En el año 1983, el filósofo de la ciencia Larry Laudan argumentó en The Demise of the Demarcation Problem que la filosofía había fallado en distinguir entre la ciencia y lo que no lo es.
Según él, los intentos pasados para hacer esta distinción no fueron positivos y no deberían ser aceptados por la mayoría de los filósofos. Argumentó que muchas ideas sólidas no son científicas y que - al contrario- muchas ideas científicas no están bien fundamentadas. Laudan aseguró que, históricamente, los criterios para distinguir entre lo que es ciencia y lo que no es ciencia se usaron más en peleas entre científicos y pseudocientíficos que para algo realmente útil. Consideró que la pregunta de si una creencia está bien fundamentada o no es más práctica y filosóficamente significativa que si es científica o no. Además, agregó que términos como "pseudociencia" o "no científico" deberían dejarse a los políticos y sociólogos, no a los científicos.
El filósofo contemporáneo Massimo Pigliucci respondió al artículo de Laudan treinta años después del texto del epistemólogo norteamericano. Lo hizo en su libro Philosophy of Pseudoscience: Reconsidering the Demarcation Problem, publicado en 2014.
Dice así
Laudan concluye su artículo afirmando que "pseudociencia" y "acientífico" son solo palabras huecas que únicamente tienen valor emotivo para nosotros. Considera que son más adecuadas para la retórica de políticos y sociólogos del conocimiento que para los investigadores empíricos.
Por el contrario, Pigliucci sostiene en su libro que
esas palabras son ricas en
significado y consecuencias, precisamente porque tanto la ciencia
como la pseudociencia desempeñan papeles importantes en el desarrollo de
la sociedad moderna.
Y finaliza
diciendo
Ya es hora de que los filósofos se ensucien las manos y se unan a la refriega para hacer sus propias contribuciones distintivas en la importantísima, a veces incluso vital, distinción entre el sentido y el sinsentido.
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