En 1911, Charlotte Moberly y Eleanor Jourdain (directora y vicedirectora, respectivamente del Oxford Ladies' College) publicaron un libro titulado "An Adventure" (traducido al francés como "Les fantômes de Trianon" y al español como "Una aventura en el tiempo").
En ese texto afirmaban que diez años antes, el 10 de agosto de 1901 -la fecha es importante-, estuvieron paseando por los jardines de Versalles como turistas, pero se habían perdido y se encontraron con las apariciones de María Antonieta y miembros de su corte.
El libro fue recibido con escepticismo por los estudiosos, pero fue un éxito de ventas: llegó a tener cinco ediciones en la década de 1950 y generó muchos elogios populares, tanto a favor como en contra.
¿Por qué es importante estudiar este caso, de hace más de un siglo? Porque en la actualidad algunos creen que se produjeron allí hechos extraordinarios...
El sitio web Europaranormal cuenta que
al cumplirse el centenario de
aquella jornada, miembros del Ghost Club (sociedad dedicada a explorar y debatir fenómenos
paranormales) recorrieron las instalaciones y se encontraron con descendientes de
Moberly y Jourdain que querían homenajearlas allí mismo.
Además, la página web del Palacio de Versalles afirma que la historia contada en el libro es verídica:
“Años después se ha hecho un descubrimiento que confirma su historia. Se ha encontrado un plano del Trianón que demuestra que en 1774 había efectivamente un quiosco chino. La cuestión que se plantea es la siguiente: ¿cómo consiguieron Moberly y Jourdain esta información, tan inesperada para su época, ... y si las personas con las que se encontraron allí eran en realidad fantasmas de la época de Luis XV?
El relato
En el libro "An Adventure" las autoras – que utilizaron seudónimos en su primera edición- cuentan la historia de su visita a Versalles como turistas. Tras pasar por el Palacio principal, decidieron ir al Petit Trianon (palacete rodeado de jardines y varias construcciones) pero se perdieron en los jardines y bosques.
En aquella época, Versalles era mucho menos visitado que ahora y no todo el recinto estaba habilitado para los turistas. Los terrenos son inmensos: 3,5 km de punta a punta (Dunning, 2012).
“…llegamos a un camino verde, ancho y perfectamente desierto. Si lo hubiéramos seguido, habríamos llegado enseguida al Petit Trianon, pero como no sabíamos dónde estaba el edificio, lo cruzamos y subimos por un sendero que había ante nosotras".(Morison & Lamont, 1913)
Algunas observaciones que se extraen del texto publicado:
- Se suponía que las dos turistas debían ir del Palais hasta el Petit Trianon por un camino concreto A, pero se perdieron y tomaron otro camino B que no conducía directamente a su destino.
- A lo largo de este camino B se encontraron con personas extrañamente vestidas que les hicieron sentir incómodas y deprimidas.
- Moberly (no su acompañante) se fijó en una mujer que sacudía una tela a través de la ventana de una casa (Mujer 1)
- Al girar por un sendero, ambas vieron a “dos hombres con sombreros de tres picos, vestidos con largos abrigos de color verdoso”. Moberly supuso que eran jardineros o funcionaros (Hombres 1).
- Jourdain, que hablaba un francés de principiante, les preguntó por donde ir y ellos le respondieron que siguieran “tout droit” (todo derecho), frase que malinterpretó como “gire a la derecha”.
- Mientras caminaban en esa dirección vieron a una mujer y una niña “vestidas de manera inusual” (Mujeres 2). La señora le daba una jarra a la niña, y “por un momento parecieron detenerse como figuras de un tableau vivant" (representación de un grupo de actores para una fotografía).
- Llegaron al comienzo de un bosque y se toparon con lo que parecía un Belvedere o quiosco de jardín. Como ese tipo de miradores son de tipo oriental, lo más probable es que se tratara del quiosco chino de 1774 mencionado en el sitio web de Versalles. El lugar se utilizaba antiguamente para representaciones teatrales.
- Junto al quiosco se toparon con un hombre sentado (Hombre 2) que para Moberly “tenía un aspecto repulsivo”, y a Jourdain le pareció que “ su cara estaba picada de viruela”
- Para Moberly "de repente, todo tenía un aspecto antinatural y, por tanto, desagradable; incluso los árboles detrás del edificio parecían haberse vuelto planos y sin vida, como un bosque bordado en un tapiz. No había juegos de luces y sombras, ni viento que agitara los árboles. Todo estaba demasiado quieto".
- Jourdain tuvo sensaciones parecidas “como si caminara en un sueño”
- Ambas se sintieron aliviadas "cuando un caballero con la cara colorada y los zapatos abotonados apareció de repente por detrás de nosotras y nos advirtió (en un francés con acento) que íbamos en dirección equivocada; y salió corriendo en otra dirección”. (Hombre 3)
- Tras cruzar un pequeño puente con un arroyo por debajo, llegaron al Petit Trianon. Cerca de ahí vieron a una “mujer que estaba dibujando; llevaba un vestido extrañamente anticuado con un gran sombrero blanco” (Mujer 3)
- Mientras subían los escalones del edificio, Moberly miró de nuevo a la mujer que dibujaba y “volví a tener una inexplicable sensación de melancolía”.
- De repente, “un joven vestido de lacayo” cerró la puerta tras de sí, se acercó corriendo y “con una extraña sonrisa” les dijo que la entrada principal no era por la que intentaban ingresar sino que estaba “al otro lado”. (Hombre 4)
- Continúan el relato ya sin incidentes: “Fuimos a la fachada del Petit Trianon, donde vimos a una pareja francesa. Dentro había varias personas en una fiesta de casamiento. Recuperamos el ánimo y nos unimos a un grupo de visitantes que recorría las salas”.
- Ni ese día, ni en los siguientes hablaron de lo sucedido.
¿Qué pasó después de la "experiencia"?
Una semana más tarde, todavía en París, mientras Moberly redactaba una carta a su hermana en Inglaterra, se sintió repentinamente invadida por una sensación de inquietud similar a la de Versalles. Dejó de escribir y preguntó a Jourdain:
¿Cree usted que el Petit Trianon está encantado?
La respuesta fue inmediata:
Sí, lo creo.
Tres meses más tarde, retomaron el tema y descubrieron que la señorita Jourdain no había visto a la dama que agitaba el paño (Mujer 1), lo que sorprendió a Moberly, porque ella sí.
Decidieron escribir relatos separados para comparar sus experiencias. Moberly terminó su relato 107 días después del incidente, mientras que Jourdain lo hizo 110 días después. Esto es significativo por el tiempo que había transcurrido entre el suceso real y los primeros manuscritos.
Cuando examinaron sus textos, descubrieron que sus sentimientos de depresión y ansiedad habían empeorado cuando se encontraban cerca de los dos hombres, y que los caballeros del bosque habían sido algo "teatrales" en su apariencia y comportamiento.
Jourdain menciona que una amiga francesa le dijo que
María Antonieta y otros miembros de su corte rondaban Versalles en cierta fecha determinada
araíz de ese comentario, empezó a relacionar sus experiencias con la historia francesa y descubrió con asombro que el 10 de agosto de 1792 fue el día en que el palacio de las Tullerías fue atacado por los revolucionarios, la guardia real masacrada y los Reyes llevados ante la Asamblea Legislativa.
Inmediatamente empezaron a preguntarse si habían
"entrado inadvertidamente en un acto de la memoria de la Reina cuando vivía, y si esto explicaba nuestra curiosa sensación de estar completamente confinadas y oprimidas".
¿Como llegaron a una explicación tan extravagante?
Moberly mencionó que su familia poseía "poderes psíquicos" ya que tanto su abuela como su madre
"tenían poderes de premonición acompañados de visiones".
Ella misma había presenciado la aparición de pájaros que anunciaban la muerte de un obispo de Salisbury y, en 1914, había visto a un hombre de dos o tres metros de altura que llevaba una corona en el Museo del Louvre, creyendo que era una aparición del emperador romano Constantino. La Srta. Jourdain afirmaba tener "poderes de percepción extrasensorial deliberadamente poco desarrollados". Añade que "ambas rechazaban firmemente el espiritismo" (Castle, 1991).
Ambas creían poseer habilidades extraordinarias, por lo que bien podrían haber actuado como receptores psíquicos en una situación anómala.
Entre los sucesos de aquel día de 1901 y la publicación de "Una aventura" en 1911, ambas mujeres intentaron dos veces convencer a la Sociedad para la Investigación Psíquica (S.P.R.) de que su caso merecía ser investigado. La primera vez, en 1901, las notas fueron rechazadas por carecer de interés. Este ultraje indignó a Moberly y siguieron años de desesperada investigación y búsqueda de pruebas. Poco antes de que se publicara el libro, los editores Macmillan, le pidieron a la S. P. R. que volviera a examinar otras anotaciones nuevas que, según Moberly, eran insignificantemente diferentes de las primeras. Sin embargo, el oficial de investigación de la S.P.R. volvió a rechazarlas tras comprobar que había añadidos significativos (Lamont, 1919).
Lamont comparó los cuatro relatos (los dos originales de 1901 y los dos de 1911) y encontró pruebas de que estos últimos no eran simplemente una ampliación de los anteriores. Las entradas posteriores no habían sido escritas de forma independiente, como lo habrían sido las anteriores. Descubrió que solo Jourdain volvió a visitar el lugar en 1902 y 1906, y que ambas repitieron la visita al Trianon en 1904, 1908 y 1910. (Lamont, 2019)
A pesar del doble rechazo, decidieron publicar su historia bajo seudónimos. Tras la muerte de las dos mujeres (Jourdain en 1924 y Moberly en 1937), la edición se publicó con sus nombres reales.
En la década de 1950, el investigador psíquico Guy Lambert propuso una teoría alternativa aún más extraña (Lamont, 2019). Al parecer, Lambert encontró un sorprendente parecido entre los caminos tomados por las damas en 1901 y un diseño de 1774 del arquitecto de Luis XV (Antoine Richard) "que fue rechazado y nunca se realizó". De hecho, sugiere que no entraron en la memoria de la Reina (como había escrito la señorita Moberly), sino que "lo imaginaron todo en trance, en una relación telepática con la mente de Antoine Richard". El hombre con cada picadura de viruela (Hombre 2) sería un "reflejo de la memoria" del arquitecto, recordando el rostro de Luis XV, que había muerto de la enfermedad. Se trataría pues de una "retrocognición" (percepción extrasensorial del pasado), ni de un viaje físico lejano ni de una visión de fantasmas. Sin embargo, no explicó el mecanismo de tal proceso.
Escepticismo sobre el caso
Tras la publicación de "An Adventure" en 1911, Eleanor Sidgwick le dedicó una crítica muy negativa en el Journal of the Proceedings of the Society for Psychical Research. Un investigador francés empleado por la S.P.R. siguió el mismo camino que los profesores ingleses y comparó lo escrito con lo que vio. Aunque no cuestionó la honestidad de las damas, el revisor opinó que el caso bien podía explicarse por lapsus de memoria y relleno. Para Sidgwick, no había nada inusual en el recorrido, aparte del importante hecho de que, mientras caminaban, las mujeres "en lugar de prestar atención a su entorno, charlaban distraídamente sobre sus amistades de Oxford".
Peor fue lo que ocurrió cuando, en 1950, el investigador psíquico William H. Salter examinó a fondo la correspondencia de Moberly-Jourdain con la S.P.R. y llegó a la conclusión de que muchos de los detalles habían sido añadidos en 1906, después de que ellas hubieran regresado a Versalles y realizado parte de su investigación histórica. No estaban incluidos en los manuscritos de 1901 (Dunning, 2012).
En otro orden de cosas, la crítica literaria Terry Castle (1991) argumentó que toda la historia debía de ser producto de una folie a deux (trastorno psicótico compartido); la personalidad inductora del delirio habría sido la de Jourdain, que dirigió activamente la investigación. Dos años antes, el psicólogo Leonard Zusne había sugerido que las visiones de las autoras podrían haber sido en realidad experiencias alucinatorias.
El golpe final
La editora de la quinta edición del libro, Joan Evans (que heredó los derechos tras la muerte de las dos creadoras), hizo una descripción muy detallada en el prefacio de las personalidades de las dos mujeres a las que conoció personalmente. Cuenta que en 1910, siendo muy joven, acompañó a Jourdain a tomar fotografías en los terrenos de Versalles "para los investigadores psíquicos", y que "aunque indudablemente honestas, eran muy crédulas y con poco juicio crítico" (Evans, 1955). (Evans, 1955).
Dos décadas más tarde ella misma prohibiría cualquier nueva edición del libro alegando que había salido a la luz "una explicación definitiva de los hechos". (Evans, 1976).
El historiador Philippe Jullian, en su biografía del poeta Robert de Montesquiou, revela que "desde que era un joven veinteañero, a este conde, como a algunos de sus amigos, le gustaba vestirse a la usanza del siglo XVIII". Añade que "era la época de los tableaux vivants con recreaciones históricas y bailes de disfraces".
Montesquiou se trasladó junto al recinto y "con esta finca a sus espaldas, podía sentirse como en casa en las galerías, parques y jardines de Versalles y planear fiestas para sus amigos que renovaran el esplendor del pasado". Todo ello era posible porque "su casa tenía una puerta al parque y el conservador, Pierre de Nolhac, le había prestado una llave privada". Al principio, el aristócrata organizaba fiestas públicas con fines benéficos, "pero luego se cansó de tales eventos y organizó reuniones sólo para sus íntimos, siempre con trajes del siglo XVIII" (Jullian, 1967).
Evans relata que Montesquiou contaba con la ayuda de su secretario, Gabriel Yturri, para organizar las fiestas. "Era moreno y guapo. Normalmente vestían igual, con un toque de elegancia exótica ". (Evans, 1976)
Jullian sugirió en su libro que los dos funcionarios vestidos de forma similar con sombreros de tres picos (hombres 1) eran en realidad "Montesquiou e Yturri, extravagantemente vestidos". Al lado de los hombres, a la derecha, la Srta. Jourdain había visto a una mujer y a una niña (mujeres 2) vestidas de forma inusualmente anticuada. "Ambas parecieron detenerse un momento, como en un tableau-vivant; pero nos apresuramos a seguir y no vi el final" (Morison & Lamont, 1913). La extrañeza de lo que vieron llevó a Moberly y Jourdain a acelerar el paso, deseosas de llegar a su destino lo antes posible. No les interesaba en absoluto investigar la naturaleza de sus posibles visiones.
De esta escena, Evans dijo enfáticamente: "Aquí, creo, está la clave. Estaban ensayando un tableau vivant para una celebración que no necesariamente debía tener lugar en ese momento o lugar" (Evans, 1976). (Evans, 1976)
Según esto, algunos actuarían (Mujer 1, Mujer 2, Mujer 3), otros observarían (Hombres 1 y Hombre 2) y otros simplemente irían a alguna parte (Hombre 3 y Hombre 4).
Así, algunos de estos personajes interactuaban con las turistas, especialmente los caballeros: les advertían de que fueran "tout droit" (Hombre 1), o de que iban por el camino equivocado (Hombre 3), o de que estaban entrando por el lado contrario a la puerta por la que querían ingresar (Hombre 4), o ponían cara de disgusto por la presencia de turistas donde no debían estar (Hombre 2). Curiosamente, las mujeres (Mujer 1, Mujer 2, Mujer 3) no interactuaron con ellas y, según las propias autoras, no les causaron mucha preocupación (Morison & Lamont, 1913).
Si se trataba de un ensayo, los personajes de época se encontraban en un lugar que no correspondía al recorrido turístico, pero que era adecuado para sus actividades. Los que se perdían y se iban a otra parte eran ellas mismas.
Conclusiones
Todas estas explicaciones coinciden en suponer la honestidad de los dos autoras del libro. Hubo errores de juicio por su parte, interpretaciones erróneas de lo que vieron, confusión, credulidad, autosugestión, lagunas en la memoria y una imaginación hiperactiva (no creemos que la experiencia alucinatoria fuera probable).Sobre todo, tenían una necesidad desenfrenada de demostrar que habían tenido una experiencia extraordinaria. La falta de honradez de Moberly hacia los miembros de la S.P.R. evidenciaba su propia impotencia para convencerles con pruebas. El sesgo confirmatorio (tendencia a preferir, buscar, interpretar y recordar información que confirma las propias creencias) dictó su investigación.
Veo el problema no tanto al principio, cuando buscaban un sentido a la experiencia y estaban confusas o perplejas por la extraña situación, sino en lo que vino después.
Este aspecto es crítico porque algunos creyentes y/o investigadores convencidos de la existencia de fenómenos PSI (paranormales) cometen el mismo error al querer demostrar sus conjeturas en lugar de guiarse por las evidencias. Es muy probable que en este caso no haya deshonestidad deliberada, sino un claro desprecio por la duda razonable.
Con todas estas idas y venidas, giros, cambios, descuidos, tergiversaciones y falta de sentido común, no parece extraño que la credulidad haya literalmente hecho su
agosto.
Referencias:
Morison, E. & Lamont,F. (1913). An Adventure. Macmillan & Co Ed.
Castle, T. (1991). Contagious Folly: An Adventure and Its Skeptics. Critical Inquiry 17, 741-72
Dunning, B. (2012). The Versailles Time Slip . Recuperado 14 de julio de 2022, de Skeptoid website: https://skeptoid.com/episodes/4296
Evans, J. (1955). Preface in Moberly,Ch. & Jourdain, E. An Adventure. Coward-McCann Ed.
Evans, J. (1976). "End to an Adventure: Solving the Mystery of the Trianon. Encounter. October 1976, 33-46
Jullian, P. (1967). Robert de Montesquiou a Fin-de-Siecle Prince. Seker & Warburg Ed.
Lamont, M. (2019). The Mysterious Paths of Versailles: An Investigation of a Psychical Journey Back in Time. Amazon Kindle
Society for Psychical Research (1911). An Adventure. [Review.] Proceedings of the Society for Psychical Research. 25 Supplemental, 353-60
Zusne, L. & Jones, W. (1989). Anomalistic Psychology. Taylor and Francis Ed.