24.1.25

Internet estimula las teorías conspirativas, pero no de la forma que imaginas

 

Este artículo fue publicado por la psicóloga social Karen Douglas en The Conversation

Las teorías de la conspiración son populares, y no cabe duda de que internet las ha impulsado. Desde la teoría del 11 de septiembre como un trabajo interno hasta la idea de que humanoides reptilianos dominan el mundo, las teorías conspirativas han encontrado su espacio natural en línea.

Los académicos han analizado de manera persistente cómo es que internet contribuye a la expansión de estas elucubraciones, pero la respuesta dista de ser simple. Mientras algunos sostienen que las teorías conspirativas prosperan en internet y redes sociales, aún no existe evidencia concluyente que lo demuestre. En realidad las teorías de la conspiración siempre han existido. Sin embargo, hoy internet las alimenta de maneras novedosas y permite profundizar la presunción sólidamente conspirativa en ciertas comunidades en línea.


Una larga historia 

Las teorías conspirativas son frecuentes en los contextos políticos actuales, pero poseen una historia antigua. Las creencias conspiranoicas sobre los supuestos actos malignos y controladores de los judíos se remontan a la antigüedad y persisten en la actualidad. Incluso existen evidencias sólidas de que las teorías conspirativas eran comunes en la antigua Roma. Por lo tanto, sabemos que ya prosperaban sin la existencia de internet.

Contrariamente a lo que pudieras pensar, no hay evidencia de que las personas sean más propensas a creer en teorías de la conspiración ahora que antes de internet. Un análisis de cartas publicadas en la sección respectiva del New York Times mostró que, entre 1897 y 2010, salvo un par de picos durante la depresión global de finales de 1800 y el miedo al comunismo durante los años 50, la teorización conspirativa no se había incrementado. Las personas siempre han encontrado las ideaciones conspiracionistas interesantes y dignas de consideración .

Sin embargo, existe fuerte evidencia de que algunas personas adoptan teorías conspirativas más que otras, y que la creencia en ellas parece particularmente fuerte entre personas con necesidades psicológicas insatisfechas.

Todas las personas necesitan sentir que conocen la verdad. También necesitan sentirse seguras y protegidas; necesitan sentirse bien consigo mismas y con los grupos a los que pertenecen. Para quienes no tienen estas necesidades satisfechas, las teorías conspirativas se vuelven particularmente atractivas. Son precisamente estas personas —que pueden ser más propensas a la teorización conspirativa— en quienes observamos el mayor impacto de internet.


Cómo Internet alimenta las teorías conspirativas

Las teorías de la conspiración no se difunden indiscriminadamente entre personas a través de internet. No todos las consumen ni, por supuesto, las adoptan o comparten. Por el contrario, estas teorías tienden a compartirse dentro de comunidades que ya están de acuerdo con ellas. Por ejemplo, una persona que cree firmemente que el 11-S fue un trabajo interno probablemente se unirá a un grupo en internet para comunicarse con otros que compartan esa creencia. Una persona escéptica a esta teoría conspirativa difícilmente se integrará en tal grupo ni compartirá su contenido.

Así, en lugar de incrementar la creencia en narrativas conspirativas en general, internet desempeña un papel crucial en fomentar comunidades en línea distintas y polarizadas entre los creyentes de complots. Los creyentes intercambian opiniones y "evidencias" entre sí, pero son menos propensos a compartirlas con personas críticas. De este modo, con internet, los grupos propensos a creer en actividades conspiratorias se vuelven más homogéneos y sus creencias se consolidan con el tiempo.

 

                                                                        Gentileza PBS 

https://www.pbs.org/newshour/politics/why-covid-19-conspiracy-theories-persist

Para ilustrar este efecto, un estudio mostró que si los usuarios de internet compartían información relacionada con teorías de la conspiración, tendían a ignorar la información que contradecía la hipótesis de complot . En otras palabras, filtraban la información que no era consistente con sus opiniones preexistentes. Estas personas también tendían a compartir la información relacionada con la confabulación con otros creyentes de conspiraciones en lugar de con no creyentes. Este estilo de comunicación crea cámaras de eco donde la información solo se consume y comparte si refuerza lo que la gente ya piensa. En una comunicación cerrada como esta, las creencias en teorías de conspiración pueden volverse más fuertes y más separadas de las opiniones de los no creyentes.

Un estudio de 2015 mostró que los creyentes en una teoría confabulatoria también son más propensos a compartir teorías de conspiración completamente nuevas, no relacionadas e inventadas. Los usuarios que creían en narrativas conspirativas más tradicionales eran propensos a compartir nuevas teorías de conspiración claramente falsas y fácilmente verificables, como la idea de que se había descubierto energía infinita. El estudio demostró que los usuarios de internet de conspiraciones están distribuyendo y respaldando de manera acrítica incluso material deliberadamente falso y extremadamente inverosímil.

¿Por qué es esto peligroso? Ciertamente, algunas teorías de la conspiración son peligrosas. Considera las teorías de la conspiración anti-vacunas que proponen que las vacunas son perjudiciales y que los daños están encubiertos por las compañías farmacéuticas y los gobiernos. Aunque sean falsas, estas teorías de la conspiración desaniman a las personas de vacunar a sus hijos. O, considera las teorías de la conspiración que sostienen que el cambio climático es un engaño creado por los científicos del clima para obtener más fondos para la investigación. A pesar de la abundante evidencia de que el cambio climático no es un engaño, estas teorías de la conspiración desaniman a las personas de tomar medidas para reducir su huella de carbono.

Las teorías conspirativas pueden tener consecuencias poderosas, pero aún estamos aprendiendo cuándo y cómo la gente comunica las teorías de complot y por qué las personas las adoptan en lugar de buscar explicaciones más convencionales. Entender más sobre cómo se propagan las teorías de la conspiración en internet y en las redes sociales jugará un papel crucial en el desarrollo de las mejores maneras de responder a ellas.

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