Semen Buravov, un acaudalado campesino que vivía en el pueblo de Vazhiny, en la provincia de Olonets, en la Rusia zarista, empezó a sentirse muy mal a principios de 1893. Al volver de bañarse la mañana del 9 de enero, Buranov se quejó de sed extrema, mareos y sequedad de boca, y esa noche pidió a su hija que le diera un laxante, suponiendo que tenía una dolencia estomacal. Sin embargo, el estado del paciente se deterioró y falleció al día siguiente.
Durante la investigación de oficio llevada a cabo por la policía del distrito, se obtuvo información de que un tal Ivan Krisanfov, médico jubilado, se jactaba de tener unas cartas comprometedoras para la hija del difunto, probablemente con la intención de extorsionarla.
La policía imperial no era conocida por su transparente adhesión a la ley, así que el fiscal obtuvo rápidamente las cartas. Tras leerlas detenidamente, se dio cuenta de que Maria Rumyantseva, la heredera de Buravov, estaba envenenando poco a poco a su padre con sustancias que le suministraba el médico jubilado, y ordenó su detención.
El 12 de agosto de 1895, el caso fue juzgado por el tribunal de primera instancia del distrito. En esa sesión, Maria se declaró culpable del delito del que se la acusaba, explicando que había recibido de Krisanfov diversas sustancias venenosas para envenenar a su padre.
La confesión
La primera vez, el 23 de octubre de 1892, la hija puso un polvo blanco en el té de su padre, que le hizo enfermar durante dos días. El 4 de enero de 1893, vertió dos cucharaditas de una ampolla de óxido de zinc con azufre en un vaso de kvas, que el hombre bebió sin sospechar nada. Aprovechando que la víctima tenía que ir al baño durante mucho tiempo, la acusada roció un extracto de belladona sobre el radiador un calentador.
Al volver del baño (retrete), el padre se sintió aún peor, quejándose de una sed de agonía y mareos. Esa misma noche, cuando pidió a su hija el laxante, bebió el supuesto remedio del mismo vaso calentado en el recipiente que había sido rociado antes con belladona, añadiéndole el polvo blanco que ya había utilizado en octubre.
El tribunal los declaró culpables, a los dos, de envenenamiento y condenó a María y al viejo médico a la privación de todos sus derechos patrimoniales, pero a la hija la sentenció a 8 años de trabajos forzados por ser la mano criminal directa y al viejo a 5 años por complicidad y suministro del veneno.
Una hipnótica vuelta de tuerca
Pero ahí no acabó la historia, ya que el caso fue llevado al tribunal de segunda instancia de San Petersburgo, actuando como perito forense el reputado neurólogo y psicólogo Vladimir Bechterev, jefe del Departamento de Enfermedades Nerviosas y Mentales de San Petersburgo.
Para investigar más a fondo los motivos del crimen, se autorizó a Bechterev a hipnotizar a la principal acusada, lo que constituye el primer caso de uso de la hipnosis en un tribunal ruso. Fue interrogada mientras se le controlaba el pulso y, en estas circunstancias, salieron a la luz hechos que antes no se habían mencionado con tanto detalle.
María contó que, por consejo de su médico de cabecera, acudió a Krisanfov para someterse a sesiones de relajación. Durante estas sesiones, el anciano médico le aplicó una pomada y le masajeó las piernas, los brazos y el pecho de abajo hacia arriba, pero ella no recordaba exactamente lo que le decía durante los masajes. Tanto Bechterev como el otro perito dieron su opinión sobre el estado mental de la acusada. Dado que no podía negarse la posibilidad de sugestión hipnótica durante el masaje relajante, su resistencia mental se habría visto reducida y, en consecuencia, su cordura probablemente se habría visto afectada por la sugestión.
No es necesario aclarar que Bechterev era un ferviente creyente en el poder de la sugestión posthipnótica.
A medida que seguía indagando, salían a la luz nuevas y más profundas revelaciones:
Krisanfov no dejaba de mirarla durante las sesiones, y esta mirada la aterrorizaba. A lo largo de las sesiones, el médico le proponía amor y la adoctrinaba con la idea de envenenar a su padre para conseguir su herencia. También firmaba facturas por valor de 40.000 rublos a favor de Krisanfov.
La resolución
El tribunal dictaminó que, aunque el informe de los peritos dejaba claro que María podía dejarse influir fácilmente por otros, este hecho no podía ser la base para determinar que la acusada no era mentalmente competente, por lo que no lo tuvieron en cuenta en su dictamen. Las cartas pertenecían a un periodo relativamente largo, lo que sin duda indicaba que el crimen fue cometido por María con plena conciencia, y el suministro del veneno por el supuesto hipnotizador era indudable.
Como atenuante, la Sala consideró que la propia acusada había confesado el crimen durante la investigación preliminar y había nombrado a su cómplice, por lo que redujo su condena a cinco años de trabajos forzados en lugar de los ocho originales.
De esta manera, el rival de Pavlov (Vladimir Bechterev) fue el primer experto forense que intentó utilizar la hipnosis para defender a un acusado de asesinato... que -supuestamente- lo había cometido por hipnosis.
La causa penal se encuentra en el Archivo Histórico Estatal Central de San Petersburgo, en el Tribunal de Distrito de Petrozavodsk, Comisaría 1 (en Koni A.F. Obras completas en 8 volúmenes. Volumen 1: De las notas de una figura judicial. M.: Juridicheskaya literatury, 1966 - P.48.)