Prefacio de la segunda edición francesa
He completado la primera edición
de este libro con la exposición de diversas experiencias nuevas, hechas por mí
y por otros autores, referentes a criptestesia y ectoplasmia. Los recientes
experimentos realizados con Stephane Ossovietzki son tan decisivos, que no
permiten la más pequeña incertidumbre en la cuestión de la criptestesia.
Se me ha dirigido un reproche ,
del cual reconozco toda la importancia: que las numerosas experiencias u
observaciones indicadas en mi libro han tenido que resumirse, sintetizándolas,
por decirlo así, lo que les resta una gran fuerza probatoria. Las múltiples advertencias
que refiero han sido acortadas, mutiladas, y esto es lamentable, porque cuando
un relato es completo, puede ser muy demostrativo, pero pierde esta cualidad a
medida que se lo resume.
Lo anterior es muy cierto. Pero
debía elegir entre dos métodos: descripción de pocos hechos, escogidos con
cuidado y expuestos con todos sus múltiples y convincentes detalles o bien la
acumulación de numerosos eventos, diversos, interesantes tanto por su
multiplicidad como por su variedad. He preferido el segundo método, porque es
evidente que las personas que deseen entrar más adelante en los detalles de tal
o cual experimento o de determinada monición, podrán referirse a las fuentes de
origen que en cada caso tengo el cuidado de indicar. Así, la falta de noticias
no es más que aparente, pues se puede suplir o completar con facilidad.
Se me ha dicho, además -pero yo
tomo a esta crítica como un elogio- que me he abstenido demasiado de teorías, y
que, mencionando hechos sin concluir nada de ellos, he sido llevado a enojosas
contradicciones. Ciertamente, habría
podido evitarlas, presentando una teoría amañada, suprimiendo lo embarazosos,
ampliando lo favorable, disimulando los argumentos molestos y transformando las
pruebas a medias en pruebas completas. Así, las objeciones que se me han
dirigido apenas me han molestado, porque me las hice a mí mismo quizás con más
severidad que como lo podrían haberlo hecho
mis críticos. En realidad, la metapsíquica se encuentra todavía en sus
comienzos, y actualmente, toda teoría completa, metódica, inexorable, está
condenada a no ser más que un doloroso error.
Y no hablo, por supuesto, de las
críticas injustas, incompletas, sin base alguna. En el Mercure de France se cita la experiencia F.N.T.B.T (pagina 208 de
la obra) y se la encuentra desdichadísima. Pero el autor anónimo que me
critica, ha suprimido sencillamente todo esto:
“Si indico esta experiencia, que junto a los brillantes experimentos que he
mencionado más arriba, es atrozmente mediocre, no es porque de importancia a la
misma, sino para mostrar que el experimento es de gran utilidad.”
En consecuencia, afirmo que el
experimento es atrozmente (digo atrozmente) mediocre, que no quiero
hacer caso del mismo, que lo expongo solamente para ilustrar la aplicación del
cálculo de probabilidades. Y sin mencionar éstas reservas, hay quien me las
reprocha! Muchas críticas tienen el mismo valor. Es inútil insistir.
Ernesto Bozzano, cuya opinión me
interesa mucho, me ha reprochado severamente haber separado la metapsíquica
objetiva de la subjetiva, porque según él, estos dos capítulos están en
realidad confundidos frecuentemente.
No puedo compartir ésta opinión.
Me parece al contrario que, cuando menos desde el punto de vista didáctico,
esta separación constituye un incontestable progreso. Desde luego, entre los
diversos médiums, la especialización es marcada. Eusapia palladino, por
ejemplo, y Martha Beraud son mediums de efectos físicos exclusivamente. Y no sé
que la Sra. Piper
haya producido jamás fenómenos físicos materiales.
Es verdad que a veces ciertos
médiums, como Home, Kluski, Stanton Moses y Madame Esperance están dotados de
ambas tipos de manifestaciones, pero no hay razón para considerarlas fatalmente
ligadas una con otra. La producción de luces o de ectoplasmas es extremadamente
rara, mientras que muchas personas, hipnotizables o no, tienen destellos de
lucidez. Estas pasajeras criptestesias, irregulares, intermitentes,
imperfectas, son muy comunes. Casi me atrevería a afirmar que nadie ha dejado
de tenerlas en el transcurso de su vida.
Algo muy distintoocurre con los
ectoplasmas, porque hoy en día probablemente no haya en el mundo veinte
personas capaces de obtener a distancia
algún efecto sobre la materia, salvo quizás para los raps , cuyo estudio sería , no obstante, necesario proseguir con
mucho mas cuidado que lo que se ha hecho hasta ahora.
Además, los métodos de
investigación para las dos metapsíquicas son enteramente diferentes, y esto
debería bastar para justificar nuestra casificación.
De todos modos, estoy por creer que
uno de los resultados esenciales de mi libro es haber establecido claramente la
necesariedad de tal distinción.
Lo que concedo de buena gana a
Bozzano es que los progresos de la ciencia metapsíquica conducirán quizás a
establecer una estrecha relación entre estas dos clases de fenómenos que hasta
el presente están separados. Nada parece menos intelectual, salvo raras
excepciones, que los groseros fenómenos de ectiplasmia, monótonos, desprovistos
no sólo de todo sentido, sino de todo buen sentido.
Definitivamente, en la opinión
casi unánime de todos los críticos, dandose cuenta de ello o no, se ha
efectuado completamente la disociación entre la metapsíquica objetiva y la
subjetiva, y el juicio resultante puede ser muy diferente, como lo es en
efecto.
1º) Se aceptan los hechos de la metapsíquica subjetiva.
2º) Se discuten, y en general se niegan, los hechos de la metapsíquica
objetiva.
I.
Los fenómenos de lucidez, de
telepatía, de criptestesia, de moniciones objetivas, son en efecto tan
numerosos, tan probatorios, que no existe posibilidad de negarlos. Después de
Alexis Dider, después de la Sra. Piper,
de Mad. Leonard y de centenares de otros ejemplos, existen los casos de Mad.
Briffaut y sobre todo de Ossovietzki, que son decisivos.
Tal vez la opinión haya sido
preparada para la metapsíquica subjetiva, debido a la la hipótesis de la
telepatía que fue acogida con algún favor desde sus comienzos y
convertida casi en popular, o bien por los asombrosos fenómenos de la
telegrafía inhalámbrica.
El caso es que en la actualidad
casi no hay oposición intransigente a ésta proposición – que he presentado y
que presento nuevamente, bajo la forma más simplificada- que excluye toda
hipótesis espiritista y de otra naturaleza:
La naturaleza humana tiene
procedimientos de conocimiento diferentes de los sentidos normales.
Un crítico mordaz, del cual no se
puede negar la malevolencia hacia nosotros, M. Leon Daudet, ha dicho poco mas o
menos-lo cito de memoria- que no rehúsa de ninguna manera admitir esta extensión dada a la inteligencia
humana. Es de esta manera,
aproximadamente, como se piensa en general, de suerte que las indignaciones,
las burlas y las críticas se han dirigido contra la metapsíquica objetiva, los
ectoplasmas y los fantasmas. Nada, o
casi nada se ha dicho contra la lucidez y la criptestesia.
Este es un hecho para considerar
cuya importancia no debemos disimular.
Cuando se presentan al público,
científico o no, hechos tan nuevos y singulares como los metapsíquicos, puede
darse por segura una ardiente oposción.
Bastante se ha logrado con haber hecho aceptar la mitad de las nuevas
concepciones. Esta primera mitad se encuentra casi fuera de discusión. No
seguramente, porque se le hubiere declarado verdad científica oficialmente
reconocida, sino porque se alla sobre ella y dejan de oponérsele más sarcasmos
y negaciones.
Si mi libro hubiese tenido por
único resultado hacer entrar en la ciencia positiva estos datos revolucionarios de que
existen en el universo vibraciones
desconocidas que obran sobre el organismo humano para determinar en la inteligencia
determinados conocimientos que los sentidos normales no pueden llevarle, pensaría
haber realizado una labor útil. En el día de hoy ese consentimiento no es
preciso que sea formal, con que aquella aprobación sea tácita, es suficiente.
En suma, no he insistir en defender más ésta proposición , que repito
para poder caracterizarla mejor y hacer comprender su alcance:
Existen vibraciones (fuerzas) en el universo que conmueven nuestra
sensibilidad y determinan ciertos
conocimientos de la realidad que
nuestros sentidos normales no han podido
registrar.
Esto, aunque no lo quiera el Sr.
Bozzano, no es sólo una hipótesis, sino un hecho. No soy de los que dicen :un
hecho no es nada en tanto que no se le pueda dar explicación o una teoría en
que encaje. Opino, al contrario, que este dato nuevo y formidable, es una revolución en la psicología ¿Quién sabe
si no irá aún más lejos?
Hasta el presente, todo el
esfuerzo de la ciencia había sido para probar el hecho; en adelante estará
permitido buscar las modalidades, trazar los límites, profundizar las
condiciones. Limitándose a la Psicología, sin
aventurarse en la Física
general o en la sociología, se presiente que estamos al borde de una ciencia
nueva. Esto-como ya hemos dicho- es algo formidable. Toda a psicología va a ser
modificada por completo y no podemos prever las consecuencias.
Lo que la ciencia tiene de
admirable es que, a medida que se separan cada uno de los eslabones de la
enorme cadena de misterios , aparecen otros cuya rareza e iter´s no son presentidos por nuestra débil
intelectualidad. Cada progreso científico es una entrada en lo imprevisto e
insondable.
En resumen, parece ser que la
metapsíquica subjetiva ha entrado definitivamente en el inexorable cuadro de la
ciencia.
II.
Ocurre algo muy diferente en la
metapsíquica objetiva.Se comprende muy bien por que esto es así.
Desde luego, los fenómenos
objetivos de la metapsíquicanson extremadamente raros, prodigiosamente
excepcionales. Son muy pocos los médiums de efectos físicos. Apenas se podría
nombrar una docena que hayan sido presentados a comprobaciones rigurosas; de manera
que la experimentación no se puede realizar más que sobre un número muy
limitado de sujetos en condiciones especiales que se presten con vehemencia a
la sospecha de fraude: por ejemplo, la oscuridad. De ello se deriva una conclusión
simplista: "no hay más que impostura".
De otra parte, está justificadas
las sospechas, porque con frecuencia los grandes mediums convertidos en
profesionales, conscientemente o no, se entregan a fraudes.
Además, por emocionante que se el
fenómeno de la criptestesia, es quizás menos pasmosomaún que la formación de un
fantasma o de un velo que se puede palpar y fotografiar.
No estoy de ninguna manera
sorprendido al ver el desencadenamiento general contra la ectoplasmia. El
estado anímico del público fue el de Crookes, Morsell, Bottazzi, Ochorowicz y
Oliver Lodge, antes que hubiesen experimentado. Fue de hecho el mío durante
mucho tiempo. ¿Por qué indignarme al ver a todo el mundo pensar y concluir como
habíamos concluído y opinado nosotros?
En todo caso, éste fue un precioso
recurso para ciertos periodistas.
Las escapatorias, las chanzas,
las murmuraciones de lugares comunes han tenido libre curso. Ciertos
periodistas han visto la noble materia a propósito para desplegar la finura de
su es`´iritu y la penetración de su juicio. Que no han leído nada de lo escrito
sobre la cuestión , huelga el decirlo. Pero al fin y al cabo, ¿cuándo ha habido
curiosidad de haber meditado o profundizado para redactar un artículo
humorístico?
Este desbordamiento espiritual no
tiene , sin embargo, importancia alguna. Es mas serio el hecho de que ciertas
experiencias de comprobación han sido desfavorables para algunos fenómenos
esenciales de la metapsíquica objetiva.
Nos referimos a las
comprobaciones relativas a Nielsen, Miss Goligher, Marthe-Eva Beraud y al
fotógrafo E. Hope, de Crew.
No puedo en un prólogo entrar en
una discusión que se encontrará expuesta brevemente más adelante. Me limitaré a
decir que las experiencias negativas, a menos que no sean en número enorme - ¡y
aún!-... no prueban nada.
Una sola experiencia positiva( a
condición, por supuesto, de que sea practicada correctamente) importa todo. Por
ejemplo, tomo las manos de Eusapia, las levanto muy alto separándolas y durante
éste tiempo otra mano me acaricia la
cara. Esta es una experiencia positiva. No atino a pensar cómo podría
invalidarse diciendo: "cien veces he tenido separadas las manos de Eusapia
y no he sentido jamás una tercera mano". Esta negación no prueba nada:
sino que sería necesario establecer, como es que yo, ( lo mismo que Ochorovicz, Myers y Oliver
Lodge) , hemos podido caer en una ilusión a tal respecto.
Ciertamente que serán siempre
necesarias nuevas experiencias y sujetos extraños y singulares, porque la
metapsíquica objetiva no está todav´`ia edificada sobre bases tan firmes como
la subjetiva, dependiendo de la rareza extrema de los médiums y la facilidad
relativa de fraude. A pesar de todo, creo que no pueden negar algunos de los
fenómenos principales.
¿Acaso cuanto hemos visto hasta
la actualidad todo ha sido fraude? Si así hubiese ocurrido, estas imposturas
habrían comenzado con las pequeñas Fox, las cuales, encontrando en su
imaginación que era divertido producir raps
fueron seguidas por millares de individuos crédulos y de buena fe que en
sesiones particulares los obtuvieron también, sometiéndose todavía a la
fantasía primitiva de las niñas. después hubieran seguido con Home, por su
capricho de producir una mano fantomática, y por Eusapia, Slade, y Stanton
Moses, que también la produjeron. Asimismo porque Eva hubiese cometido la
extravagante superchería de hacer salir ectoplamas de su boca, Stanislawa,
Willy y Miss Goligher, habrìan imitado esa burla. Tal amontonamiento de
embustes, desafiando todas las vigilancias, es de una inverosimilitud cuando
menos igual a la de la ectopasmia.El porvenir juzgará el pleito, y quizás ocurra
pronto.
III.
Mi Tratado de Metapsíquica ha
sido acogido con frialdad por los espiritistas, y comprendo el estado de ánimo
de los mismos. En lugar de aceptar una teoría infantil, prematura y deleznable,
he preferido aguardar, para constituir otra algo defendible, a que los hechos
estuvieran clasificados, codificados, y señalados, según las exigencias
precisas del método experimental. Al contrario, los espiritistas creen poseer
desde hace tiempo una explicación adecuada a todos los fenómenos, He dicho que
su explicación era hipotética; pero no he vacilado en reconocer que
frecuentemente, la hipótesis espiritista, con su sencillez, parece preferible.
Creo mas bien que esto no es mas que una apariencia. Sin embargo, la apariencia
existe.
Si los espiritistas fueran justos,
reconocerían que mi tentativa de hacer entrar en el orden de los hechos
científicos, todos los fenómenos que constituyen la base de su fe, merece
verdaderamente alguna indulgencia.
Reconocerían finalmente que el
paso hacia adelante es grande porque entre tanto, la metapsíquica subjetiva o
criptestesia será definitivamente clasificada como un hecho científico
comprobado.
La ciencia es, en resumidas
cuentas, la soberana señora del porvenir. No es por las plegarias, actos de fe
ni convicciones irreflexivas que se forma, sino únicamente por investigaciones
precisas y multiplicadas. Y sin temor a caer en repeticiones diré: que es preciso ser tan audaz en la hipótesis
como riguroso en la experimentación.
Este primer tratado de
Metapsíquica, tendrá la suerte de todos. Pronto será anticuado, porque los
progresos de esta ciencia nueva serán rápidos.
Pero nadie será mas dichoso que
yo al ver un nuevo tratado más completo, más demostrativo, rectificando los
errores, subsanando las omisiones, disipando las incertidumbres, las
oscuridades y las contradicciones, de este bosquejo, primera exposición
metódica y didáctica de estos angustiantes problemas.
C. Richet. Fines de
1923
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