EL DEBATE CONTINÚA
Dr. Fernando Saraví
"En vez de considerar los interrogantes críticos planteados por Agostinelli, Piscitelli y Umaschi se embarcan en una mordaz crítica ad hominem. En ella, al tiempo que se rehusa delimitar la New Age, se delimita caricaturescamente a la "antigua" ciencia, con argumentos trasnochados, como el caso Galileo (que no fue condenado por sus pares sino por la autoridad religiosa), acusaciones sin base (¿quién cuestionó a los terapistas del Hospital Italiano?), exageración del papel de la autoridad (un artículo de Nature merece seria consideración, nunca asentimiento acrítíco) y recurso a motes peyorativos, como "científicos fundamentalistas".
"Al afirmar que los fenómenos paranormales han sido fácilmente desestimados, ignoran — culposamente, si los autores han leído el libro de Susan Blackmore que ellos citan, o el informe de la National Academy of Science estadounidense— la profundidad con que se ha examinado la evidencia en favor de lo paranormal.
"El hecho de que la preocupación — no el terror— de los científicos ante el arrollador avance del pensamiento mágico no sea compartida por el gran público, no hace más ni menos real la existencia de dicho problema. La libertad de opción exige información veraz, y los científicos faltarían a su responsabilidad si no informasen al público.
"La labor del CSICOP (Comité para la Investigación Científica de Supuestos Fenómenos Paranormales) y de otros organismos similares no es inquisitorial, sino esencialmente docente, dirigida a delimitar hasta qué punto determinada noción o técnica se basa en evidencia firme; no condena la libertad de pensamiento ni de expresión, mas denuncia la superchería y el charlatanismo disfrazado de ciencia.
"El sincretismo despreocupado de la New Age mezcla lo verdadero y lo falso, lo demostrado y lo deseado, en un cóctel indigesto y nocivo, que llevado a su límite implica el colapso del juicio crítico y del pensamiento racional, y deja a sus adeptos inermes ante las afirmaciones más peregrinas de toda clase de charlatanes.
"Sin embargo, para Piscitelli y Umaschi lo verdaderamente peligroso y retrógrado son los "científicos fundamentalistas". Esto equivale a decir que todos tos científicos son iguales, y que la "antigua" ciencia es una institución monolítica y hostil a nuevas ideas. Si bien es innegable la existencia de misoneístas, meter a todos los científicos en la misma bolsa es tan arbitrario y pueril como pensar que los científicos son defensores completamente objetivos y desapasionados (o sea, inhumanos) de La Verdad.
"En el fondo, el tema original parece haber servido solamente como excusa para la apología de las "Ciencias de la Complejidad" (así, con mayúsculas) y sus representantes, como legítimas herederas al trono, ya vacante, de la anquilosada antigua ciencia. Para ello se recurre al mismo maniqueísmo "mutilador" que se aborrece de palabra, al descalificar a la ciencia y a los científicos tradicionales, en favor de unas nuevas "ciencias de la complejidad", a las que se refieren en términos tan elogiosos como imprecisos.
"Por último, el paradójico "relativismo absoluto", muy New Age, con el que concluye la nota, nos deja a fojas cero: si toda realidad es inventada, las presuntas ventajas de la Nueva Era, como las de la Nueva Ciencia, carecen de base objetiva y existen sólo en la imaginación, o en los anhelos, de sus partidarios. €0€
LA CIENCIA NO PUEDE DISPUTARLES EL PAPEL DE “GUÍA PARA LA VIDA” A LOS SISTEMAS DE CREENCIAS
Dr. Celso Aldao- Dr. Manuel Comesaña
"La ciencia no tiene todas las respuestas. No es capaz de decirnos, por ejemplo, cuáles son los fines que debemos perseguir; sólo puede, en algunos casos, indicamos cuáles son los medios más adecuados para alcanzar ciertos fines. Por esto se la ha criticado; se la ha acusado de ofrecemos una racionalidad meramente "instrumental". Esto último es cierto, pero no justifica ningún reproche: nadie en su sano juicio se enojaría con las almohadas porque no sirven para clavar clavos.
"En lo que concierne a la adopción de fines, la ciencia no puede reemplazar a nuestras intuiciones, aunque sí puede ayudar a corregirlas mostrando que algunas elecciones tienen consecuencias que no deseamos, o que algunos de nuestros fines son incompatibles entre sí. Como suele decirse, la ciencia se ocupa de lo que es, y no de lo que debe ser; por eso no puede disputarles el papel de "guía para vida" a sistemas de creencias como las religiones o las ideologías. Sólo se produce conflicto cuando esas creencias pretenden pasar por científicas; es decir, cuando éstas se presentan bajo la forma de pseudociencias.
"El campo de acción de la ciencia es, entonces, limitado; pero en ese campo, hasta ahora, nada ha podido competir seriamente con ella. Su objetivo principal consiste en brindamos una comprensión del mundo mucho más profunda que la que nos dan los conocimientos provenientes del sentido común, y, sobre la base de esa comprensión, también nos permite transformar el mundo.
"Para alcanzar estos objetivos los científicos deben hacer varias cosas. En primer lugar, producir hipótesis y teorías, para lo cual no existe ningún método mecánico (si existiera alguno, la ciencia podría ser hecha por máquinas); esta primera etapa de la tarea científica requiere inevitablemente talento e imaginación. En segundo término, los científicos deben poner a prueba sus hipótesis y teorías confrontándolas con los resultados de la observación y el experimento —cuyo diseño requiere una dosis excepcional de ingenio— aceptando sólo aquellas que resulten confirmadas por tales resultados. Cuáles sean exactamente los vínculos entre teoría y observación es algo que los filósofos de la ciencia siguen discutiendo, pero no puede dudarse razonablemente de que la función de control que los datos empíricos cumplen en la ciencia es la principal diferencia entre ésta y los sistemas de creencias mencionados en el párrafo anterior.
"La Nueva Era es un abanico de creencias y actitudes populares, muchas veces contradictorias, y al mismo tiempo un movimiento de protesta que desconfía de la ciencia y busca desarrollar nuevos "niveles de espiritualidad". La Nueva Era popularizada por Marilyn Ferguson en su libro The Aquarian Conspirancy y su rechazo a lo establecido ha penetrado hondamente en nuestra cultura; la industria publicitaria y los medios masivos de comunicación han abrazado sus técnicas y valores, sus adherentes piensan que la ciencia ha creado una civilización tecnológica que degrada los valores humanísticos (...)
"Sin duda, algunas ideas de la Nueva Era merecen ser compartidas, y de hecho lo son. Por ejemplo, la necesidad de proteger nuestro ambiente y considerar a la especie humana como una comunidad mundial ha sido reconocida por muchos, y seguramente no le corresponde a aquella la paternidad de esta iniciativa. Pero la Nueva Era incluye también una amplia gama de pseudociencias y creencias que no resisten un análisis crítico: la astrología, la canalización (que no es más que el espiritismo del siglo XIX aggiornado con términos de la era electrónica), la psicokinesis, la proyección astral, la levitación, la clarividencia, el "poder de los cristales", la medicina holística y las terapias alternativas, los ovnis y las vidas pasadas. Todas estas creencias tienen rasgos comunes, como la búsqueda del misterio, el uso de mitos y analogías como "pruebas", y la ausencia de una teoría digna de tal nombre (en realidad sólo se dispone de un guión dramático impreciso y, por lo tanto, irrefutable).
"El interés popular por lo oculto se ha intensificado llamativamente en los últimos años. Son muchos los que hoy, en todos los estratos de la sociedad, están deseosos de aceptar, sin crítica, explicaciones que atribuyen causas paranormales a fenómenos poco comprendidos o imperfectamente percibidos. Deben ser muchos los factores que contribuyen al auge del pensamiento mágico en nuestros días, pero seguramente la ineficacia de una educación que no logra estimular el desarrollo del pensamiento crítico y la irresponsabilidad de los medios masivos de comunicación que explotan el rating del dislate figuran entre los más importantes (...)
"Los científicos siempre están preparados para considerar nuevos resultados y nuevas explicaciones. Es por esto que la calificación de "Ciencia fundamentalista" de Piscitelli-Umaschi resulta ser un oxímoron sin contenido alguno. El desarrollo de la ciencia es imposible sin libertad de investigación y de crítica. Por eso nos llevó algún tiempo entender las caricaturas que aparecieron en Futuro... Nunca habríamos representado a la ciencia como a una reina; la figura de una reina no resulta revolucionaria, ni siquiera progresista. Por otro lado, los científicos no tienen poder político alguno. (Para la Nueva Era, sin duda, hubiéramos optado por un charlatán con una víbora enroscada en su cuello).
"A lo largo de todo el artículo se confunde a los inquisidores con las víctimas. Por ejemplo el término "guardián del orden científico" carece de contenido; es sólo un subterfugio para adjudicar a los científicos el papel de inquisidores (no disponen de poder como para llevar a cabo un trabajo de ese tipo) cuando la historia muestra, por el contrario, que los científicos fueron siempre las víctimas.
"El estudio de los fenómenos paranormales se originó fuera de la ciencia. Estos fenómenos son de gran interés y atracción y, en muchos casos, podrían tener importancia científica sí fueran ciertos. Pero las ideas involucradas son incompatibles con el conocimiento científico y no hay pruebas de la existencia de fenómenos de este tipo bajo condiciones controladas que excluyan el fraude. Por el momento debemos seguir escépticos.
"Hoy día carece de sentido decir que un investigador se rebela "contra el mundo mecánico propuesto por Newton, contra la matemática y la física determinista" o el "paradigma newtoniano". Esta crítica desconoce en qué está la física hoy. Moledo ya aclaró que el caos es un tema de actualidad en ciencia.
"Sí las ciencias de la complejidad intentan nuevos caminos, bienvenidas sean. Si sus logros son enriquecedores para el conocimiento científico, serán finalmente juzgadas su solidez y su fecundidad. El futuro dirá si realmente lo son, pero si las cosas no resultan como desearían los entusiastas de la nueva ciencia, la culpa no es del Cairp.
"Las pseudociencias se han convertido en un gran negocio que explota la credulidad pública, al mismo tiempo que pone en peligro la salud y el bienestar de la gente y aun de naciones enteras (Hitler acostumbraba consultar a sus adivinos antes de tomar una decisión; existen ejemplos actuales) y predisponen a la población contra la ciencia. Las pseudociencias no son inofensivas como opina Moledo: el costo social de su proliferación es realmente incalculable. (Una concepción irracional del mundo puede tener consecuencias trágicas. Por ejemplo, ser rechazado en un empleo por incompatibilidad zodiacal (discriminación astrológica ya detectada). Este último caso muestra que aunque las estrellas y los planetas no influyen en nuestras vidas, en el torbellino del disparate nuestra carta natal puede hacerlo.
"Ante el cúmulo de disciplinas irracionales contrarias al conocimiento científico, quienes nos encontramos vinculados a la ciencia tenemos dos caminos: ignorar lo que ocurre o trabajar para desenmascarar a los farsantes y charlatanes. Hay quienes consideran que las pseudociencias se refutan solas, que sus afirmaciones resultan evidentemente falsas.
Desgraciadamente no es así; los consultorios de parapsicólogos, astrólogos, y manosantas desbordan de clientes. Los cultores de estas disciplinas —de alguna manera hay que llamarlas— llegan al gran público regularmente a través de la radio, la TV, y los medios gráficos. A esta altura los falsos científicos tienen allanado el camino. Efectivamente, no son pocos los adherentes y practicantes que abren sus puertas a quienes contemplan permisivamente sus actividades.
"Al investigar y refutar las pretensiones (muchas veces peligrosas) de las pseudociencias no probamos lo evidente. Se trata de denunciar el fraude y prevenir el abuso de la credulidad pública. En esta ardua e ingrata tarea, organizaciones científico-educativas como el CSICOP y el Cairp, llevan a cabo una tarea encomiable, que muchas veces ni siquiera es comprendida por los científicos. €0€