Jean Bricmont es Profesor de Física Teórica de la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica y Presidente honorario de la AFIS (Asociación Francesa para la Información Científica ) que edita la revista Science et pseudo-sciences. Destacadísimo miembro del movimiento Bright de Francia , está interesado en la crítica del "posmodernismo científico" y también analiza las relaciones entre Ciencia y Religión. Junto a Alan Sokal, ha escrito el célebre "Imposturas Intelectuales" .
El que sigue es un artículo (dividido en entregas debido a su extensión) que fue escrito hace siete años y aunque algunos personajes mencionados (por ej: J. Eccles, I.Prigogyne y S.J.Gould) han fallecido, tiene plena vigencia . Para ésta primer parte recomiendo consultar el excelente artículo de Pedro J. Hernández "El argumento del diseño y el principio antrópico"
por Jean Bricmont
Publicado el 12/04/2000 . Traducido del francés de http://atheisme.free.fr/
Entonces, préndale fuego, porque sólo contiene sofismas e ilusiones.
INTRODUCCION
Pareciera ser la hora del diálogo después de siglos de conflicto y separación entre ciencia y teología. Son innumerables los seminarios y encuentros dedicados a éste tema. Científicos eminentes como Friedrich von Weizsacker y Paul Davies han recibido el premio "para el progreso de la religión", ofrecido por la Fundación Templeton. La AAAS (Asociación Americana para el Avance de la Ciencia ) organizó en abril de 1999 un debate público sobre la existencia de Dios. El semanario Newsweek no vaciló en proclamar en su portada del 27 de julio de 1998 que "la ciencia descubre a Dios". La Universidad Interdisciplinaria de París (UIP) organiza numerosas conferencias sobre la convergencia entre ciencia y fé con la participación de científicos de alto nivel -pej: John Eccles, Illya Prigogine-. Esta "universidad"( que no es realmente una universidad sino una asociación que organiza conferencias y edita la revista "Convergencias") goza de poderosos sostenes financieros. El positivismo no es ya admisible en filosofía y la ciencia post cuántica y post gödeliana se ha tornado modesta. Por otra parte, los teólogos atienden a la ciencia a la que han renunciado a contradecir o dirigir.
¿Nos dirigimos hacia el mejor de los mundos? Pues no.
Defenderé una tesis que va en contra de ésta tendencia y demostraré que- si son bien entendidos- el método científico y el método religioso son inconciliables .
Evidentemente la aproximación religiosa actual es difícil de aprehender porque se ha vuelto terriblemente vaga y diversificada, lo que dificulta la crítica precisa. Siempre se me puede responder que no he comprendido la esencia del asunto y dirigirme a la lectura de un nuevo autor. Por consiguiente, limitaré mi crítica a cuatro ejes que- me parece- caracterizan las principales actitudes adoptadas por los creyentes frente a la ciencia.
2º) La doctrina -opuesta a la primera- según la cual existen diferentes órdenes de conocimiento : uno reservado para la ciencia y otro reservado para la teología (a veces , teniendo entre ambas a la filosofía)
3º) La tesis, reactualizada recientemente por el paleontólogo Stephen Jay Gould , según la cual la ciencia y la religión no pueden entrar en conflicto porque una se ocupa de juicios de hecho y la otra de juicios de valor.
4º) Finalmente, lo que se podría llamar subjetivismo o "postmodernismo cristiano".
La raíz de la oposición entre ciencia y religión se refiere esencialmente a los métodos que deben seguirse para lograr conocimientos fiables, cualquiera que fuera el objeto de tales conocimientos.
Uno de los principales efectos que tuvo sobre nuestro modo de pensar el nacimiento de las ciencias modernas durante el Iluminismo, es la toma de conciencia de los límites que la condición humana impone a nuestras posibilidades de adquirir conocimientos que vayan más allá de la experiencia. Soy perfectamente consciente de que que las ideas avanzadas aquí pueden parecer novedosas sólo en la medida en que hayan sido en parte olvidadas. Sin embargo, la confusión que reina en parte del mundo intelectual a propósito de los rapports entre ciencia y religión , desgraciadamente fuerza a los descreídos a reafirmar regularmente sus propias « verdades eternas » .
Para acceder a buenas críticas a la religión desde un punto de vista científico se puede consultar "¿Por qué no soy cristiano?" de Bertrand Russell y "El sueño de la teoría final: la búsqueda de las leyes fundamentales de la naturaleza" de Steven Weinberg.
EL CONCORDISMO
¿No hay algo de absurdo en el espectáculo de los seres humanos mirándose al espejo y creyendo que lo que ven es tan excelente que constituye una prueba de que hay una Intencionalidad Cósmica que desde siempre ha apuntado a tal fin? ... Si yo fuera todopoderoso y dispusiera de millones de años para entregarme a experimentos cuyo resultado final fueran el Hombre, no consideraría tener muchas razones para alabarme.
Bertrand Russell , Religion and Science, Oxford, Oxford University Press, 1961, 256p. (p.221-222).
Un ejemplo de éste tipo de razonamiento se basa en el "principio antrópico ": los físicos han calculado que si ciertas constantes físicas hubieran sido muy ligeramente diferentes de lo que son, el universo habría sido radicalmente diferente de lo que es y, en particular, que la vida y el hombre habrían sido imposibles. M. Livio, D. Hollowell, A. Weiss, and J.W. Truran "The anthropic significance of the existence of an excited state of 12C," Nature, Vol. 340, No. 6231, July 27, 1989 . Hay allí , entonces, algo que no comprenderíamos ; el Universo parece haber sido hecho de modo muy preciso con el fin de que podamos formar parte de él . En realidad, se trata de una nueva versión de lo que los anglosajones llaman " el argumento del diseño " , a saber: que el universo parece haber sido hecho con arreglo a una cierta finalidad y que esta misma finalidad demuestra la existencia de un Gran Arquitecto (Ver Silber, Kenneth: 'Is God in the Details?').
Los científicos no creyentes responden de diferentes modos a este género de argumentos: a) podemos decir que la situación es temporal y que otros fenómenos que- en el pasado- han sido considerados como pruebas evidentes de la existencia de
Sin embargo éstas respuestas no apuntan al fondo el problema que es que los científicos materialistas en general no son bastante "materialistas". Tanto la tradición religiosa como un evidente narcisismo han impuesto la ilusión de que somos el centro del universo y la cumbre de la Creación. Por un lado, lo más remarcable en la religión no es tanto el discurso sobre Dios, sino el lugar que éste le atribuye al hombre. Por otro lado, encontramos ejemplos de un marcado antropocentrismo en ciertos autores materialistas ( Engels, F. "Dialéctica de la Naturaleza") .
En la visión científica del mundo, los seres humanos no somos-metafóricamente hablando- sólo un poco de moho perdido en un planeta de alguna parte del universo al que la presión de la selección natural proveyó de un cerebro. En particular, no hay estrictamente ninguna razón para creer que podamos responder a todas las preguntas que nos hagamos. Es lógico que exista mucho de misterioso e inexplorado en el Universo (lo contrario sería lo sorprendente) . Si nadie sueña con acudir a la metafísica porque los perros o gatos no puedan comprender ciertos aspectos de su medio ambiente... ¿por qué reaccionar de otro modo cuando se trata de esos animales particulares que son los seres humanos?.
La ciencia hace retroceder nuestra ignorancia pero no elimina nuestra perplejidad. De hecho, cuanto más avanzamos más nos adentramos en realidades muy pequeñas gracias a la mecánica cuántica o muy grandes y antiguas gracias a la cosmología. No es raro que el mundo nos parezca cada vez más extraño. El mejor remedio psicológico contra las derivas metafísicas ligadas a los bordes de la ciencia es cambiar de perspectiva y decirnos que no es que el mundo sea "mágico" sino que en realidad nosotros somos ignorantes.
Los partidarios de la convergencia entre ciencia y religión responderán que el análisis objetivo del mundo sugiere la existencia de una trascendencia y que no hay ninguna razón para rechazarla como hipótesis; ésta trascendencia tal vez sea invisible pero los campos electromagnéticos o la fuerza de gravitación universal tampoco son observables de modo directo. Registramos sus consecuencias y , a partir de ahí, inferimos su existencia. ¿Por qué no proceder del mismo modo con Dios? ... Pienso que por una razón muy sencilla: ¿cómo definir lo que es Dios?
Cuando construímos hipótesis científicas las formulamos-por lo menos en principio- de un modo matemáticamente preciso y de eso deducimos consecuencias observables. ¿Cómo proceder de igual manera ante lo trascendental? Es imposible, casi por definición. Consideremos-por ejemplo- la idea de que Dios es "todopoderoso": ¿qué quiere decir ésto exactamente?
¿Que puede modificar las leyes de la física? ¿Que puede cambiar las de las matemáticas, como que dos mas dos sea igual a cinco? ¿Que puede oponerse al libre albedrío del ser humano? ¿Que puede impedir el sufrimiento?. Sin duda alguna los teólogos podrán aportar respuestas coherentes para todas estas preguntas . El problema es que es relativamente fácil hallar respuestas coherentes a casi cualquier pregunta pero es difícil saber cual es la correcta, en ausencia de pruebas empíricas.
Una forma de darle algún contenido preciso a la idea de divinidad es invocar a una o más revelaciones. Pero hay que evitar caer en un razonamiento circular: no podemos aceptar porque sí que esa sea la expresión de la palabra de Dios sino que-al contrario- es lo que debemos establecer. No existe revelación que sea empíricamente correcta en los ámbitos donde no se la pueda verificar;por ejemplo, la Biblia no es particularmente exacta en materia de geología o de historia natural. ¿Por qué entonces, debemos confiar en las afirmaciones que allí se establecen sobre la naturaleza de lo divino si en realidad pertenecen a terrenos que no son directamente verificables?
Sólo podemos extrañarnos de que científicos eminentes no creyentes se dejen encerrar por la problemática del concordismo. Por ejemplo, Stephen Hawking afirma: "Pero si el Universo no tiene ni singularidad ni borde y es completamente descripto por una teoría unificada, esto tiene consecuencias profundas sobre el papel de Dios como creador" (Hawking,S. "Una breve historia del tiempo. Del Big Bang a los agujeros negros") . En realidad, esto no tiene ninguna consecuencia, a menos que logremos caracterizar a Dios de una manera suficientemente precisa como para servir de alternativa a la ausencia de singularidad y de borde , los cuales son definidos de modo matemático.
En "El relojero ciego", el biólogo Richard Dawkins narra que una vez le comentó a un filósofo que él no podía imaginar ser ateo antes de 1859, año de la aparición de "El origen de las especies" de Darwin. Este modo de pensar implícitamente es una crítica a la actitud de los ateos del siglo XVIII. Dawkins explica correctamente el argumento escéptico y predarwiniano de Hume, pero no parece notar que tales argumentos siempre son necesarios , incluso después de Darwin, para hacer frente- por ejemplo- al "principio antrópico". El descubrimiento de Darwin desplaza el "problema" ligado al argumento basado en la finalidad aparente del universo, pero no lo resuelve. La solución pasa hasta hoy, por una crítica filosófica de la religión (aunque no hay duda de que el darwinismo aportó un inmenso sostén psicológico al ateísmo).
Para comprender por qué los filósofos ateos del siglo XVIII tenían razón , imaginemos por un momento que se demostrara (lo que es imposible) que todos los datos geológicos y biológicos sobre la evolución son un gigantesco error y que la Tierra en realidad tiene una antigüedad de 10000 años. Esto nos devolvería más o menos a la situación que había en el siglo XVIII. No hay duda de que los creyentes- sobre todo los más ortodoxos- saltarían de alegría. Sin embargo yo no consideraría a éste "descubrimiento" un argumento en su favor. De ninguna manera. Sólo demostraría que no teníamos , después de todo, una explicación de la diversidad y complejidad de las especies. El hecho de que no tengamos ninguna explicación para un fenómeno no implica de manera alguna que una explicación teológica se torne, por eso, válida.
La célebre frase de Jacques Monod en "El azar y la necesidad": "Finalmente el hombre sabe que es el único en la inmensidad indiferente del universo , de donde emergió por casualidad" adolece igualmente de cierta ambigüedad. ¿Qué quiere decir aquí el término "azar"?. Si se quiere decir que el hombre no está predestinado, entonces no se trata verdaderamente de un descubrimiento científico. Las explicaciones en términos de "causas finales" han sido dejadas de lado por razones similares a las que llevaron al abandono de las explicaciones de tipo religioso (imposibilidad de formularlas de manera tal que puedan ser sometidas a prueba). Pero si el concepto designa al hecho de que "no tiene causa" (antecedentes) entonces la frase simplemente expresa nuestra ignorancia respecto al origen de la vida o de ciertos aspectos de su evolución. El "azar" no es más una causa o una explicación que "Dios". Señalemos que ésta idea estaba perfectamente clara para ciertos científicos mecanicistas del siglo XVIII, como Laplace. En definitiva , el Dios supuestamente descubierto por la Ciencia (como el Azar) es sólo un nombre que utilizamos para ocultar nuestra ignorancia con algo de dignidad.
Hagamos notar que cuando la Iglesia finalmente se decidió a reconocer sus culpas en el asunto de Galileo ( al término de una investigación que duró desde 1981 hasta 1992) , el cardenal Poupard declaró en presencia del Papa Juan Pablo II: " Ciertos teólogos contemporáneos de Galileo no supieron interpretar el significado profundo, no literal, de las Escrituras"(Documentation Catholique, Nº 2062, 1992 (Nº5), p.1070. Citado en Lambert, Dominique, op cit. pag.65 ). Pero ni él ni Su Santidad parecen haber apreciado la importancia del hecho de que es la acción valiente de miles de no creyentes o creyentes suficientemente escépticos los que lograron que los teólogos descubrieran éste "significado profundo".
No podemos evitar quedarnos perplejos ante una divinidad que se revela en las Escrituras, cuyo verdadero sentido escapa a los creyentes más celosos durante siglos y acaba por ser comprendido gracias a los trabajos de los escépticos; los caminos que utiliza la Providencia son verdaderamente impenetrables.
(Continuará)