15.3.23

Henry Slade y los científicos de la Universidad de Leipzig

 

                                                                   Henry Slade (1835-1905)


NOS ENCEGUECIO CON SESIONES DE ESPIRITISMO 

por Matthew Tompkins

New Scientist, 17 de junio de 2017

 

El estafador"clarividente"Henry Slade hechizó a la comunidad científica europea y llevó a algunos científicos de alto perfil a un paseo que destruiría su reputación

 Fue algo asombroso.

En 1877 empezó a correr la voz de que un equipo de científicos de renombre internacional había presenciado pruebas empíricas de la existencia de una cuarta dimensión espacial habitada por las almas de los muertos.

Entre las eminencias de la Universidad de Leipzig (Alemania) se encontraban Wilhelm Weber, inventor del telégrafo electromagnético, el pionero de la psicofísica Gustav Fechner, Johann Zöllner, profesor de astrofísica en la universidad, y Wilhelm Wundt, más tarde llamado el "padre de la psicología experimental".

¿Cómo llegaron a creer lo que hoy podríamos llamar "hechos alternativos", que eran ya  entonces controvertidos? Les había convencido un embaucador estadounidense, un autodenominado médium espiritual conocido como el "Dr." Henry Slade. Su capacidad para persuadir y confundir demostró el estado de división de la ciencia en el siglo XIX. Incluso Charles Darwin y Alfred Russel Wallace, pioneros de la teoría evolutiva, se vieron arrastrados al terreno de Slade, aunque en direcciones opuestas.

La prueba aparente de las habilidades del “médium espiritual”, y por tanto de lo sobrenatural, consistió en una serie de 30 sesiones de espiritismo. Se celebraron en Leipzig entre el invierno de 1877 y la primavera de 1878, con la asistencia de los mejores y más brillantes profesores de la universidad. Zöllner se apresuró a registrarlas en su libro “Física trascendental”, y aunque las describió como "experimentos", en realidad eran sesiones caóticas. Slade afirmaba no tener control directo sobre sus poderes, así que aunque por lo común no proporcionaba a los científicos los resultados que éstos esperaban, a menudo ocurría algo increíble.

El sujeto impresionó por primera vez a los científicos de Leipzig desviando la aguja de una brújula con un simple movimiento de la mano. Más tarde, mientras los presentes se sentaban en círculo tomados de las manos, aparecían y desaparecían objetos en la sala. En unas cuerdas surgieron  nudos imposibles de realizar . Las luces parpadeaban. Otras veces se oían golpes y música. Libros y muebles fueron sacudidos por fuerzas misteriosas.

En una de las sesiones, el biombo de una cama situada detrás de Slade se partió por la mitad, una hazaña que los físicos pensaron que habría requerido la fuerza de dos caballos. A continuación, en una pizarra que los científicos habían previamente limpiado ellos mismos aparecieron misteriosamente las palabras "No pretendíamos hacer daño" .

En retrospectiva, puede ser fácil descartar los experimentos de Zöllner como producto de la credulidad y el engaño, pero hoy los investigadores siguen descubriendo formas en que los trucos de magia y las ilusiones pueden confundir la percepción y el razonamiento humanos. Y El estadounidense era un hombre convincente. Un periodista lo describió como un hombre con "una sonrisa ganadora; era un showman y un mago, como una especie de Derren Brown del siglo XVIII, pero con un bigote poblado y sin escrúpulos". Slade había aprovechado una oportunidad de oro con el auge del espiritismo a finales del siglo XIX, que combinaba un movimiento cristiano alternativo con conceptos científicos y pseudocientíficos emergentes. Algunos de sus defensores más destacados, como Arthur Conan Doyle, señalaban los avances científicos en fuerzas invisibles como la electricidad y el magnetismo para argumentar que los médiums podían aportar pruebas empíricas de la supervivencia del alma después de la muerte. Cabe imaginar que el icónico personaje de Conan Doyle, Sherlock Holmes, no estaría de acuerdo con esa explicación.

El ascenso a la fama de Slade comenzó antes de su viaje a Leipzig, cuando decidió embarcarse en una gira mundial de demostraciones psíquicas, acompañado, según afirmaba, por el espíritu de su difunta esposa, Alcinda. Durante sus actuaciones, recibía comunicaciones de "Allie" y de otras almas en forma de mensajes escritos que aparecían misteriosamente en pizarras.

En su primera parada, en Londres, se libró por los pelos de ser encarcelado por fraude. El juicio en el otoño de 1876 atrajo a grandes multitudes y la atención de los medios internacionales. Y como el espiritismo empezó a utilizar el lenguaje de las revoluciones científicas, su auge provocó cismas no sólo en la población general, sino también en la comunidad científica. El propio Darwin pagó los gastos legales necesarios para acusar al sujeto, mientras que Wallace, que se había dejado embaucar por las actuaciones del clarividente, habló en su defensa (una decisión que no contribuyó mucho a su reputación).

 Slade y Zöllner

 

Ningún milagro

El mago John Nevil Maskelyne fue llamado al estrado para demostrar que los milagros de Slade podían reproducirse mediante trucos de magia.

Slade se negó a demostrar sus poderes en la sala del tribunal; al parecer, Alcinda consideraba el procedimiento "indigno".

El abogado del acusado, el Sr. Munton, consiguió que se desestimara el testimonio de Maskelyne, argumentando que el hecho de que el mago pudiera producir efectos milagrosos no significaba que el propio Slade utilizara trucos.

En su argumentación final, el letrado le pidió al juez que considerara a Slade a la luz de otros revolucionarios científicos: si el tribunal condenaba a Slade por afirmar que hablaba con los muertos, eso se asemejaba a los funcionarios eclesiásticos que habían encarcelado a Galileo por afirmar que la tierra giraba alrededor del sol. "Lo que hoy se ridiculiza", advirtió, "mañana puede verse de forma muy distinta".

El juez no se lo creyó y condenó a Slade a trabajos forzados y a tres meses de prisión por utilizar "trucos sutiles o artificios, mediante la quiromancia o de otro modo, para engañar e imponerse a cualquiera de los súbditos de Su Majestad". Pero, afortunadamente para Slade, la condena fue anulada por un tecnicismo y huyó a la Europa continental antes de que pudiera ser juzgado de nuevo. Allí conoció al espiritista en ciernes Zöllner y a sus colegas.

Zöllner llegó a creer que los milagros de Slade eran la prueba empírica de una cuarta dimensión espacial inobservable.

En "Física trascendental" teorizó que las almas de los muertos residían en esta dimensión, donde no estaban sujetas a nuestras leyes habituales del espacio tridimensional. Así explicaba muchos de los "milagros" de Slade: por ejemplo, los objetos que desaparecían no lo hacían realmente, sino que simplemente iban hacia la cuarta dimensión. Era una explicación física elegante, pero basada enteramente en la creencia de Zöllner de que Slade era un caballero honesto.

De todos los científicos que lo vieron en acción durante su estancia en Leipzig, sólo uno le acusó públicamente de deshonestidad: Wilhelm Wundt, uno de los miembros más recientes de la facultad. Tras la publicación de los resultados preliminares de Zöllner, Wundt escribió un artículo que apareció en Popular Science Monthly titulado "El espiritismo como cuestión científica", en el que criticaba la interpretación espiritista de las sesiones y sugería que era mejor atribuirlas a "malabarismos" o a juegos de manos.

Mientras que Zöllner había argumentado que los científicos eran los más indicados para juzgar al estadounidense porque eran observadores físicos entrenados, Wundt sugirió que podrían no ser los más indicados para detectar el engaño. Cuando Slade desvió la aguja de la brújula con la mano, los científicos empezaron inmediatamente a considerar las implicaciones en términos de "corrientes moleculares". Los no científicos, escribió Wundt, "difícilmente habrían descuidado examinar las mangas del abrigo del médium" en busca de imanes. Zöllner respondió con una dura carta a Wundt, sugiriendo que fuera encarcelado por difamación e hipotetizando que las fuerzas magnéticas que rodeaban a Slade podrían haberle revuelto el cerebro.

Finalmente Wundt no fue encarcelado y el trabajo de Zöllner con Slade nunca fue aceptado por la comunidad científica. Más tarde, éste científico se desplomó sobre su desayuno y murió de un derrame cerebral a la edad de 47 años. Hoy en día, si por algo se le recuerda es por sus contribuciones a las ilusiones ópticas y no, como él esperaba, por resolver el misterio de la vida eterna.

 Tras la muerte de Zöllner, Wundt se hizo cargo del presupuesto de su universidad para crear el primer laboratorio de psicología experimental reconocido oficialmente en el mundo.

¿Y qué hay del legado de Slade? En 1885, un comité de magos y científicos de la Universidad de Pensilvania entrevistó a los testigos supervivientes e incluso evaluó al propio Slade. Llegaron a la conclusión de que sus demostraciones estaban "tan cerca del fraude que no se distinguían de él".

Slade siguió viajando y practicando, e incluso regresó brevemente a Inglaterra bajo seudónimo, pero nunca volvería a alcanzar la aclamación o notoriedad de que había disfrutado en Londres y Leipzig. Más tarde, su afinidad con las bebidas alcohólicas se apoderó de él y cayó en el alcoholismo. Murió en un sanatorio de Michigan en 1905. Cuatro días después, el New York Times publicó un artículo en el que afirmaba que Slade aún no había vuelto de entre los muertos.

 

 

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