, José Ingenieros y unos pocos médicos más hicieron psiquiatría. (En aquélla época no había casos intermedios entre la sanidad y la locura.) Además, hubo algunos neurobiólogos, tales como el Profesor Christofredo Jacob. Esos pioneros no hicieron investigaciones psicológicas, pero al menos no macanearon; e Ingenieros fue el primer sudamericano en popularizar la psicología fisiológica.
El descalabro comenzó en la década del 1930 con la difusión, en los kioskos de subte, de algunas obras de Freud que se vendían por monedas. Al mismo tiempo abrieron sus consultorios los primeros psicoanalistas porteños, tales como Arminda Aberastury y su hermano Federico. (Yo fui amigo Federico poco antes de que enloqueciese, e incluso presencié una sesión con una pareja de pacientes suyos.)
La noche psicoanalítica, que cayera en Buenos Aires hacia 1935, persiste aun hoy, mucho después que clareara en New York y otras grandes urbes. Alguien tendría que averiguar por qué no se han avistado complejos de Edipo en Arroyo del Medio ni otras poblaciones rurales. ¿Será el aire puro o más bien el bajo ingreso de sus inocentes habitantes, que aun no saben que la manera más barata de lidiar con problemas personales es confesarse con un psicoshamán?
Durante mi reciente visita a la patria dí una decena de conferencias y concedí otras tantas entrevistas. Cada vez que me preguntaban la razón de mi rechazo al psicoanálisis replicaba que nadie había abierto un laboratorio psicoanalítico desde el nacimiento de ese negocio en 1900. Y agregaba que las facultades de psicología criollas se parecen al proverbial restorán que sirve guiso de liebre sin liebre, de modo que estafan a sus alumnos y a los contribuyentes. Y cuando me preguntaban por los psicólogos argentinos, contestaba que no los hay.
La víspera de mi regreso tuve que retractarme de esta segunda opinión. Esto ocurrió gracias a que Dr. Daniel Flichtentrei, figura central de la prensa médica argentina, me presentó al Dr Facundo Manes. En efecto, desde hace unos años Manes y sus colaboradores en el Instituto de Neurología Cognitiva y en
La próxima publicación del Profesor Manes y algunos de sus colaboradores versará nada menos que sobre el libre albedrío, tema tan importante como descuidado por los psicólogos científicos. Su tesis es una que he sustentando durante medio siglo: que el libre albedrío no es una fantasía teológica sino una realidad. Hoy día se lo puede explicar como uno de los rasgos de la actividad espontánea (no provocada por estímulos externos) de la corteza prefrontal.
En suma, en Argentina ha nacido finalmente la psicología científica. Y ésta está destinada a crecer a menos que la proscriba alguna dictadura.
No teman los 50.000 licenciados en psicolabia, porque ésta tiene cuerda para rato, ya que la macana seguirá siendo más fácil que la ciencia. Al fin y al cabo, la medicina no ha desplazado a la homeopatía ni a la curandería. Hay una película sobre el Padre Mario (a quien aplacé cuando rindió examen de epistemología), pero no sobre el Profesor Houssay.Tampoco tienen por qué temer los filósofos de la mente que, como Freud, siguen especulando sobre ésta al margen de la neurociencia. (Wittgenstein dictaminó que es peligroso afirmar que se piensa con la cabeza.) A los estudiantes de filosofía no se les exige leer publicaciones de científicos ni de filósofos vivos: para ser estudiado en una facultad criolla de humanidades es preciso exhibir el acta de defunción.
7 comentarios:
Que pasión!!!, que lucidez! y a los 90 años! yo tengo 28, estudié una carrera científica y si no fuera porque me topé con Bunge, seguiría pensando que la filosofía es una materia muerta a la que solo nos queda agradecer el origen del pensamiento. Leo sus ensayos y me encuentro con que nos hace falta en latinoamérica más rigurosidad, es que si estamos mal en las universidades que se puede esperar de la población en general! Es inspirador Bunge.
Gracias por el post.
:-)
El último logro que ha tenido es que debido a sus críticas se suspendió el posgrado en Homeopatía, Medicina Ayurvédica y Acupuntura que pretendían impartir en la Universidad de Córdoba
Señor Bunge; es tan triste leer estas palabras de una persona con tanto prestigio como usted; quizás debería pensar que los 90 años no hicieron más que destrozos en su "tan iluminada mente".
Sin embargo a todos los que lean "LA NACIÓN" tengan en cuenta el papel que cumple el señor dentro de este periódico (que dice informar, cuando en realidad forma opinión pública)y que todas sus palabras tienen un fin fascista al igual que el difunto y reconocido Dr. Favaloro el cual sostuvo que si las universidades públicas se cerraban por unos años no iba a haber problema alguno (recordemos que el excelentísimo cardiólogo estudió en la UNIVERSIDAD DE LA PLATA).
Hagamos memoria, leamos entre líneas y tomemos las palabras de quien viene.
PD: Mi querido Bunge, ya que tiempo le sobra para hacer estos tan pobres análisis, le recomiendo investigar (ya que a usted tanto le apasiona)los millones de errores que las ciencias exactas cometen continuamente, quizás un poco de psicoanálisis no le vendría nada mal, o acaso le tiene miedo a la investigación de su propia persona...saludos MLH
Que no se olvide de los psicólogos formados en la UBA que hacemos psicología experimental desde antes de Manes: www.psea-idim.blogspot.com
Cierto, hay algunos oasis como el PSEA, desgraciadamente, son oasis :-(
Aunque Manes trabaja con psicólogos, lo que hace es mas bien neurología y neurociencias cognitivas. Lo que pasa es que Bunge desearía que los psicólogos se dedicaran a las neur.cognitivas, postura que es discutible obviamente.
Estimada Meduza: su mensaje es suficientemente revelador de su ignorancia. Como no sé si su seudónimo es un neologismo , le recuerdo que medusa se escribe con "ese" (que por lo que refleja en su texto es perfectamente posible que no lo sepa)
Me parece que el comentario de «meduza» (sic) confirma que el psicoanálisis no quiere saber nada de «ciencias exactas» porque éstas cometen «millones de errores». El corolario sería que por contra, el psicoanálisis es ¿perfecto? Luego que no parezca raro que digan que esa carrera se trata en realidad de una religión.
Ah! y es ya odioso eso de que si no aceptas la doctrina freudiana es porque tienes pues algo (malo) (me refiero a eso de que Bunge rechace el psicoanálisis porque «le tiene miedo»). Claro que «inconscientemente» y por eso no sabes que tienes ese miedo... los psicoanalistas, sí.
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