12.1.07

Pensamiento crítico: ¿necesidad social o lujo académico?



La que sigue es la conferencia dictada por Alejandro Borgo en el 2º Congreso Iberoamericano de Pensamiento Crítico realizado del 3 al 5 de agosto de 2006 en Lima, Perú. El autor es director de la revista Pensar y director de la filial del Center for Inquiry (CFI) en Argentina .

"PENSAMIENTO CRITICO : ¿NECESIDAD SOCIAL O LUJO ACADEMICO?"

Definición del pensamiento crítico

En el artículo titulado “Pensamiento crítico: ¿para qué sirve? (De hecho, ¿qué es?)”, publicado en The Skeptical Inquirer, el profesor de sociología Howard Gabennesch define así al pensamiento crítico: “El pensamiento crítico consiste en el uso de nuestras aptitudes racionales, ideas y valores para acercarnos a la verdad tanto como sea posible.”
Ahora bien, ¿cuáles son dichas aptitudes según Gabennesch? Son: Analizar, sintetizar, interpretar, explicar, evaluar, generalizar, abstraer, ilustrar, aplicar, comparar y reconocer falacias lógicas. He aquí algunas de las ideas, hábitos y cosmovisiones que menciona el autor en su artículo:

- No somos conscientes de cómo nos influyen el entorno y los genes.

- Solemos confundir lo natural con las concepciones humanas.

- Los roles sociales no sólo forman nuestro comportamiento sino nuestra identidad. Sin querer nos convertimos en lo que hacemos.

- Somos ignorantes de nuestra ignorancia. Y cuanto más incompetentes, más sobreestimamos nuestra competencia.

- Es normal que cosas aparentemente contradictorias ocurran al mismo tiempo.

- Muchas cosas buenas tienen algún costo. Y muchas cosas malas traen beneficios.

- Vemos las cosas en blanco y negro, sin matices.

- Confundimos partes de la verdad con la verdad.

- Las verdades parciales pueden ser tan engañosas como las mentiras.
- Somos más propensos al engaño por parte de gente que cree sinceramente
en lo que dice que por los que mienten deliberadamente.

-El autoengaño puede ser un problema mayor que el engaño por parte de otros.

También debemos agregar a la lista una confusión muy común: correlación no implica una relación causa-efecto. Frecuentemente confundimos la aparición simultánea de dos eventos, afirmando erróneamente que uno es consecuencia del otro. Esta falacia se conoce con el nombre de Post Hoc, Ergo Propter Hoc.

El Pensamiento Crítico como necesidad social

La difusión del pensamiento crítico sin duda es una necesidad social. Sea para poder discernir qué hay de verdad en un discurso político, en una arenga religiosa, en una afirmación pseudocientífica o en una noticia periodística difundida por los medios de comunicación, el pensamiento crítico puede aportar indicios útiles para separar la paja del trigo.

¿Hay compromiso de la comunidad científica con la difusión del pensamiento crítico?

Veamos qué dicen los entendidos. He aquí algunas de las opiniones que he podido recabar de reconocidos filósofos y científicos en actividad, que hacen una crítica a la comunidad académica.

Le he preguntado a Mario Bunge acerca del porqué de la indiferencia de la comunidad académica al tema de las pseudociencias. Su respuesta: "Porque hay excesiva presión para publicar, y los artículos de divulgación científica no cuentan para el C.V. Y porque los científicos de hoy no tienen la misma sensibilidad moral y social de los de antes".
-¿Lo ve Ud. así en Canadá?
“En Canadá y en el resto del mundo.”
-¿Qué diferencias destacaría Ud. entre pensamiento científico y pensamiento crítico?
“El pensamiento científico es un caso particular del pensamiento crítico: además de ser escéptico, se vale de datos y teorías que pueden competir ventajosamente con la pseudociencia y la superstición ordinaria. El crítico de afuera se limita a dudar o demoler, mientas que el de adentro puede reemplazar la moneda falsa por la legítima. Más aun, el crítico sin ciencia puede “comprar” pseudociencia. P. ej., Popper “compró” la teoría económica estándar, admitió la posibilidad de la parapsicología y de la acción a distancia, y defendió denodadamente el dualismo psiconeural contra el monismo. Además, tardó medio siglo en aceptar la biología evolutiva.” (Bunge, 2006)

Consultado al mismo respecto, Michael Shermer de la Skeptic Society, dice:
“No creo que el mundo académico en general, o los profesores y los científicos en particular sean “indiferentes” per se al problema de la pseudociencia; sucede que el tema de la pseudociencia no está en su campo de estudio, enseñanza e influencia. Esto es, si pensamos en la pseudociencia como una subdivisión de la ciencia, en las líneas de una subdivisión de la sociología de la ciencia —que estudia los márgenes de la ciencia para comprender mejor cómo trabaja la ciencia— vemos que casi nadie estudia la sociología de la ciencia, y mucho menos esta subdivisión. Por lo tanto, no es que la academia no piense que es importante. Es que el tema no se encuentra dentro de su pantalla de radar, o no es parte de su trabajo. Esta es la razón por la cual estamos los escépticos. Precisamente estudiamos ese campo.
La ciencia es el campo más importante que uno puede estudiar para aprender pensamiento crítico, pero no es el único. La filosofía, particularmente la epistemología, es importante. Y dentro de la ciencia, la psicología cognitiva, especialmente el estudio de las distorsiones cognitivas, es vital para comprender el pensamiento crítico.” (Shermer, 2006)

Paul Kurtz , filósofo y presidente de la organización Center for Inquiry, opina:
“Tuvimos un gran apoyo en Norteamérica y en todo el mundo de la comunidad científica para nuestro programa de crítica a la pseudociencia y a lo paranormal. Y hemos tenido un considerable impacto en el público.
Estudiar ciencia no es suficiente para transmitir una apreciación del pensamiento crítico. Existe la necesidad de hacer cursos especialmente diseñados en las escuelas y universidades. Pero también necesitamos una Nuevo Ilustración. Ello requiere la creación de nuevas instituciones dedicadas a cultivar la apreciación de los métodos de la ciencia y de la perspectiva científica, y aparte la creación de nuevos valores humanistas en una sociedad secular. Éste es el propósito de nuestros Centros para la Investigación.”
(Kurtz, 2006).

Las opiniones de la mayoría de los científicos e investigadores comprometidos con la difusión del pensamiento crítico, tienden a seguir una misma línea: están de acuerdo en que la comunidad académica podría hacer más y debería comprometerse en mayor grado.

Celso Aldao, profesor en el Departamento de Física de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina, e investigador del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) hace una fuerte crítica: “El mundo académico considera inofensivas a las pseudociencias, e inclusive adecuadas para las masas (...) El ataque a la ciencia proviene desde la propia academia: posmodernistas, relativistas, feministas radicales” (Aldao, 2005).

Realmente resulta preocupante que integrantes de la comunidad académica consideren que la pseudociencia es un asunto menor y “adecuado para las masas” (!) .

Examinando el discurso postmodernista podemos darnos cuenta de que hay una desconfianza hacia la ciencia, cristalizada en una cosmovisión netamente anticientífica: el “todo vale”, el relativismo cultural, la etnometodología y los “nuevos” paradigmas.

Widson Porto Reis, ingeniero brasileño, manifiesta su preocupación por la penetración de la pseudociencia en las universidades de Brasil: “La pseudociencia y el dogmatismo se han infiltrado en las universidades brasileñas, particulares y estatales: feng shui, kirliangrafía, terapias florales, cromoterapia, etc. El científico y el biotecnólogo comunes desconocen la diferencia entre ciencia y pseudociencia.” (Porto Reis, 2005)

Bernard L. Patten, en su libro Truth, knowledge, or just plain bull dice:
“La mayoría de los pensadores tienen problemas para comunicar eficazmente su pensamiento, no porque sean pobres comunicadores (aunque algunos lo son) sino porque el público al que le hablan, por varias razones, es poco receptivo.”
Y agrega: “La verdadera erudición es uno de los más grandes éxitos que nuestra especie puede lograr. Nadie es más triunfador que el hombre que elige un tema y lo maneja con todo detalle. Puede hacer lo que quiera. Pero si pudiera comunicar sus hallazgos tal como él los conoce, ya habría civilizado a la raza humana hace muchísimo tiempo. De este modo, los verdaderos eruditos han fallado. La verdadera erudición es a menudo incomunicable.

Patten propone una serie de principios, entre los cuales encontramos el siguiente:
Los pseudoeruditos como nosotros controlamos el futuro del mundo (...) La mayoría de nosotros somos pseudoeruditos, no verdaderos eruditos. Pero somos nosotros, los pseudoeruditos, los que controlamos la iglesia y el estado, los sistemas educativos, la prensa, y la economía, y en general el futuro del mundo (directa e indirectamente).”

Preguntado acerca de si nota alguna indiferencia de la comunidad científica frente a la difusión de la pseudociencia y otros problemas que afligen a la población, Diego Golombek, doctor en ciencias biológicas de la Universidad de Buenos Aires, investigador independiente del CONICET y profesor titular de la Universidad Nacional de Quilmes, dice: “Sí, la crítica no pasa de charlas de café en lugar de denunciar fuerte y públicamente los engaños de la pseudociencia. La confusión reinante (entre ciencia y chatarra) es altísima, y los investigadores están lejos de asumir su rol como difusores del conocimiento científico.” (Golombek, 2006).

Sobre las publicaciones “científicas”

Pablo Capanna, profesor de filosofía, ex docente de la Universidad Tecnológica Nacional, y escritor, afirma lo siguiente: “Se da la creación de una gran cantidad de publicaciones espurias simplemente para justificar un empleo, un empleo de investigador científico que tiene año sabático, estabilidad (...) Cuando no hay temas genuinos para investigar, entonces ‘descubramos algo, inventemos algo, aunque sea irrelevante’.” (Capanna, 2005).

Con respecto al mismo tema, Mario Bunge, en su Diccionario de Filosofía, da las siguientes definiciones, no sin un dejo de sarcasmo:
“Trabajo académico: Una obra intelectual de interés muy limitado, que probablemente sirve más para el progreso en la carrera de su autor que para el conocimiento humano. Cuando un número significativo de eruditos se dedica a un trabajo de este tipo, se tiene una industria académica.”
“Industria académica: Esfuerzo intelectual para la producción de publicaciones irrelevantes. Un discurso de pseudoproblemas o miniproblemas (frecuentemente tienen su origen en malentendidos elementales) que sólo sirve para conseguir una promoción académica.”

Finalmente, el oncólogo Ernesto Gil Deza, Director del Departamento de Investigación y Docencia del Instituto Henry Moore, afirma que “sólo el 10 por ciento de los médicos prescribe de acuerdo con las investigaciones científicas” (Gil Deza, 2005). Ello quiere decir que sólo dicho porcentaje ha leído la investigación original en la que se presentaron evidencias de la eficacia del medicamento en cuestión.

Sumemos a ello el desconocimiento que esgrimen los médicos respecto de los fundamentos de la homeopatía, de la terapia floral, de la auriculoterapia, de la acupuntura y otras medicinas alternativas. Simplemente dichas “terapias” no se ven en la universidad, cosa que resulta contraproducente pues los estudiantes no aprenden a distinguir entre ciencia y pseudociencia.

En la Argentina, el psicoanálisis (freudiano, lacaniano, kleiniano, etc.), una pseudociencia de más de 100 años de antigüedad, sigue teniendo mayoría abrumadora en las Facultades de Psicología.

El papel de los escépticos y librepensadores

Los escépticos y librepensadores vienen a llenar el hueco dejado por los integrantes de la comunidad científica que permanecen indiferentes con respecto al avance de la pseudociencia y el dogmatismo. ¿Qué podemos hacer, entonces, frente a este panorama? Propongo las siguientes vías de acción:

-Atraer la atención de la comunidad científica: profesores, investigadores, rectores.

-Transmitir nuestra preocupación a las autoridades educativas (en la universidad y en los respectivos Ministerios de Salud y Educación)

-Proponer a instituciones, asociaciones y otras entidades que brinden cursos, seminarios, talleres y charlas sobre pensamiento crítico para docentes, profesores y público en general.

-Instar a las autoridades universitarias a que creen estos cursos dentro de sus programas de enseñanza.

Como vemos, el pensamiento crítico no es sólo un lujo académico, sino una imperiosa necesidad social.

Referencias:

Aldao, Celso M (2005). Primera Conferencia Iberoamericana sobre Pensamiento Crítico, Buenos Aires.

Bunge, Mario (2001). Diccionario de Filosofía, Siglo XXI Editores, México, 2001.

Bunge, Mario (2006). Comunicación personal.

Capanna, Pablo (2005). Primera Conferencia Iberoamericana sobre Pensamiento Crítico, Buenos Aires.

Gil Deza, Ernesto (2005). Primera Conferencia Iberoamericana sobre Pensamiento Crítico, Buenos Aires.

Gabennesch, Howard. Critical Thinking: What Is It Good for? (In Fact, What Is It?). The Skeptical Inquirer, Vol 30, Nº 2, March/April 2006.

Golombek, Diego (2006). Comunicación personal.

Kurtz, Paul (2006). Comunicación personal.

Patten, Bernard M. Truth, Knowledge or Just Plain Bull – How to tell the difference. Prometheus Books, Amherst, Nueva York, 2004.

Porto Reis, Widson (2005). Primera Conferencia Iberoamericana sobre Pensamiento Crítico, Buenos Aires.

Michael Shermer (2006). Comunicación personal.



2 comentarios:

Carolus dijo...

El comentario anterior fue suprimido porque era spam .
Para evitar en lo sucesivo la invasión de correo basura, he activado el sistema de "copiar la palabra" .
Aunque significa un ligero inconveniente para todo aquél que quiera hacer su comentario , este tipo de verificación evitará la intrusión de spammers.

Muchas gracias a todos y disculpen la molestia.

Ornitorrinco enmascarado dijo...

Escelente entrevista y excelente trabajo al traducirla y publicarla. He puesto un breve comentario y un enlace en mi blog.