¿Por qué la gente cree en maldiciones?
publicado en https://theconversation.com/why-do-people-believe-in-curses-121385 el 30 de agosto de 2019 por Ken Drinkwater y Neil Dagnall
“Strictly Come Dancing”, el programa de televisión que reúne a celebridades con bailarines profesionales para competir en un concurso de diversos bailes de salón (el equivalente en Argentina se llama “Bailando por un sueño”), aparentemente ha sido la causa de divorcios, rupturas y escándalos. Esta amenaza sobre el programa no se ve favorecida por su exigente horario, las largas horas de práctica y el baile íntimo de las parejas .
La maldición del Strictly ha sobrevolado ese espacio desde que se emitió la primera serie en 2004, provocando aventuras ilícitas y, en algunos casos, rompiendo matrimonios.
Estrictamente no es la única maldición moderna que aparece en los medios de comunicación. La maldición del Tour de France retornó para los ciclistas franceses tras el fracaso de Julian Alaphillippe que intentaba poner fin a la sequía de 34 años.
Mientras tanto, al rapero Drake se le ha vinculado con una serie de fracasos deportivos a lo largo de los años. Sin embargo, la maldición de Drake se rompió cuando su equipo (los Raptors) ganó su primer campeonato de baloncesto a principios del verano de 2019. Últimamente también han circulado otras “maldiciones” de la cultura popular en torno al auto de James Dean y a la última película de James Bond.
¿A qué se debe todo esto? La mayoría de la gente hoy en día seguramente no cree en maldiciones sobrenaturales. Pero su prevalencia en los medios de comunicación sugiere que todavía tienen algún dominio sobre la psique y que una buena cantidad de personas aún les prestan crédito.
Explicaciones racionales
Desde una perspectiva científica, las maldiciones se pueden explicar racionalmente. Esto puede aclarar por qué la gente atribuye directamente poderes sobrenaturales a los acontecimientos negativos.
La creencia en maldiciones puede surgir del estilo de pensamiento. El psicólogo Daniel Kahneman ha propuesto que existen dos modos distintos de toma de decisiones. El sistema 1 es automático, rápido y en gran medida inconsciente. Este sistema es intuitivo y propenso a sesgos y errores sistemáticos. Por el contrario, el Sistema 2 es controlado, lento, requiere esfuerzo y produce pensamiento racional. Tal vez la gente crea en maldiciones porque predomina su pensamiento espontáneo y subjetivo del Sistema 1.
El respaldo a las maldiciones también puede surgir del deseo de darle sentido al mundo, es decir, atribuir significado al caos. ¿Por qué a veces la gente ve rostros en las nubes o a Jesús en tostadas? Tenemos tendencia a encontrar patrones significativos en el ruido ( interferencia que perjudica el intercambio de mensajes) sin sentido: es lo que algunos llaman apofenia otros "búsqueda de patrones". En el caso de las maldiciones, esto puede hacer que las personas perciban vínculos entre eventos aleatorios y atribuyan erróneamente la desgracia y la mala suerte a un maleficio mágico en lugar de factores como el azar y el error humano.
Aquellos que creen en maldiciones también pueden ser susceptibles al efecto Barnum. Aquí es donde la gente infiere erróneamente que la información general tiene una relevancia personal específica. En el contexto de las maldiciones, esto podría explicar la tendencia a asociar la desgracia general con maleficios particulares y personalmente significativos.
Influencias psicológicas
La creencia en maldiciones suele verse reforzada por otras tendencias psicológicas. Los creyentes en maldiciones pueden buscar evidencia afirmativa, como mala suerte potencialmente relacionada, y descartar datos contradictorios. Este sesgo confirmatorio produce narrativas coherentes, pero lógicamente inconsistentes, que apoyan la presunción de fuerzas sobrenaturales.
Esto fue cierto, por ejemplo, en el caso de la maldición de Tutankamón. Esta se derivaba de la noción general de que una maldición caería sobre cualquiera que irrumpiera en el lugar de enterramiento de un faraón. Durante la excavación de la tumba de Tutankamón, los arqueólogos no sufrieron ninguna desgracia. Sin embargo, como resultado de la cobertura periodística sobre "la maldición del faraón", las muertes y desgracias posteriores del equipo de arqueología se asociaron con la maldición. Del mismo modo, las películas "Poltergeist" y "The Omen" han adquirido con el tiempo fama de malditas.
El poder de las maldiciones para influir en las personas surge de la creencia en su veracidad. Esto a menudo se origina en un locus de control externo, donde las personas se sienten incapaces de influir en los acontecimientos. En ausencia de control percibido, las personas se vuelven más tolerantes con fuerzas externas misteriosas. Los psicólogos se refieren a esto como pensamiento mágico.
Además, la creencia en maldiciones se asocia con determinadas características de la personalidad, en particular, la tolerancia a la ambigüedad y el neuroticismo. La tolerancia a la ambigüedad describe el grado en que un individuo puede afrontar la incertidumbre. Las personas con baja tolerancia a la ambigüedad tienden a buscar un cierre. Esto se manifiesta como la incapacidad de considerar críticamente la evidencia y la tendencia a sacar conclusiones precipitadas. Estos factores pueden conducir a una aceptación indiscriminada y prematura del material. Mientras tanto, el neuroticismo puede facilitar la preocupación, la inquietud y la reflexión sobre las maldiciones.
En casos extremos, creer en maldiciones puede socavar la confianza en uno mismo y en su éxito futuro. Los psicólogos se refieren a esto como profecía autocumplida. Aquí es donde la creencia en una maldición produce la percepción de una desgracia inevitable. De hecho, la mera sugerencia de mala suerte puede producir resultados negativos. Los investigadores llaman a esto el efecto nocebo.
Factores sociales
La influencia de las maldiciones también se origina en su arraigo en la cultura.Específicamente, a través de la educación y las narrativas sociales, la noción de maldiciones se perpetúa en el tiempo. En consecuencia, se vuelven culturalmente aceptables y, en algunos casos, plausibles. Por ejemplo, el mal de ojo tiene una larga tradición en todo el mundo. Esto deriva de la creencia de que alguien que logra un gran éxito también atrae la envidia de quienes lo rodean, manifestándose como una maldición que deshará su buena fortuna.
Socialmente, la cobertura de los medios puede inducir a la noción de que existen maldiciones. Un ejemplo reciente es el Momo Challenge . Esto se difundió a través de WhatsApp e implicó la aparición de una espeluznante escultura japonesa acompañada de instrucciones para realizar tareas peligrosas. La comunicación también predijo consecuencias desafortunadas si el receptor no seguía las instrucciones o no transmitía el mensaje. Esta historia se volvió viral y causó gran ansiedad en niños y padres.
Aunque, por supuesto, no existe evidencia científica que respalde la base sobrenatural de las maldiciones, aún así pueden tener una poderosa influencia psicológica en las personas. Creer en maldiciones puede socavar la toma de decisiones, el bienestar y la confianza en uno mismo. En casos extremos, también pueden facilitar ideas inusuales, socavar el pensamiento crítico y producir comportamientos extraños.
A pesar de la evidencia de lo contrario, algunas maldiciones son convincentes. Por lo tanto, será interesante ver si los próximos concursantes de Strictly Come Dancing evitan la mala suerte asociada con programas anteriores.
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