En enero de 2020 (justo antes de que se declarara la pandemia de Covid-19), tuve la suerte de visitar el castillo de Dover (Inglaterra), famoso por su rica historia... y por los fantasmas que, según se dice, habitan sus maravillosos pasillos medievales.
Mi escepticismo sobre las apariciones fantasmales es bien conocido, pero las historias de fantasmas siempre me han fascinado. Así que la visita a los túneles era un momento muy esperado.
Es cierto que una visita a la Torre de Londres ya me había proporcionado la emoción de ver (entre otras muchas cosas) el emplazamiento de la tumba de Ana Bolena en la Capilla de San Pedro ad Vincula, pero esa vez no hubo aparición :-(
La foto de arriba (que tomé poco después de entrar en los pasillos) da fe del ambiente que nos envolvió literalmente nada más entrar.
Hay que decir que el largo recorrido es bastante laberíntico, con muy pocas señales para guiarse. Es muy fácil perderse y preocuparse cada vez más, tanto si se es crédulo como incrédulo. No sentí ninguna "presencia", sino una ansiedad creciente por encontrar la salida.
Así que era fácil comprender por qué hay quienes que se sugestionan y creen ver "formas" o "sienten" algo extraño. Sin embargo, algunas personas son inmunes a esos miedos: mi mujer -que suele desorientarse a diez manzanas de nuestra casa- estaba más que feliz y no se iría de allí por nada del mundo.
16.6.22
Experiencia personal en los túneles medievales del castillo de Dover
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