Houdini y la vida después de la muerte
por Enrique Márquez @ladislaomarquez
El 31 de Octubre se cumple un nuevo aniversario de la muerte del legendario ilusionista Harry Houdini (1874-1926),
su emblemática figura continúa vigente y no deja de ser fuente de
inspiración para directores cinematográficos y producciones televisivas.
La última película de Woody Allen, "Magia a la Luz de la Luna", es un ejemplo de lo primero en versión edulcorada y crédula, mientras que la reciente miniserie "Houdini" de Uli Edel, protagonizada por Adrien Brody, intenta una controvertida visión freudiana del gran mago de todos los tiempos.
La
relevancia histórica de este ilusionista ha generado muchos mitos en
torno a su relación con el tema de la vida después de la muerte y, por
lo tanto, me centraré en algunos de ellos gracias a la inestimable
colaboración que me han brindado amigos historiadores de la magia, Gadé,
Kartis y Rodó, quienes siempre han puesto a mi entera disposición su
desinteresado asesoramiento y valiosísima bibliografía.
Inicio espiritista
La
relación de Houdini con el espiritismo fue una constante en todos los
episodios de su vida. Tampoco podía ser de otra manera considerando el
contexto histórico de la época: un notable auge de las actividades de
los médiums se complementaba perfectamente con una ferviente y creciente
devoción por parte de un público incauto y deseoso de maravillas
sobrenaturales.
En plena adolescencia conoce al mago amateur Joseph Rinn
(1868-1952) quien, además de su afición por la magia, se mostraba
interesado y escéptico sobre los fenómenos espiritistas. La curiosidad
que despertaron en Houdini los fantásticos relatos de los hechos que
acontecían en ese tipo de sesiones, obligó a Rinn a llevarlo a una de
ellas.
A
principios de 1891 ambos concurrieron a una sesión espiritista de
Minnie Williams en New York. El desencanto no pudo ser mayor, pero tuvo
su premio. Semanas después, Rinn le mostró un libro en el que se
exponían con detalle los trucos empleados por estos farsantes y -de
inmediato- Houdini quedó cautivado por aquellos que desentrañaban los
misterios de la liberación de ataduras [FitzSimons, R. Death and the Magician. Atheneum Publishers, N.Y., 1980].
En 1894 conoció a una joven de 18 años, Wilhelmina Beatrice Rahner,
y al cabo de unas semanas se casaron. Pronto la incorporó a sus rutinas
de magia que hasta entonces había compartido con un amigo y su hermano
Theo; a partir de ese momento, su esposa Bess Houdini se convirtió en la
compañera inseparable y fiel asistente.
Alguna vez fue médium
Aun
cuando el objetivo de Houdini era muy claro, un estricto interés por la
magia en general y su fascinación por el escapismo, no siempre este
tipo de espectáculos le proveía las satisfacciones económicas
indispensables. Transcurría el otoño de 1897, cuando las dificultades
para conseguir un buen contrato lo llevó junto a Bess a unirse a la
troupe de un show ambulante que ofrecía el Dr. Hill como vendedor
de "medicinas cura-lo-todo". Durante una recorrida por Galena, Kansas,
el Dr. Hill le sugirió a Houdini la conveniencia de llevar a cabo una
sesión espiritista como parte del espectáculo-promoción.
De este modo, el 9 de enero de 1898, Harry debutó como médium en el Opera House siendo parte integrante de la California Concert Company del Dr. Hill (Christopher, M. & Christopher, M. The Illustrated History of Magic. Heinemann Portsmouth, NH. 1996, p. 345). El panfleto propagandístico lo anunciaba de la siguiente manera: "HOUDINI THE GREAT WILL GIVE SUNDAY NIGHT A SPIRITUAL SÉANSE IN THE OPEN LIGHT".
Houdini
no era ningún improvisado en estas cuestiones y sabía perfectamente
que, al margen de su habilidad de mago, debía apelar a algunos recursos
extras que harían aún más convincente su presentación. Se encargó de
visitar cementerios para poder copiar nombres y fechas de las tumbas, no
desatendió ningún chisme sobre delitos y escándalos, y completó su
información consultando periódicos viejos.
Nada
había quedado librado al azar y las expectativas del público que
aquella noche colmó las instalaciones, quedaron ampliamente cubiertas.
El médium debutante fue atado por algunos integrantes del público
y, una vez encerrado en su cabina espiritista (un armazón y telas) tras
quedarse oculto al cerrarse las cortinas, los instrumentos musicales
que se habían dispuesto dentro comenzaron a sonar y a volar por el aire.
Después de verificar que seguía atado, se volvió a cerrar la cortina y
en escaso tiempo Houdini reapareció liberado de sus ataduras "gracias a
los espíritus".
El
nutrido aplauso quedó interrumpido cuando el gran escapista comenzó a
hablar sobre el mundo de los espíritus y cómo él podía sentir su
presencia en el escenario. Fue la dramatización necesaria para terminar
de asombrar a los espectadores con la supuesta incorporación del
espíritu de un tal Efram Alexander, un negro cojo que había sido
degollado. Fue tal el impacto, que muchos negros presentes salieron
corriendo del teatro.
El
éxito del espectáculo continuó en otros pueblos y le permitió ampliar
su repertorio. La práctica lo llevó a dominar la escritura en pizarras
con los pies y a desarrollar buenas técnicas de levitación de mesas.
Su
alejamiento de las funciones de Hill no le permitió una vida mejor, por
el contrario, la adversidad económica seguía llamando a la puerta y su
rutina de médium profesional no pudo ser abandonada rápidamente. Su
espectáculo de magia y escapismo en St. Joseph, Missouri, fue un nuevo
fracaso y lo obligó a volver a sus andadas espiritistas [Christopher, M.
Houdini: The Untold Story. Thomas Y. Crowell Company, N.Y., 1969; Williams, B. & Epstein, S. The Great Houdini. Magician Extraordinary. Julian Messner, Inc., N.Y. 1950; Louagie, K. Debunking Spirits. Magic, October 2000, 48-51].
La
experiencia adquirida por Houdini en este nuevo rubro, le permitió
conocer de primera mano la psicología de la gente que -sin el menor
sentido crítico- aceptaba como verdaderas las manifestaciones
espiritistas y otros supuestos fenómenos paranormales. Pasaría más de
una década para que, después del reconocimiento y éxito alcanzado como
ilusionista y rey del escapismo, comenzara un nuevo vínculo con el
espiritismo.
Mientras
recorría el mundo liberándose de cadenas, grilletes, chalecos de fuerza
y cuando ninguna celda carcelaria podía detenerlo, una idea fija lo
atrapaba y para ésta nunca encontró la forma efectiva de escapar. Desde
siempre lo torturó la idea de la eventual muerte de su madre, Cecilia Steiner (1841-1913). El biógrafo Raymund FitzSimons lo destaca perfectamente en estos términos: "Todos
los niños viven con el temor de que sus padres mueran; tales temores,
por lo general, ceden a medida que la criatura crece, pero en el caso de
Houdini se incrementaban y lo atormentaba. Cuando le era imposible
tolerar su angustia, apoyaba la cabeza contra el corazón de su madre.
Sus fuertes pulsaciones lo tranquilizaban, como siempre, y al
escucharlas el chiquillo, oraba por que su propio corazón dejara de
latir antes que el de la autora de sus días." (FitzSimons, 1980, op. cit.)
Tal
conducta temerosa se mantuvo constante y, en buena parte, fue el
detonante de una nueva obsesión de Houdini que marcó otra vuelta al
ruedo en cuestiones espiritistas.
El
8 de julio de 1913 partió de gira a Europa. Mientras se encontraba en
Copenhague, recibió la noticia del fallecimiento de su progenitora. De
inmediato regresó a New York y su hermano Theo le relató cómo se produjo
el desenlace fatal aquel 17 de julio de 1913.
Antes
de morir, la anciana tuvo un intento fallido de dejar un mensaje para
su hijo ausente. Este último gesto cobró un significado muy especial
para Harry, y su asociación inmediata fue con un hecho muy trascendente
que quebró la paz familiar antes de su partida.
Su cuñada Sadie había optado por un "enroque" con los hermanos del gran mago: abandonó a Nat y se unió a Leopold. Obviamente, esto provocó serios disturbios familiares y a la preocupación de doña Cecilia, se sumó el dolor por la ruptura de vínculos entre Houdini y su hermano Leopold. Si bien la señora Steiner no logró expresar su último deseo, Houdini no dudó en relacionarlo a pesar de que carecía de la certeza definitiva.
Invadido
por la depresión, buscaba refugio en la tumba de su madre implorándole
que le comunicara su último mensaje. Meses de angustia y desequilibrio
fueron sobrellevados con la comprensión y ayuda de su esposa, hasta que
finalmente tomó una firme decisión: ir en busca del eslabón perdido.
Nadie que no creyera en una vida después de la muerte podía darle la solución. De esta manera, su marcado escepticismo hacia el espiritismo quedó socavado por la desesperación y dio lugar a una búsqueda incesante de algún médium que no fuera un farsante.
A
partir de ese momento comenzó un nuevo capítulo de su vida y con una
doble cara de la misma moneda: fructífero y frustrante a la vez. Houdini no negaba a priori
la existencia de los fenómenos paranormales, estaba abierto a cualquier
posibilidad siempre y cuando le presentaran evidencias convincentes.
Pero el fracaso fue desbordante, no hubo un solo médium que lo hiciera
dudar acerca de su falsedad. Así y todo, el tiempo perdido no fue en
vano y quedó ampliamente compensado con su encarnizada campaña de
desprestigio de estos abusadores de la credulidad pública.
El producto de sus investigaciones quedó muy bien sellado en su magnífica obra "A Magician Among the Spirits"["Un Mago Entre los Espíritus"], publicada dos años antes de su muerte. En la Introducción anticipaba el final con las siguientes palabras: "...como
resultado de mis esfuerzos debo confesar que estoy más lejos que nunca
de creer en la autenticidad de las manifestaciones espiritistas y,
después de veinticinco años de ardiente investigación y empeño, aseguro
que nada ha sido revelado para convencerme de que ha sido establecida la
intercomunicación entre los espíritus de los muertos y aquellos que
todavía están vivos." (Houdini, 1924, p. xii). El cierre en su última página, no fue menos duro y categórico: "No está en nosotros probar que los médiums son deshonestos, está en ellos probar que son honestos." (p. 270).
Durante
todo ese período de ardua labor y que se extendió hasta sus últimos
días, no desestimó recursos en la búsqueda de algún indicio que probara
el contacto con el más allá. De esta manera, estableció numerosos
pactos con amigos para que, quien antes muriera, intentara una
comunicación post mortem. Con esta idea en mente y considerando que su esposa no podía quedar al margen, Harry y Bess fijaron su propio convenio con un mensaje cifrado que -posteriormente- sería motivo de gran polémica.
La gran experiencia adquirida por Houdini
en materia de fraudes paranormales, lo llevó a elaborar un complejo
mensaje cifrado con su esposa para que quien intentara descifrarlo la
dificultad no fuera menor y, si lo lograba, podría ser una eventual
prueba de la comunicación de los muertos con los vivos.
Bess y Houdini tenían una canción predilecta cuyas estrofas incluían el nombre Rosabelle.
Para formar su mensaje, decidieron sumar a este nombre una segunda
palabra que debía ser obtenida a través de un código secreto de palabras
claves que ellos acostumbraban a utilizar en sus presentaciones de "transmisión de pensamiento". Cada una de esas palabras tenía un equivalente numérico que a su vez representaba la posición de una letra en el alfabeto:
Pray = 1 = A Please = 6 = F
Answer = 2 = B Speak = 7 = G
Say = 3 = C Quicky = 8 = H
Now = 4 = D Look = 9 = I
Tell = 5 = E Be quick = 10 ó 0 = J
A
las letras restantes que -por su ubicación en el alfabeto- les
correspondían dos dígitos, se llegaba a ellas por una combinación de dos
palabras claves. Por ejemplo, para la O (que es la decimoquinta letra del alfabeto) se necesitarían las palabras PRAY (1) y TELL (5); si fuera la T que ocupa el vigésimo lugar, se indicará con la combinación ANSWER (2) - BE QUICK (0) [Christopher, M. Mediums, Mystics & The Occult. Thomas Y. Crowell Company, N.Y., 1975, pp. 128-129].
De este modo, ambos convinieron que el mensaje codificado correcto debía ser: ROSABELL BELIEVE (Rosabell cree) que era la resultante de la siguiente combinación y orden de palabras claves:
Answer à B
Tell à E
Pray - Answer à L
Look à I
Tell à E
Answer - Answer à V
Tell à E
Una apreciación apresurada tomada por el comité de evaluación y en ausencia de Houdini (que se encontraba de gira y también formaba parte del mismo), casi pone en ridículo a la comunidad científica por tamaño error. A su regreso, el implacable ilusionista puso las cosas en orden exponiendo los trucos de Margery y ganándose una nueva enemiga en su lucha contra el fraude.
Entre las lógicas manifestaciones de odio que solía recibir, precisamente hubo una de Margery quien, a través de la supuesta voz de su espíritu guía "Walter", declaró en diciembre de 1924 que a Harry Houdini le quedaba menos de un año de vida [Weltman, M. The Mysterious Death of Harry Houdini. GENII, The Conjuror´s Magazine, Vol. 53 (11), 1990, pp. 758-760]. Desde ya que, mas que una predicción fallida fue una sincera expresión de deseos. Así y todo, no pasó mucho más tiempo para que sus deseos (y los de cientos de espiritistas) se hicieran realidad.
Ese mismo año Houdini firmó un contrato para dar 24 conferencias en todo el país y en el otoño de 1925 comenzaba un tour con un show completo que incluía: Magia, Escapes y la Exposición de los Médiums Fraudulentos.
Origen de un mito sobre su muerte
Uno de los escapes más espectaculares que realizaba Houdini era el de "La Celda del Tormento Acuático". La gran ilusión consistía en una especie de gran pecera con marco metálico en la que el mago era introducido cabeza hacia abajo, con sus tobillos atrapados en un cepo y sus muñecas esposadas. Luego el tanque era completamente llenado con agua, se corría una cortina y, con gran expectativa del público, en pocos minutos aparecía Houdini liberado fuera del recipiente.
En 1953 se estrena el film "Houdini", dirigido por George Marshall e interpretado por Tony Curtis (Harry Houdini) y Janet Leigh (Bess Houdini). En dicha película, que es muy poco fiel a los verdaderos hechos de la vida real, se da a entender erróneamente que Houdini murió precisamente presentando esta ilusión. Si bien una versión televisiva posterior (1976) superó estos "descuidos" ("El Gran Houdini", protagonizada por Paul Michael Glaser y Sally Struthters), la falsa idea quedó instalada a nivel popular.
El escape que no fue
Aprovechando su estadía en dicho país, el Profesor William D. Tait, jefe del Departamento de Psicología de la Universidad McGill, le organizó -para la tarde del 19 de octubre- una conferencia sobre espiritismo.
Mientras Houdini, con mucho cansancio y dolor en su tobillo, deleitaba a su auditorio exponiendo a la médium Margery, el fakir Rahman Bey y otros farsantes, el estudiante Samuel Smilovitz (conocido como Smiley) realizó un boceto en lápiz del disertante. Una vez concluida la charla le mostró su obra a Houdini y éste, como muestra de agrado y reconocimiento, lo invitó al teatro para que el viernes próximo le realizara un retrato.
Y llegó el fatídico día. El 22 de octubre de 1926, Houdini se encontró con el joven estudiante de acuerdo a lo pactado. Smiley fue acompañado de su amigo Jack Price. Ni bien dispuestos en el camarín e iniciadas las primeras líneas del retrato, un tercer estudiante golpeó la puerta. Era Joselyn Gordon Whitehead, uno de los tantos universitarios que habían estado presentes en la conferencia de la Universidad McGill y que -durante la disertación- había consultado a Houdini sobre los milagros bíblicos. Como parte de la respuesta, le prestó un libro sobre el asunto a condición de que se lo devolviera antes de su partida. Y ahí estaba Whitehead cumpliendo con la devolución y aprovechando para insistir sobre el mismo tema religioso. Houdini no le prestó mucha atención porque, mientras Smiley le hacía el retrato, él leía su correspondencia.
En un momento dado, Whitehead interrogó a Houdini acerca de su supuesta capacidad de resistir un golpe en el estómago. Aun cuando la afirmativa del artista fue acompañada de la advertencia sobre la necesidad de una preparación muscular previa, el estudiante decidió ponerlo a prueba anticipadamente. Mientras Houdini se ponía de pie para satisfacerle la duda, Whitehead le aplicó un fuertísimo puñetazo en el abdomen y, sin tiempo de recuperación y con pleno arrebato de locura, siguió golpeándolo enfurecidamente hasta que los otros dos jóvenes lo separaron. Tal insensatez, pronto tuvo sus consecuencias.
Houdini continuó con sus funciones a pesar del intenso dolor que le quedó por estos inesperados golpes. Camino en tren a Detroit, al otro día comenzó con síntomas de fiebre que luego serían confirmados con un diagnóstico médico de apendicitis aguda. Empecinado en cumplir con su actuación nocturna a sala llena, se negó a hospitalizarse.
En la madrugada del 25 de octubre la situación ya era irresistible y a las 4.00 am fue internado en la habitación 401 del Grace Hospital. Por la tarde el Dr. Charles Kennedy le practicó una apendicectomía, pero ya el cuadro era irreversible: el apéndice estaba engangrenado y la infección se había extendido irremediablemente.
Durante una semana intentó su escape a la muerte, pero en la mañana del domingo 31 de octubre se resignó diciéndole a su hermano Theo: "Estoy cansado de luchar... Adivino que esta cosa está marchando para llevarme." (Weltman, 1990, op. cit. p. 760). Y no se equivocó, a la 01.30 pm. Houdini moría y un nuevo mito nacía.
El mensaje pendiente
Bess,
cumpliendo con el pacto que hiciera con su marido antes de su muerte,
decidió mantener una oferta de u$s 10.000 a quien pudiese revelar el
mensaje codificado. Durante un período de quince meses, desfilaron
decenas de médiums con la intención de hacerse de la oferta, pero sin
éxito. Cuando la esperanza de la viuda estaba a punto de declinar
definitivamente, ocurrió un hecho que revirtió la situación y abrió una
nueva puerta al espiritismo. Fue cuando entró en escena el médium Arthur Ford (pastor de la First Spiritualist Church de New York) de la mano de su espíritu guía "David Fletcher".
¿Quién era Ford?
Arthur
Ford (1897-1971) nació en Titusville, Florida (EE.UU.), su padre era un
capitán de buques y su madre una ferviente religiosa bautista. Sus
inclinaciones religiosas fueron influenciadas por las creencias de su
madre pero, a la temprana edad de 16 años, aquellas sufrieron un giro
hacia el espiritismo que le costó la expulsión de la iglesia bautista
por herejía. Se une a la Christian Church y, en 1917, ingresa a la
Universidad Transylvania en Lexington, Kentucky.
Durante
la Primera Guerra Mundial estuvo enrolado en el ejército de EE.UU. y,
una vez finalizado el conflicto, fue ordenado ministro de la Iglesia de
los Discípulos de Cristo. Sus ideas heterodoxas y marcado interés por lo
paranormal, prevalecieron ante el manifiesto fastidio que provocaba en
las autoridades de su iglesia.
En
1924 abandona su iglesia y se declara médium profesional a través de la
supuesta incorporación regular de un espíritu-guía canadiense de nombre
"Fletcher". David Fletcher habría sido un ex-compañero estudiantil de
Ford, quien habría muerto durante la Primera Guerra Mundial [Dangaard,
C. (1977) "Fletcher" espíritu control de Arthur Ford. En Fenómenos Parapsicológicos. Misticismo y reencarnación, Martín Ebon y otros, Edic. Hormé, S.A.E., Bs.As.; Ellison, J. (1968) A Visit with Arthur Ford. En The Christian Herald, reproducido en The Psychic Reader, edit. por Martin Ebon, New American Library, Inc., 1970, N.Y., pp.175-184; Gardner, M. (1981) Arthur Ford. En Science, Good, Bad and Bogus, Prometheus Books, Buffalo, N.Y.].
El Reverendo Ford estaba familiarizado con los trucos de magia por su amistad y colaboración con el ilusionista S. S. Henry (1891-1947), quien -entre otras ilusiones- presentaba "Los Lienzos Espiritistas" (también denominados "Retratos Precipitados" o "Pinturas Espiritistas"),
un efectivo truco utilizado por dos médiums de Chicago, las hermanas
Elizabeth y May Bangs, conocidas popularmente como las "Sisters Bangs" [Booth, J. (1988) Psychic Paradoxes. Prometheus Books, Buffalo, N.Y.; Christopher, M. (1969) Houdini: The Untold Story. Thomas Y. Crowell Company, N. Y.]
Su entrenamiento y carisma como orador pronto dieron sus frutos en sus presentaciones de médium clariaudiente. Se denomina así al médium que dice tener la capacidad de percibir los mensajes que supuestamente le dicta su espíritu guía o control a través del oído.
Un ardid muy explotado en la época y al que Ford no le negó su adhesión, fue el de las papeletas y sobres.
El efecto consiste en distribuir previamente algunos papelitos entre
los espectadores para que escriban algún dato personal o pregunta que
deseen que se les responda. Una vez escritos y ensobrados, son recogidos
por uno o varios asistentes y quedan a disposición del mentalista para
el momento de su actuación. Tomando uno a uno los sobres cerrados,
paulatinamente va dando las respuestas o detalles correspondientes a
cada espectador. En el caso de Ford, la miss en escene y responsabilidad del logro estaba puesta en la comunicación con su espíritu guía "Fletcher".
Los
métodos para lograr tal efecto son múltiples y bastante conocidos por
los magos, pero -no conforme con esto- el ilusionista John Booth comentó
la posibilidad del empleo de cómplices contratados por Arthur Ford para
asegurar el éxito e impacto en sus sesiones públicas.
A
estos antecedentes de importancia se sumarán otros determinantes de los
cuales se sospechaba, pero que recién fueron confirmados después de la
muerte del médium.
La
notoriedad del joven Ford toma vuelo y trasciende mas allá de sus
círculos de influencia, cuando el ámbito periodístico se revoluciona con
los mensajes espíritas que le diera a Beatrice Houdini. Fue una larga y
controvertida historia de dichos y contradichos que durante años ocupó
los titulares de los periódicos y que los espiritistas quisieron ver
como una batalla ganada a la incredulidad creciente hacia sus prácticas
que, en buena medida, fueron responsabilidad del propio Harry Houdini en
vida.
Maternal mensaje
Durante una sesión celebrada el 8 de febrero de 1928,
Ford declaró haber recibido un mensaje de la madre de Houdini, el cual
había sido esperado ansiosamente en vida por su hijo Harry. El mensaje
era tan sólo una palabra: "forgive" (perdona).
El
paso siguiente fue comunicarle a Bess lo acontecido en dicha sesión. El
impacto esperado tuvo sus resultados, al día siguiente la respuesta de
Bess fue lo bastante complaciente como para continuar con la gran farsa:
Mi Querido Sr. Ford,
Hoy he recibido la entrega especial de una carta firmada por miembros
de la First Spiritualist Church, quienes dan fe que un pretendido
mensaje de la madre de Houdini, fue recibido a través suyo.
Es extraño porque la palabra "forgive" es la palabra que Houdini esperó
en vano toda su vida. Incluso éste fue el mensaje que él secretamente
siempre esperó, y si se lo hubiesen dado mientras él aún estaba vivo, yo
sé que hubiera cambiado por completo el curso de su vida ― pero llegó
demasiado tarde. Fuera de que existan una o dos inexactitudes triviales ―
la madre de Houdini a él lo llamaba Ehrich ― ahí no hay nada en el
mensaje que pudiera ser contradictorio. También puedo decir que éste es
el primer mensaje que he recibido el cual tiene una apariencia de
verdad.
Sinceramente suyo,
BEATRICE HOUDINI
Si
bien la carta de Bess subestimaba algunos errores, existió un olvido de
grueso calibre que pone seriamente en duda su estado emocional y
anticipan un descalabro mayor cuando reciba los mensajes posteriores.
El domingo 13 de Marzo de 1927 -casi un año antes de la sesión de Ford- el periódico The Brookling Daily Eagle
había publicado un reportaje a Bess en el cual se explayaba acerca del
deseo frustrado de su esposo por escuchar a su madre muerta ["Houdini
Had Death Pact With Mother That Failed Like One With His Wife, por Jane
Corby, The Brookling Daily Eagle, 13/03/1927, pp. 1 y 11]. Entre otras cosas, enfatizó que cualquier comunicación auténtica, debería haber incluido la palabra 'forgive' (perdona). "Él
y su madre habían acordado una sola palabra que ella le transmitiría,
si esa comunicación fuera posible. Se trataba de una dulce y simple
palabra: 'Perdona'", señaló Bess en dicha nota.
Obviamente, esta palabra "deseada" estaba íntimamente relacionada con la comentada
situación conflictiva que había vivido Houdini con su hermano Leopold, y
que generó la sospecha de si su madre -antes de morir- había intentado
pedirle que lo perdonara. "Los hermanos menores de Houdini se habían
distanciado de los hermanos mayores. Harry se había puesto de parte del
hermano mayor, aunque el más joven había sido su favorito desde la
infancia. En su corazón quería perdonar a su hermano, pero la compasión
lo mantuvo en silencio. Sólo esa palabra, 'Perdona', de su madre muerta,
podría haber dado lugar a la reconciliación que él anhelaba", agregó Bess.
En
definitiva, el espíritu-guía del médium Ford leyó el diario del 13 de
Marzo de 1927 y lo comunicó a través de Ford, o bien Ford leyó el diario
y repitió lo que había leído simulando que el mensajero era el espíritu
"Fletcher". Otra alternativa, más racional por cierto, es que Ford era un pícaro farsante y, como veremos, no escatimó esfuerzos para lograr su cometido: fama y dinero.
Algo
que queda en el tintero es la "mala memoria" de la esposa de Houdini
que avaló este primer mensaje de Ford y olvidando que ya había
mencionado la palabra clave 'forgive' en esa entrevista.
De
todas maneras, el máximo interés de Bess no estaba puesto en un
supuesto mensaje de su suegra sino en el de su propio esposo, pero desde
ya que lo sugerente -olvido de por medio- pasó a ser lo conducente de
una nueva patraña que desentrañaré en la próxima y última entrega.
¿BELIEVE or not BELIEVE ? That´s the question
Esa fue la gran duda que quedó planteada a partir de una serie de episodios un tanto confusos, que provocaron ratificaciones y rectificaciones por parte de Bess, y cobijaron más sospechas sobre su actitud que sobre las del propio médium. A partir de noviembre de 1928, Arthur Ford comenzó a transmitir una serie de mensajes que -paulatinamente y en el transcurso de ocho sesiones que se prolongaron durante más de dos meses- completaron correctamente el mensaje codificado de Houdini-Bess. ¿Casualidad, verdadera mediumnidad, u otro gran olvido?
La palabra inicial del mensaje, Rosabelle, se pronunció en las primeras sesiones. El 5 de enero de 1929, el supuesto espíritu "Fletcher" completó -aun en ausencia de Bess- la secuencia con las nueve palabras restantes: Answer (B) - Tell (E) - Pray-Answer (L) - Look (I) - Tell (E) - Answer-Answer (V) - Tell (E). También
dio explícitas instrucciones para que se le comunicara a la interesada
este resultado y se la invitara a participar en una próxima sesión.
El 8 de enero,
en presencia de Bess y otros testigos, Ford actuó su rol de médium
repitiendo la secuencia de palabras claves y dio la interpretación
correcta de su significado: ROSABELLE BELIEVE (Rosabelle cree).
La
"gran noticia" no tardó en divulgarse y prácticamente todos los medios
se hicieron eco de la misma. Por su parte Ford, más que presuroso, no
desaprovechó la conmoción y le hizo firmar a Bess (junto a tres
testigos) una declaración en la que confirmaba todo lo expuesto en los
siguientes términos:
New York City
9 de Enero de 1929
Independientemente de cualquier manifestación contraria, deseo declarar
que el mensaje, en su totalidad, y en la secuencia acordada, que me
entregó Arthur Ford, es el mensaje correcto convenido entre el señor
Houdini y yo.
Beatrice Houdini
TESTIGOS:
Harry R. Zander (periodista de United Press)
Minnie Chester (amiga de Beatrice Houdini)
John W. Stafford (miembro del círculo de Arthur Ford)
Los
cuestionamientos surgieron de inmediato y no se ahorraron duras
críticas para Ford, ni mucho menos para la propia esposa del gran
Houdini.
Se
relaciona con el estado de salud de la esposa de Houdini y, tal vez,
podemos considerarla la crítica más "benevolente" que pudo haber
recibido Bess después de su carta del 9 de enero, si se tiene en cuenta
que otras apuntaron directamente a involucrarla como parte de un gran
fraude.
El primer dato curioso que surge, es el olvido ya mencionado acerca de la palabra forgive
que anunciara Ford en la primera sesión y que fuera el detonante para
que Bess empezara a confiar en él. Recordemos que no había pasado ni un
año de sus declaraciones a The Brookling Daily Eagle ["Houdini Had Death Pact With Mother That Failed Like One With His Wife, por Jane Corby, The Brookling Daily Eagle, 13/03/1927, pp. 1 y 11] y esto, por supuesto, permite una leve sospecha sobre la claridad mental de Bess.
Si bien era relativamente joven, se puede suponer que su estado
emocional no era óptimo ante la pérdida irreparable de su marido. El
desaliento por no haber encontrado un solo médium que le transmitiera el
mensaje esperado, también pudo haber sido un factor decisivo para abrir
una nueva esperanza y rendirse ante las revelaciones de Ford.
Se
sumaron algunos acontecimientos que -al menos en principio- refuerzan
esta hipótesis. Aquel comienzo de año no había sido el mejor para Bess.
Al padecimiento de una gripe, se agregó una caída en la escalera de su
casa que le ocasionó lesiones en la columna y -completando el cuadro de
infortunios- tuvo algunas manifestaciones delirantes que incluso fueron
reflejadas en los medios. También se habló de un intento de suicidio en la noche del 4 de enero de 1929 [Kalush, W. & Sloman, L. (2007) The Secret Life of Houdini. Atria Books, N.Y.].
El 3 de enero de 1929, la periodista Rea Jaure del New York Evening Graphic, titulaba: "VIUDA ENFERMA SE COMUNICA CON HOUDINI". Evidentemente a la palabra enferma se le dio una doble connotación: física y psíquica. Según la nota, en un estado de "semidelirio", Bess gritaba implorando a su difunto marido: "Harry, querido, ¿porqué no vienes a mí desde el más allá?"; y -con llanto y resignación- concluía: "Yo sé que vendrás a mí, mi querido." [Christopher, M. (1969) Houdini: The Untold Story. Thomas Y. Crowell Company, N. Y., p. 254].
Lo
significativo es que la condición poco favorable de Bess se mantuvo
durante días, incluso en las fechas de la famosa sesión y posterior
firma de la carta confirmatoria. El propio abogado de Bess, el Dr. Ernst, lo señaló en una misiva de esta manera: "Con
respecto al supuesto mensaje de Ford... cuando la señora Houdini firmó
el papel a efectos de que el mensaje era genuino, ella estaba confinada
en su cama después de la caída, había estado tomando drogas y no estaba
en condiciones de saber lo que estaba haciendo." [Christopher, M. (1975) Mediums, Mystics & The Occult. Thomas Y. Crowell Company, N. Y., p. 130]
También
hubo otras implicaciones que hicieron dudar de su cordura. Mientras
dejaba constancia -en la carta del 9 de enero- de que el mensaje de Ford
era totalmente correcto, el New York World de la misma fecha reproducía sus siguientes declaraciones: "Yo no tenía idea de qué combinación de palabras usaría Harry, y cuando él dijo 'believe', esto fue una sorpresa."
¿Sorpresa?,
sorpresa fue su otra manifestación pública acerca de otros dos mensajes
que Houdini había pactado con su amigo Remigius Weiss y el conocido
espiritista Sir Arthur Conan Doyle. Consultados ambos al respecto, la
negativa fue absoluta.
Según declaraciones de Bess, una copia del famoso mensaje se encontraba en una caja fuerte del Manufacturers Bank. Si bien prometió al periodismo que mostraría ese documento después que mejorara su "cerebro enfermo", nunca lo hizo. Su propio abogado, B. M. L. Ernst, tiempo después le reveló a M. Christopher que dicha copia sólo existía en su imaginación (Christopher, 1975, op. cit. p. 129).
Para sumar pruebas de su frágil memoria, es menester recordar que en 1928, precisamente meses o un año antes de que Ford anunciara el código, Harold Kellock publicó su libro "Houdini. His Life Story. From the Recollections and Documents of Beatrice Houdini". Como bien lo señala el título, la biografía estaba basada principalmente en los datos que proporcionó la propia viuda.
Lo significativo, y vaya nuevo descuido, es que el autor revelaba en la página 105 el código que Houdini y Bess utilizaban [Kellock, H. (1928) Houdini. His Life Story. Harcourt, Brace & Co., N.Y.].
Esta serie de hechos apenas si nos aproximan al confuso contexto que imperó durante todo el proceso.
¿Complicidad?
Como
no podía ser de otra manera, las sospechas de fraude comenzaron a
cobrar peso y la ética de Bess se puso en duda al ser acusada de
complicidad con Ford.
El mayor escándalo provino de un artículo publicado el 10 de enero en el Graphic con el rimbombante título: "HOUDINI MESSAGE A BIG HOAX! Ford Admits He Got Secret Code from Magician´s Widow" (¡EL MENSAJE DE HOUDINI FUE UN GRAN FRAUDE! Ford Admite que el Código Secreto lo Obtuvo de la Viuda del Mago).
La
crónica revelaba una reunión entre la periodista Rea Jaure y Arthur
Ford en la cual, supuestamente, se obtuvo la confesión del médium de
cómo se negoció el secreto del mensaje de Houdini. Bess habría
proporcionado el mensaje completo para que Ford pudiera promocionar
adecuadamente una gira de conferencias que ambos llevarían a cabo y,
obviamente, les aseguraría excelentes ingresos.
Esta
acusación nunca se pudo probar y la propia involucrada hizo su descargo
en el mismo periódico con una extensa carta publicada el 20 de enero de
1929. En dicha carta Bess reiteró enfáticamente que no fue parte de
ningún fraude y que nunca traicionó la verdad proporcionando las
palabras del mensaje a Ford. El mensaje que había obtenido era el que
estaba esperando de su marido y, si no fue por ayuda espiritual, ella no
sabía de qué otra forma pudo haber sido.
También
la confundía el hecho de que existieran tantas historias al respecto,
que muchos manifestaran que el mensaje ya era conocido y que nadie se lo
haya informado antes, dejando que Ford finalmente se lo anunciara.
Más
allá de su defensa, lo significativo fue que Bess no retomó vínculos
con Ford y, hasta el final de sus días, sostuvo que nunca nadie la
convenció de una verdadera comunicación con su difunto esposo. Esta
aparente contradicción tal vez se entienda mejor con declaraciones
posteriores que aparecieron publicadas el 26 de marzo de 1933 en el New York Sunday Mirror:
"Existió
un momento en que yo deseaba intensamente tener noticias de Harry. Yo
estaba enferma, física y mentalmente, y tal era mi avidez que los
espiritistas pudieron carcomer mi mente y hacerme creer que ellos
realmente habían tenido noticias de él." (Christopher, 1975, op. cit. p. 134)
Y
si esto no fuera suficiente, basta recordar que durante 10 años
continuó con sesiones públicas e informales en cada nuevo aniversario
de la muerte de su esposo. La última sesión a la que asistió fue
celebrada el 31 de octubre de 1936.
El
11 de febrero de 1943 Bess falleció sin haber modificado hasta ese
momento su última desaprobación a cualquier mensaje espiritista que
sugiera una comunicación con Houdini.
Nunca
se aportaron pruebas del verdadero mensaje que pactaron Houdini y Bess.
Durante un tiempo la viuda sostuvo que existía copia de dicho mensaje
en una caja fuerte bancaria, pero nunca mostró esa copia. El supuesto
mensaje fue reconocido como verdadero después que Arthur Ford lo
anunciara y Bess lo avalara, pero el documento siempre faltó a la cita.
No
caben dudas de que la salud mental de Bess no era la mejor, pero su
deterioro psicofísico no invalida la hipótesis de una complicidad
fraudulenta con Ford. Una mirada benigna a toda esta historia, bien
puede hacernos suponer y aceptar lo último que ella dijo reconociendo su
enfermedad y cómo los espiritistas le carcomieron su mente.
El
médium no era un corderito inocente y sus antecedentes no eran los
mejores como para impedir que se dude de su honorabilidad. El toque de
gracia a sus maniobras fraudulentas fue dado, precisamente, por dos
autores crédulos de lo paranormal. En 1973 sale a la luz "Arthur Ford: The Man who Talked with the Dead",
libro escrito por Allen Spraggett (pastor fundamentalista) y el
Reverendo William Rauscher (rector de la Iglesia Episcopal de Cristo,
Woodbury, New Jersey). Ambos biógrafos analizaron la documentación
personal del médium y revelaron cómo el pícaro Arthur Ford, al igual que
Houdini cuando asombraba con su rol de médium en la compañía del Dr.
Hill, tampoco dejaba sus sesiones libradas al azar. El "trabajo sucio"
lo hacía personalmente o recurría a eficientes secretarios que se
encargaban de proporcionarle suficiente información sobre los
consultantes antes de cada sesión. Las principales fuentes de consulta
eran la biblioteca de Filadelfia, los periódicos y -muy especialmente-
un gran archivo de necrológicas que actualizaba permanentemente
[Spraggett, Allen & Rauscher, William V. (1973) Arthur Ford: The Man Who Talked with the Dead. New American Library (Times Mirror), N.Y.]
Si
no fuera que gran parte de ese archivo fue destruido por orden expresa
de Ford antes de su muerte, seguramente hubieran encontrado el recorte
del Brookling Daily Eagle del 13 de marzo de 1927 y las declaraciones de Bess sobre la palabra "forgive".
Ante
esta maraña de contradicciones, ratificaciones y rectificaciones, menos
evidencias que certezas, relación sospechada de un ventajista
profesional y una viuda desequilibrada, la conjetura de Martin Gardner se impone con mucha probabilidad: "Mi opinión es que Bess, enferma y alcoholizada en 1928, había divulgado el secreto, pero nunca fue capaz de admitirlo después." [Gardner, M. (1981) Arthur Ford. En Science, Good, Bad and Bogus, Prometheus Books, Buffalo, N.Y. Edición castellano: La Ciencia. Lo bueno, lo malo y lo falso, Alianza Editorial, Madrid, 1988. Publicado originalmente el 3 de mayo de 1973 en New York Review of Books].
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