24.11.25

Ocho cosas que debes saber sobre los poltergeists

         


Ilustración artística de fenómenos poltergeist atribuidos a Thérèse Selles, una empleada doméstica de 14 años que trabajaba para la familia Todescini en Cheragas, Argelia. Publicada en la revista francesa La Vie Mystérieuse en 1911.

 

El original de éste artículo se encuentra en The Conversation y está escrito por Neil Dagnall y Ken Drinkwater. El texto fuente está acá .

 

 Ocho cosas que debes saber sobre los poltergeists

El término poltergeist proviene de la combinación de dos palabras alemanas: poltern (estruendo) y geist (espíritu o fantasma). En otras palabras, se trata de un fantasma o espíritu que es ruidoso o revoltoso. Aunque menos común que las apariciones tradicionales, los reportes de actividad poltergeist se remontan al siglo I. En tiempos contemporáneos el fenómeno ha generado varias películas importantes y programas de televisión.

Teniendo esto en cuenta, aquí están las ocho cosas más importantes que deberías saber sobre los poltergeists.

 

  •  Los parapsicólogos no pueden ponerse de acuerdo sobre qué es lo que son  
Algunos parapsicólogos ven a los poltergeists como un tipo de fantasma o entidad sobrenatural responsable de perturbaciones psicológicas y físicas. Otros creen que tal actividad se origina de una "energía desconocida" asociada con una persona viva o un lugar. Los escépticos, por otro lado, prefieren explicaciones mundanas como la búsqueda de atención, las bromas y engaños.

 

  •  Los poltergeists tienden a preferir a las mujeres por sobre los hombres 
 Un poltergeist enfocado en una persona suele (aunque no siempre)  involucrar a una adolescente mujer que está sufriendo un trastorno emocional cuando comienza la actividad . Sin embargo, no todos los llamados "agentes focales" son adolescentes. De hecho, William G. Roll, pionero en la investigación de éste tipo de fenómenos, encontró que la edad de las personas que reportan experiencias de actividad poltergeist oscilaba entre ocho y 78 años.

 

  • Se cree que algunos de los mejores casos de poltergeists son falsos 
En 1967, en la oficina de un abogado en Rosenheim, Alemania, comenzaron a suceder cosas extrañas en presencia de la secretaria de diecinueve años Annemarie Schaberl. Los cuadros y accesorios de luz del techo comenzaron a balancearse, mientras que los tubos fluorescentes se desenroscaban solos y ocurrían fluctuaciones de tensión en la actividad eléctrica. El servicio telefónico que proporcionaba la hora oficial al marcar un número específico fue llamado múltiples veces por minuto y los muebles fueron movidos. La policía, funcionarios de la compañía eléctrica, físicos y el parapsicólogo Hans Bender investigaron sin encontrar explicación alguna. Pero muchos creen que fue un fraude—todo debido a hilos de nylon ocultos—especialmente dado que los incidentes cesaron cuando Schaberl dejó el bufete a principios de 1968.

  • A los poltergeists les gusta meterse con tus cosas  
La actividad poltergeist por lo común  comienza con incidentes menores y aislados. Esto podría incluir sonidos inexplicables u objetos familiares, como las llaves o el teléfono, moviéndose de su lugar habitual. Pero aunque la actividad poltergeist es típicamente , de corta duración – con manifestaciones que suelen durar alrededor de cinco meses – algunos casos han persistido durante varios años.

El poltergeist de Chilliwack en Canadá, por ejemplo, solo estuvo activo dos meses entre 1951 y 1952. Durante este tiempo, el supuesto fenómeno produjo golpeteos fuertes y violentos en las paredes acompañados de objetos voladores ocasionales. Por el contrario, el Caso del Hermano Doli, incluyó una variedad de fenómenos – manchas, grabados de imágenes y palabras en galés, generalmente de carácter religioso – que persistieron durante varios años.

 

  • Los expertos aún no se deciden sobre el poltergeist de Enfield

Uno de los casos de poltergeist más famosos ocurridos en el Reino Unido involucró a la familia Hodgson y su recién ocupada vivienda de planes sociales en Enfield, al norte de Londres. Entre 1977 y 1979 fue escenario de voces demoníacas, objetos que se movían sin explicación, levitación y ruidos extraños. Los eventos se centraban en las dos hijas adolescentes, Margaret y Janet.

Varios testigos fiables observaron los fenómenos – estos testigos incluyeron a un agente de policía, un fotógrafo de prensa e investigadores de la Sociedad para la Investigación Psíquica. Si bien los investigadores descubrieron algunas evidencias de bromas y falsificaciones, se creía que muchos de los incidentes poltergeist eran genuinos.

 

  • Algunos creen que el estrés emocional puede causar actividad

Algunos cazafantasmas y parapsicólogos proponen que los poltergeists son en realidad las emociones de individuos perturbados – acumuladas durante períodos de estrés. Esta teoría, conocida como Psicoquinesis espontánea recurrente, sugiere que este estrés acumulado luego se proyecta inconscientemente hacia el exterior en forma de energía mental, que afecta el entorno físico y produce los fenómenos atribuidos a los poltergeists. Pero existe poca evidencia que apoye esta noción.

 

  • Otros creen que son espíritus de los muertos

Mucha gente cree que los espíritus de los muertos son responsables de la actividad poltergeist. Se dice que esto se debe a que las personas que los experimentan perciben una inteligencia subyacente y una comunicación significativa con un ser de otro mundo. Esta perspectiva propone que una conciencia incorpórea – o alma – sobrevive a la muerte corporal. Sin embargo, tampoco existe ninguna evidencia científica convincente que respalde este punto de vista.

 

  •  Pero los escépticos atribuyen mucho de esto a una mala interpretación

Es más probable que se produzcan interpretaciones erróneas cuando las personas creen que un lugar está encantado y buscan pruebas que lo confirmen. De esta manera, mucha actividad poltergeist puede atribuirse en realidad a una percepción inexacta de fenómenos naturales. Tomemos el caso de la mujer acosada por el tictac de un reloj; en realidad se descubrió que el ruido era creado por un pequeño insecto. Otros casos, como "la maldición de la estatua egipcia giratoria" – una escultura egipcia en un museo de Mánchester que parecía girar sola durante el día – han sido igualmente explicados por factores físicos como actividad sísmica leve, arroyos subterráneos e incluso patrones de lluvia.

13.11.25

El caso de Nina Kulagina (parte V)

 

Foto gentileza de summiatrites Art

 Explicación de las demostraciones de Kulagina 

(original en https://skepticsociety.ru/objasnenie-demonstracij-kulaginoj.html )

En este artículo se proponen al lector los métodos que Kulagina podría haber utilizado para obtener sus efectos. No poseemos una cantidad suficiente de pruebas para afirmar que esos efectos se produjeron exactamente de esa manera, y proponemos a nuestros lectores decidir por sí mismos cuál versión resulta más verosímil: la versión paranormal o la versión de trucos completamente ordinarios y, en general, sencillos. (Sociedad de escépticos de Rusia)

 

 Explicación de la telequinesis

Efecto: La sujeto se sienta a una mesa y, moviendo las manos sobre los objetos sin tocarlos, hace que se muevan en relación con ella misma.

Un ilusionista profesional llamado Renid se puso en contacto con la Sociedad de Escépticos y ofreció una posible solución al método que utilizaba Kulagina (activar la traducción automática para ver el video en ruso)


Hablaremos en éste caso de los hilos de nailon más comunes que estaban disponibles en ese momento para la población de la Unión Soviética.

Un hilo delgado de nailon se cose por un extremo al talón de unas medias de mujer. A continuación, el hilo se pasa por debajo del vestido hasta la altura del abdomen. Allí, el hilo se saca al exterior a través del vestido con ayuda de una aguja de coser.  En la punta del hilo que sale se hace un nudo pequeño pero resistente  (se puede impregnar, por ejemplo, en pegamento de silicato para que el nudo quede firme y duro). De esta forma, el extremo del hilo no quedará oculto bajo el vestido, sino que se mantendrá sujeto en la superficie por el nudo.

Prestemos atención a los objetos que Kulagina lograba mover. Si dejamos de lado las historias no documentadas, todos los objetos que aparecen en los videos tienen algo en común: son recipientes en los que se puede ocultar algo.

Imaginemos una mesa. Si colocamos sobre ella un grano de arroz y tratamos de esconderlo bajo un encendedor,eso no resulta posible. Ahora recordemos cada objeto de los experimentos de Kulagina. La tapa de un lápiz labial. La tapa de una lapicera. La parte exterior de una caja de fósforos colocada de canto, el estuche de un cigarro sin tapa. El objeto que muchos confunden con un salero, según el narrador del video, es en realidad un cilindro hueco de aluminio anodizado que tiene mayor dureza, adherencia y resistencia. Todos esos objetos cubren perfectamente nuestro grano de arroz, atrapándolo .

A la sujeto le dieron varios objetos para elegir, y los seleccionó siguiendo el principio descripto anteriormente. Al sentarse a la mesa, Kulagina doblaba las piernas y la tensión del hilo se aflojaba. Ahora había más longitud, y el hilo podía sacarse hacia afuera. Pero ella no se apresuraba a hacerlo: movía las manos con los dedos fuertemente juntos simulando concentración, y varias veces las  bajaba aparentando cansancio. De tanto en tanto, cambiaba los objetos de lugar. Acostumbraba a su público a este comportamiento para adormecer su atención. En una de esas bajadas de manos sujetaba el nudo entre los dedos.Luego tomaba con naturalidad el objeto (por ejemplo, una tapa) y la colocaba exactamente sobre el nudo. A continuación, levantaba las manos sobre los objetos ya con el hilo sujetando el nudo y dejaba caer ese nudo sobre la mesa junto con las manos “agotadas”.

Después, como de costumbre, tomó un objeto (por ejemplo, una tapa) y lo colocó con precisión sobre ese nudo. Con voz cansada, dijo: «Lo intentaré de nuevo». Hizo más movimientos de manos, pero esta vez Kulagina comenzó a estirar lentamente la pierna. El hilo se tensó, tirando del nudo hacia su estómago. El nudo se movió, golpeó contra el interior de la tapa e, inevitablemente, la arrastraba hacia el borde de la mesa.

 Una vez terminada la demostración, bastaba con ponerse de pie: la pierna se estiraba, el hilo se escondía y el nudo quedaba como una imperceptible pelusa en el vestido. A continuación podía solicitar que la registraran en busca de hilos o imanes. El método no requería preparación adicional; es decir, podía volver a sentarse a la mesa y demostrar de nuevo la telequinesis.

A las medias podían coserse también varios hilos, por ejemplo, uno en cada pierna. De ese modo, podía dejar caer sobre la mesa dos nudos y mover dos objetos alternativamente.

¿Qué ventajas tiene esta versión? 

En primer lugar, explica por completo las características que, a primera vista, resultan extrañas en las demostraciones de Kulagina: el conjunto particular de objetos, la imposibilidad de mostrar nada de inmediato y la necesidad de mover los objetos constantemente. Además, este método de ejecución del truco es accesible para una persona no profesional y no requiere el conocimiento de las técnicas empleadas por ilusionistas expertos. El método es muy simple y directo y podemos imaginar fácilmente cómo a Kulagina pudo habérsele ocurrido justamente esta idea, mientras que las suposiciones previas —incluida la demostración de James Randi— exigían que la sujeto tuviera conocimientos especializados y supiera usar hilo invisible y cera.

Esta versión también explica el testimonio de Ivanitski, quien afirmaba haber visto precisamente un hilo y nudos.

Pero esta versión tiene además otra ventaja significativa: está respaldada por grabaciones. En el video de arriba mostramos material disponible al público desde hace más de veinte años. Para descubrir el secreto, basta con saber dónde mirar. Fijen la atención en la parte de la mesa que queda detrás de la tapa. Después de que cambia la tapa de lugar, se ve un nudo de hilo negro, que luego retrocede en dirección a Kulagina.

Esto confirma nuestra hipótesis. Y aunque son posibles otras explicaciones de los hechos observados —incluida la existencia de capacidades extrasensoriales en Nina —, nos parece que esas explicaciones paranormales están lejos de ser las probables.

 

Explicación de la clarividencia (lectura de carteles estando de espaldas)

Efecto: La sujeto se coloca de espaldas a los carteles que cuelgan de una cuerda tensa detrás de ella y nombra los números que aparecen en ellos. El vídeo del efecto comienza en el minuto 1:50.

 


Este efecto puede explicarse usando un sencillo espejito de mano. Nótese que, antes de cada intento, Kulagina se lleva la mano izquierda a la cara, como si se concentrara. Es fácil ocultar un pequeño espejo en su mano, lo que le permite ver los números que están detrás de ella. A favor de esta hipótesis está el hecho de que Kulagina nombra constantemente los números en orden invertido, como en un reflejo. También resulta interesante que no pueda nombrar inmediatamente los números que se hallan justo detrás de ella y se vea obligada adesplazarse ligeramente hacia la derecha. Mientras gesticula con frecuencia con la mano derecha, Kulagina no muestra la izquierda ni la aparta de la cara

.

Explicación de los movimientos de la brújula

Efecto: La sujeto mueve las manos o el cuerpo sobre una brújula, y la aguja magnética se mueve.


El efecto se explica fácilmente mediante el uso de un imán, que podría encontrarse bajo la ropa de la sujeto, entre sus dedos o bajo un anillo macizo que lleva Kulagina en algunos videos. En la película, de la cual se muestra un fotograma arriba, la mujer mueve el pecho sobre la brújula y la aguja se desplaza al ritmo de sus movimientos. Los investigadores levantan por algún motivo el taburete, pero nadie revisa a Nina para comprobar si tiene imanes bajo la ropa, lo que podría haberse hecho, por ejemplo, utilizando otro imán.

 

Otros trucos 

A Kulagina se le atribuyen numerosas habilidades: dispersar con las manos un rayo láser, cambiar la acidez del agua, provocar una fuerte quemadura tocando con la mano la mano de otra persona, influir en una película fotográfica colocada en una bolsa cerrada, separar la yema de la clara de un huevo roto en agua, afectar el corazón de una rana y muchas otras

Lamentablemente, el público no tiene pruebas de que estos efectos hayan ocurrido realmente. Los testimonios de testigos presenciales, incluso de espectáculos como los de magos, cuando se trata simplemente de trucos, tienden a exagerar considerablemente la realidad. Estos relatos anecdóticos no son creíbles. A primera vista en las grabaciones parece mostrarse creación de quemaduras  , sin embargo, no vemos ninguna quemadura, y se nos dice que estas aparecieron en los participantes del experimento únicamente después.

Aunque es posible especular sobre cómo se produjeron algunos de estos efectos, si es que ocurrieron, nos parece que ocuparse de ello carece de sentido debido a la falta de datos suficientes .

12.11.25

El caso de Nina Kulagina (parte IV)

 


Instituto de Metrología de Leningrado (actualmente San Petersburgo)
 

 

Los experimentos

Primer día :

Después de sobreponerse a la excitación y descansar, Ninel Serguéievna (Nina Kulagina) continuó con sus esfuerzos. Y pronto logró mover sucesivamente todos los objetos que estaban sobre la mesa: una caja de fósforos, fósforos sueltos y el capuchón de una pluma estilográfica. Los tomaba con las manos, como si los palpase, se acostumbraba a ellos y los colocaba frente a sí misma.

Si algunos objetos no se movían, los sustituía por otros que se encontraban sobre la mesa. Combinaba distintas disposiciones de los objetos. Después de lograr mover alguno, repetía el ejercicio con ese mismo objeto o lo reemplazaba por otro. Todas estas acciones se realizaban sobre la mesa. Repito: tanto los empleados del instituto presentes como los observadores que controlaban el experimento por televisión vigilaban todas sus acciones.

El primer día, los objetos no estaban aislados de ningún modo ni cubiertos con campanas. A petición de la sujeto, se colocó un periódico sobre la mesa, cubriendo el papel blanco preparado previamente y cuadriculado. Sobre ese periódico se movían los objetos. Según explicó Ninel Serguéievna, el papel blanco, y más aún cuadriculado, le resultaba poco familiar, la distraía y le dificultaba concentrarse.

Advirtamos que Kulagina pidió sustituir el papel blanco por un periódico. El periódico encaja especialmente bien con nuestra hipótesis, ya que sobre el fondo impreso de un periódico, por lo general, resulta muy difícil notar la presencia de hilos. A Kulagina se le permitía tomar y colocar los objetos con total libertad. No se utilizaron campanas de vidrio. Esto, naturalmente, hizo que todos esos experimentos fueran, desde el punto de vista científico, completamente inútiles, ya que carecían de control.

El segundo día, Kulagin describe experimentos más complejos:

Una breve concentración interna, varios intentos… y el efecto de la telequinesis fue mostrado. Se movieron cerillas, cajas y una pieza de pluma estilográfica, sin cubrirlos con pantallas ni campanas. Luego los experimentos se fueron complicando. Los objetos fueron cubiertos con campanas de vidrio. Y bajo ellas se observó el mismo fenómeno: telequinesis.

¿Cómo se comportó el electroscopio en ese momento? ¿No generaba la sujeto cargas electrostáticas? Las láminas del aparato permanecían inmóviles. Se cargó el electroscopio. Hay telequinesis, pero el electroscopio no reacciona en absoluto. Lo mismo ocurrió con una bolita suspendida de una varilla flexible en voladizo: no se desvió durante el movimiento de los objetos.

Uno de los especialistas propuso comprobar la presencia de radiación de alta frecuencia mediante una lamparilla-indicadora. Se la colocó dentro de un fino vasito de aluminio, que servía de pantalla contra las ondas de radio. Se le pidió moverlo. La lamparilla fue fijada de modo que su ampolla de vidrio fuera visible para todos. Y entonces el vasito de aluminio con la lamparilla-indicadora se movió, pero la lamparilla no mostró ninguna reacción.

El autor de las notas, nuevamente, no dice nada sobre los detalles del experimento. En particular, no sabemos si las campanas se utilizaron correctamente o si, una vez más, se colocaban después de que Kulagina ya hubiera comenzado a mover los objetos. ¿Se le permitía también en esta ocasión tomar y recolocar los objetos? Hay que entender que de esto depende todo. No se trata de simples observaciones minuciosas: una incorrecta configuración experimental, que vemos por doquier en la parapsicología, anula todos los esfuerzos de esa “ciencia”.

También es importante que los nuevos experimentos se propusieran directamente en el momento. Eso es un error. Elaborar un experimento correcto es un trabajo muy complejo, que a veces requiere más tiempo que el propio experimento. El objetivo de la prueba, el resultado esperado, el control: todo ello debe estar cuidadosamente pensado. Un error en el diseño puede significar que la investigación sea inútil, porque no excluye explicaciones alternativas. Por lo tanto, el ambiente en el que los presentes proponen de inmediato distintas demostraciones solo multiplica la cantidad de supuestas “posibilidades anómalas” de Kulagina, sin garantizar un control adecuado.

El propio Kulagin observó lo mismo al decir que “la metodología y el programa de los experimentos en el Instituto de Metrología, la composición del equipo, los instrumentos, todo el material, así como la forma y el contenido de los protocolos de los experimentos, no se discutieron con nosotros” y que “estas cuestiones no fueron pensadas por los organizadores de los encuentros”.

Resulta muy interesante la siguiente demostración:

Las pruebas continuaron. Aparecieron dos campanas de vidrio idénticas sobre soportes de madera. Debajo de ellas se veían ligeros estuches de aluminio que servían de pantallas de radio. Bajo una de las campanas se creó un vacío —una presión parcialmente reducida—, de lo cual Ninel Serguéievna fue advertida. Sin embargo, no se le dijo bajo cuál exactamente. Bajo la campana en la que no se había extraído el aire, el estuche se movió con bastante rapidez. Pero bajo el vacío no fue posible lograr el desplazamiento del objeto. Los intentos repetidos terminaron sin éxito. Ninel Serguéievna explicaba que sentía cierta pesadez bajo esa campana, que algo “le impedía”.

Por desgracia, las notas de Kulagin decepcionan una y otra vez por la falta de detalles, lo que las hace prácticamente inútiles. La solidez de este experimento depende por completo de cómo se llevó a cabo concretamente el proceso. ¿Se trajeron después esas campanas? ¿Cómo se colocaron los objetos bajo ellas? ¿Realmente Kulagina no sabía bajo cuál campana se había extraído el aire? ¿No podría haber sido evidente por algunos indicios indirectos? ¿Cuándo se extrajo el aire? En resumen, se necesita una descripción clara y paso a paso de la preparación del experimento. Pero no la hay, y el lector, en consecuencia, debe creer ciegamente que todo se hizo correctamente. Por desgracia, especialmente después de lo que vemos en otros casos, esa confianza es del todo injustificada. Los investigadores que no comprenden que es inútil colocar la campana después de que los objetos ya comenzaron a moverse pueden fracasar fácilmente en los demás experimentos.

Es revelador que las fallas se pasaran por alto, cuando lo que se debía era prestar atención al hecho de que un efecto sistemáticamente no se lograba fuera del entorno doméstico:

“Sin embargo, tampoco esa noche se consiguió influir en el péndulo del reloj de pared. El ejercicio que en casa ella mostraba con éxito a los empleados del instituto no salió. Al no lograrlo, se decidió no distraerse más con el experimento del péndulo.”

Y luego sigue la descripción de la levitación:

—¿Puede levantar objetos sin tocarlos?
—Puedo —respondió la esposa, sorprendiendo a todos.

En casa levantaba un sobre postal, pedacitos de papel, un estuche de plástico para película fotográfica, una pelota de ping-pong… En esa ocasión, bajo sus manos se encontraba una caja de cartón vacía de clips. Tras hacer varios movimientos tensos con las manos sobre la caja, Ninel Serguéievna pidió que se bajara la luz: le dolían los ojos. Reinó el silencio. La sujeto estaba sentada a la mesa, apoyando los codos sobre ella. Las manos se acercaban y se separaban sobre la caja. Estos pases continuaron varios minutos. Se notaba cómo aumentaba el esfuerzo. La respiración se aceleró, la cabeza oscilaba tensamente como un péndulo. Y de pronto, en un momento dado, la caja se levantó de la mesa por una esquina, como si flotara, y deslizándose de lado un centímetro y medio o dos, comenzó a elevarse lenta pero constantemente sobre la mesa. La tensión de la sujeto alcanzó su punto máximo: levantó las manos de la mesa, se inclinó hacia adelante. Todos vieron cómo la caja quedaba suspendida en el aire entre sus palmas separadas. Transcurren unos cinco segundos, y luego, primero con lentitud, como liberándose de ataduras, y después libremente, la caja cae sobre la mesa. Así fue el final de la demostración en el Instituto de Metrología.

No hay nada sorprendente en la descripción. Al contrario, V. Kulagin mencionó con honestidad que la luz fue atenuada. Si se utilizaba un hilo para producir la levitación, la luz tenue podría haber sido necesaria. Pero si se trata de investigaciones en un laboratorio y la sujeto siente dolor en los ojos, entonces debería dársele gafas oscuras o esperar a que el dolor desaparezca. Atenuar la luz es una pésima decisión, y en ese punto ya no tenemos un experimento científico, sino un espectáculo. Naturalmente, tampoco hubo ningún control. ¿Qué motivos hay para pensar que la levitación se producía de un modo distinto al empleado por Borís Yermoláiev (véase la exposición de este psíquico soviético)? No hay tales motivos.

Y a continuación, Kulagin resume el segundo día de mediciones:

Al comentar lo visto, ninguno de los presentes expresó la menor duda sobre la realidad de los efectos. Nadie manifestó sospechas sobre la pureza de los experimentos. Nadie dudó de que Ninel Kulagina mostraba todo sin ningún hilo ‘invisible’ ni otros trucos.

Los observadores contaban con todas las condiciones imaginables para verificar tales dudas. ¿Dónde, si no en el Instituto de Metrología, sabían realizar mediciones precisas?

Alguien se interesó en saber si Ninel Serguéievna poseía la capacidad de ‘visión dérmica’, de la que entonces se hablaba mucho.

De inmediato apareció un periódico, varias frases se leyeron con bastante rapidez y precisión . El texto durante la ‘lectura’ fue cubierto con otra hoja del periódico.

Nadie esa noche intentó dar ninguna justificación teórica a lo visto.

En otras palabras, también el segundo día de pruebas parece científicamente inútil. Los empleados del VNIIM no se tomaron la molestia de establecer un experimento claro y controlado; constantemente se nos presentan demostraciones improvisadas, sin comprender el efecto esperado, y el control —parte inseparable del experimento científico— en muchos casos se olvida por completo. Y una vez más, como un disco rayado, se nos hipnotiza con las impresiones subjetivas de los participantes del experimento de que no hubo engaño, como si la repetición pudiera mejorar un mal argumento.

A una o dos semanas, recibimos una llamada telefónica del instituto en la que se nos informó de que, para el protocolo, se requerían… algunas aclaraciones. Por lo tanto, eran necesarios nuevos experimentos. No se nos comunicó en detalle cuáles eran las exigencias concretas de esos “experimentos aclaratorios”. La conversación telefónica, que tuvo lugar en un tono oficial, no dejaba duda de que los organizadores habían reconsiderado sus recientes valoraciones de lo observado. Se presentó una situación que ya nos era familiar por la experiencia en el laboratorio del profesor Vasíliev. Surgieron ciertos silencios, dudas sobre la pureza de los experimentos físicos realizados anteriormente.

Solo podemos suponerlo, pero lo más probable es que los científicos, después de hablar con sus colegas y de apartarse de sus primeras impresiones, comprendieran que los experimentos carecían de control. Para asegurarse de que no habían sido engañados, debían volver a comprobar el fenómeno aplicando un control adecuado. Lamentablemente, esta vez Kulagina se negó.

Se acordó que los experimentos se realizarían en su domicilio.

En el día previsto, cuatro empleados del instituto, incluido un camarógrafo, llegaron al apartamento llevando consigo el material preparado. En esta ocasión, apareció una caja de plexiglás transparente, grueso y macizo, con una tapa sujeta por tornillos. En el vasito de aluminio que se había utilizado en los experimentos en el instituto, se había incorporado un mecanismo miniaturizado cuyo propósito, según las confusas explicaciones que siguieron, me resultó incomprensible.

Ese vasito se colocó en el fondo de la caja, tras lo cual se cerró la tapa y se atornilló.

¿Por qué fue necesario fabricar una nueva caja de plexiglás? ¿Por qué cerrarla con una tapa atornillada? ¿Por qué no se cubrió el vasito con la campana de vidrio transparente habitual para la participante, como se hacía en el instituto? No se nos explicó nada. Tampoco se nos aclaró qué aspecto del proceso físico debía revelarse en esas condiciones ni por qué precisamente ese experimento retrasaba la formalización del protocolo… Por el tono de la conversación y por la actitud cautelosa de los empleados, era evidente que habían surgido sospechas respecto a la pureza de los experimentos anteriores, y que el objetivo era no firmar el protocolo, provocando a la fácilmente excitable Kulagina para que se negara a realizar ese “experimento decisivo”.

El comportamiento silencioso y receloso de los empleados del instituto, junto con la atmósfera opresiva, impidieron una adecuada concentración. Todos los intentos de mover el vasito fueron infructuosos. Para lograr un impulso de energía, Ninel Serguéievna intentó mover sus objetos habituales, con los que había trabajado en casa en repetidas ocasiones. Pero tampoco lo consiguió aquella noche.

Lo importante de este texto es que, por fin, vemos un control adecuado. El objeto se coloca primero detrás del vidrio, y solo después Kulagina comienza sus manipulaciones. Una idea elemental que durante dos días no se les había ocurrido a los investigadores finalmente se les ocurrió. El resultado es evidente: el telequinesis no tuvo éxito.

¿Qué hacer? Ninel Serguéievna decidió mostrar a los presentes —entre los cuales solo dos la habían visto antes— un nuevo experimento de telequinesis inventado por mí y verificado por ella en condiciones domésticas. En un recipiente transparente de plexiglás se vertía agua tan salada que los huevos de gallina crudos, al ser sumergidos en esa solución, no se hundían, sino que permanecían suspendidos cerca del fondo.

Sobre esos huevos flotantes actuaba Kulagina, desplazándolos hacia cualquier punto indicado, reuniéndolos o separándolos en distintos ángulos del “acuario”.

Los empleados del instituto aceptaron observar tal telequinesis. El experimento fue exitoso. El movimiento de los huevos en el recipiente y el comportamiento de Kulagina fueron registrados en una  película cinematográfica.

Curiosamente, el efecto observado no despertó ningún interés en los observadores, evidentemente porque no formaba parte de sus planes. Más aún, uno de los empleados, acercándose a la mesa donde se encontraba el recipiente con agua, comenzó a sacudirla enérgicamente con ambas manos. Naturalmente, el agua se agitó y los huevos comenzaron a moverse. Tal “experimento”, por así decirlo, reforzó el escepticismo ya manifestado hacia todo lo que había mostrado Ninel Serguéievna.

Kulagin sostiene que el efecto no suscitó interés porque no formaba parte de los planes de los científicos. Sin embargo, parece más probable que la razón resida en que, como demostró con toda razón uno de los empleados, el experimento con el "acuario", en condiciones de una mesa que se tambaleaba, resultaba completamente poco convincente. En realidad, cualquier experimento sobre el movimiento de objetos en agua es dudoso y requiere un control aún más riguroso que el desplazamiento de objetos sobre una mesa.

En las notas de V. Kulagin y en la descripción de los experimentos realizados por los empleados del VNIIM, atraviesa como un hilo conductor la idea de que todo estaba bien al principio y que luego, supuestamente, se dieron órdenes de ocultar la información sobre la telequinesis y de no firmar el protocolo. Pero, en los hechos, vemos un panorama completamente distinto: al principio se realizaban experimentos improvisados y sin el debido control, y más tarde ese control fue introducido. Además, Kulagin, al justificar los fracasos de su esposa con la presencia de escépticos en la sala, se contradice a sí mismo: resulta que no pudo mostrar nada con el material que le llevaron, pero inmediatamente sí pudo mostrar el movimiento de huevos crudos en un "acuario".

Existen todas las razones para suponer que las supuestas habilidades de Ninel Kulagina dependían no tanto de la tensión de la situación, sino del grado de control aplicado.

También Víktor Kulagin describe la célebre visita de dos empleados del VNIIM a su apartamento, donde investigaron las “propiedades magnéticas” de Kulagina. Es significativo que Ninel Kulagina desarrollara esas supuestas habilidades anómalas una semana después de que el profesor Vasíliev mostrara a los esposos una película parapsicológica en la que una mujer supuestamente influía sobre una brújula mediante fuerzas desconocidas. Ya una semana después, Kulagina “descubrió” en sí misma esas mismas habilidades.

Al finalizar las investigaciones, Nikolái Valeriánovich Studéntsov resumió lo observado de la siguiente manera:

Durante tres horas y media realizamos observaciones y comprobamos que el cuerpo de Kulagina (en la zona inferior del torso o en las caderas) contiene un dipolo magnético permanente, cuyo momento magnético no depende en absoluto del estado psíquico de la examinada.

Se estableció lo siguiente: las manos son completamente no magnéticas. La cabeza tampoco. Se expresó sorpresa: ¿para qué coloca usted las manos si no hacen girar ni desvían la aguja? Se obtuvo esta respuesta: “me parece que esto proviene más bien de la cabeza que de las manos”. Se investigó: al girar o inclinar la cabeza, la aguja del magnetómetro no se desvió. Se le propuso a Kulagina ponerse de pie —el magnetómetro se salió de escala. Se le pidió girar el cuerpo alrededor del eje vertical— se evidenció claramente un dipolo, con una buena reproducibilidad de los resultados de medición. Todo quedaba claro: había que averiguar dónde tenía escondido el dipolo. “No hay ninguna duda de que en su cuerpo, aunque no en las manos ni en la cabeza, sino en algún lugar a la altura del busto, hay algo así como un dipolo, es decir, un trozo de imán o una bobina con corriente.” Los aspirantes al milagro parecieron quedarse en silencio. Cambiamos de tema…

La etapa decisiva habría consistido en examinar la ropa y a ella misma. Sin embargo, no lo hicimos, ya que entre nosotros no había mujeres.

Y aquí está el informe del segundo participante del experimento, V. P. Skrynnikov:

Junto con el candidato en ciencias técnicas N. V. Studéntsov, realicé un experimento para determinar la capacidad de Kulagina de crear un campo magnético e influir en objetos magnetizados. El experimento tuvo lugar en su apartamento.

Kulagina nos mostró los siguientes experimentos: movimiento sobre la mesa de fósforos y de una cajita ligera, y la rotación de la aguja de una brújula magnética. Los objetos y la brújula estaban colocados sobre la mesa. Kulagina se sentaba en una silla, a una distancia de 10 a 20 centímetros de la mesa. El movimiento de los objetos y de la aguja de la brújula lo producía moviendo la mano, la cabeza y todo el cuerpo.

Realizamos los siguientes experimentos de control: se clavó una aguja en la mesa, en cuya punta se colocó horizontalmente un fósforo, de manera que todo ello representara una imitación no magnética de una brújula. Ninguno de los intentos de Kulagina de hacer girar el fósforo colocado sobre la punta de la aguja tuvo éxito. En ese mismo momento, la aguja de la brújula situada al lado sí giraba. Le pedimos que explicara, según su opinión, qué causaba el movimiento de la aguja. Ella respondió que sus manos y su cabeza tenían la capacidad de influir sobre todos esos objetos. Después de esto, fijamos a Kulagina en la silla, dejándole libres las manos y la cabeza, y nuevamente le pedimos que hiciera girar la aguja de la brújula. Los intentos realizados en esa posición terminaron sin éxito.

Luego le pedimos a Kulagina que se pusiera de pie y, utilizando el sensor del magnetómetro ‘M-17’, examinamos a Kulagina desde la cabeza hasta los pies. En la zona entre el muslo y el pecho se estableció la presencia de una anomalía magnética claramente delimitada, de dimensiones lineales inferiores a 10 centímetros. Anomalías de este tipo son producidas por imanes permanentes de pequeño tamaño. Anomalías similares, pero de menor magnitud, pueden ser causadas por objetos como llaves, cuchillos, etcétera, lo que he observado en repetidas ocasiones en los operadores de los equipos que realizan prospecciones magnéticas. Teníamos con nosotros un magnetómetro sensible del tipo ‘M-17’. Su sensor estaba ubicado a una distancia de 50 a 60 centímetros de Kulagina. La aguja del magnetómetro reaccionaba a los pases de Kulagina, y la amplitud de las desviaciones alcanzaba decenas de gammas.

El experimento duró cuatro horas.

Sin embargo, antes de presentar estos breves informes, Kulagin describió las investigaciones realizadas de una manera completamente distinta, afirmando que no se había encontrado ningún imán y que los empleados del VNIIM simplemente habían mentido. Uno de los argumentos que aporta en favor de esa versión consiste en que los informes no se escribieron de inmediato, sino varios años más tarde, a petición de alguien (el experimento se realizó en 1965, y los informes fueron redactados en 1969 y 1970). No nos parece que esto tenga relevancia alguna. Es difícil olvidar haber descubierto un imán en una persona supuestamente dotada de facultades extrasensoriales. Además, Kulagin publicó su libro en 1991, y eso curiosamente no le preocupa.

Cabe señalar, por cierto, que Kulagina movía la aguja magnética, pero no el fósforo. Esto es muy extraño y apunta precisamente al engaño, no a la capacidad de mover pequeños objetos en general. O bien Kulagina podía “activar” y “desactivar” distintos modos de influencia sobre los objetos, lo cual haría su “fenómeno” aún más complejo y, por tanto, aún menos verosímil.

Studéntsov confirmó posteriormente su informe de manera pública y ofreció realizar en cualquier momento una repetición del experimento. Hasta donde sabemos, Kulagina no aceptó el desafío.

A continuación, en el texto de V. Kulagin, aparece la descripción de los experimentos en el LITMO y su resumen:

El trabajo realizado en los laboratorios del LITMO no reveló, por desgracia, la naturaleza física de estos resultados evidentemente anómalos. Solo se estableció con certeza que no existían ‘dipolos ocultos bajo la ropa’ ni otros artificios que permitieran a ‘K.’ influir sobre la aguja de la brújula.

¿Cómo se estableció esto concretamente? Lamentablemente, las notas de V. Kulagin guardan silencio precisamente sobre ese aspecto crucial.

Kulagin escribe luego:

A pesar de que desde 1964 se han llevado a cabo una gran cantidad de experimentos de telequinesis, y en las más diversas condiciones, ninguno de ellos ha sido jamás reproducido mediante medios técnicos conocidos de interacción física. Cada vez más físicos se convencen de la realidad de la telequinesis. Su deber es llevar hasta el final la tarea que emprendimos en busca de la verdad. Para ello son necesarias nuevas teorías.”

Sin embargo, el texto se contradice a sí mismo. Si el efecto nunca se ha reproducido, ¿cómo se puede estar convencido de su realidad? Más bien se podría convencerse de lo contrario: de su falsedad.

La conclusión para los partidarios de la versión paranormal sobre Kulagina no es alentadora: las notas de Kulagin no eliminan las dudas, sino que, por el contrario, les otorgan un fundamento adicional. Precisamente al leer el libro de Víktor Kulagin uno puede convencerse definitivamente de que las investigaciones del “fenómeno” fueron en su mayor parte de carácter no científico. Los seguidores de Kulagina se aferran a cualquier argumento, y hasta las consideraciones más débiles les parecen suficientes para creer en la magia.

11.11.25

El caso de Nina Kulagina (parte III)

 


  1. Se afirma que Nina Kulagina ganó un juicio que demostró que poseía habilidades sobrenaturales.

Esa aseveración es solo parcialmente cierta.

En 1987, Kulagina presentó una demanda por difamación contra la revista Chelovek i Zakon (“El Hombre y la Ley”). Ella realmente ganó esa causa judicial. La única fuente disponible para el público que supuestamente contiene la transcripción del juicio se encuentra aquí, a continuación . En ese registro no se dice nada sobre que se realizaran experimentos para verificar las habilidades de Kulagina. Según el documento, la demandante  ni siquiera estuvo presente en el juicio. En la conclusión del tribunal tampoco se menciona que se haya confirmado la existencia de habilidades anómalas en Kulagina. En particular, se afirma lo siguiente:

La afirmación del demandado y del corresponsal de que la demandante no posee habilidades inusuales y que esto constituye una estafa y un fraude no está respaldada por ninguna prueba. Dado que este fenómeno no ha sido estudiado y actualmente se encuentra bajo investigación en la Academia de Ciencias de la URSS, el tribunal considera que en esta parte la información tiene un carácter difamatorio.

En otras palabras, lo que se establece es únicamente que los periodistas no tenían pruebas directas de que Kulagina fuera una estafadora, y por eso sus declaraciones fueron consideradas difamatorias.

Es decir, el argumento del punto 22 es una verdad a medias: Kulagina efectivamente ganó el juicio contra los periodistas, pero el tribunal no demostró en absoluto que poseyera capacidades paranormales.

Existe también una leyenda según la cual Kulagina realizó demostraciones directamente en la sala del tribunal. Se dice que con esto habría convencido a los presentes de la realidad de sus habilidades extraordinarias, y que por eso ganó el juicio. Sin embargo, no hay ninguna confirmación pública de esta historia y, al parecer, se trata simplemente de una invención poco inteligente de alguien interesado.

 

  1. Kulagina ganó un juicio contra los periodistas que la habían criticado en “El Hombre y la Ley”.

Este argumento puede presentarse de diferentes maneras. Se puede afirmar que una persona evidentemente fraudulenta no habría podido ganar un juicio. También se puede decir que el fallo del tribunal adquiere peso debido a los testigos de la Academia de Ciencias de la URSS. Todos esos argumentos se basan en el desconocimiento de los hechos.

Por desgracia para los partidarios de la versión paranormal, un examen más detallado del protocolo judicial juega precisamente en su contra, y nos sorprende mucho que insistan con tanta persistencia en que los escépticos lean con atención esos materiales.

Ante todo, el protocolo fue publicado en la revista Tekhnika Molodiozhi (“Técnica de la Juventud”), en los números 5, 6 y 7 del año 1988. No sabemos con certeza cuán exacta es la información, pero tomaremos como referencia esa fuente. Puede consultarse buscando esos números de la revista en la red, o bien leer la transcripción aquí.

También cabe señalar que, si en los artículos de la revista Chelovek i Zakon (“El Hombre y la Ley”) efectivamente había formulaciones poco cuidadosas que afirmaban de manera categórica que Kulagina era una estafadora, entonces, lamentablemente, el resultado era previsible. Cuando los periodistas no pueden aportar pruebas de sus afirmaciones, deben emplear formulaciones mucho más prudentes. El lector puede notar que la Sociedad de Escépticos no sostiene que Kulagina fuera una estafadora, sino que simplemente ofrece una explicación alternativa a los hechos conocidos. A nosotros eso nos parece más verosímil, pero tratamos de evitar afirmaciones infundadas que no podamos demostrar.

Y, por último, el tribunal no realiza experimentos científicos, y el hecho de haber ganado un juicio no significa en absoluto que la verdad estuviera del lado de Kulagina. La ciencia sigue siendo un método mucho más fiable para estudiar la realidad, y es precisamente la introducción del enfoque científico en los procesos judiciales lo que permite emitir juicios más objetivos, nunca al revés.

El juicio 

Si se analiza el protocolo judicial —algo que el lector puede hacer por su cuenta—, saltan a la vista varios puntos importantes. Examinemos cada uno de ellos.

 

Hubo una preparación deficiente de la defensa de los periodistas acusados por Kulagina.

Lamentablemente, la redacción de la revista probablemente no esperaba la posibilidad de perder . Mientras que la acusación de la demandante  logró presentar de inmediato a varios testigos, no se invitó al tribunal a presentar ningún crítico de Kulagina. La ausencia de testigos que teóricamente podrían haber proporcionado información sobre el fraude (Ivanitsky, Alexandrov, los participantes del experimento con láser, la comisión del VNIIM) no permitió presentar en el juicio un punto de vista equilibrado. Como resultado, en el juicio solo se escucharon los testimonios de Gulyaev y Kobzarev, quienes, como se mostró en la respuesta al argumento 15, no pueden ser fuentes confiables de información respecto a la supuesta psíquica. Fueron precisamente sus declaraciones las que resultaron decisivas, ya que los académicos presentaron el caso como si los experimentos hubieran sido convincentes y Kulagina requiriera ser estudiada más a fondo.

Los alegatos finales de la defensa se caracterizaron por su pasividad. La sensación es que los periodistas consideraron toda la situación un absurdo hasta el final del proceso. Esta actitud frívola hacia el procedimiento judicial rara vez ayuda a ganar el proceso.

 

En el juicio no hubo personas competentes en cuestiones de demarcación entre ciencia y pseudociencia.

La acusación constantemente llamaba a la parapsicología "ciencia verdadera". Esta es una cita de Platov, representante de la demandante:

El autor del artículo periodístico, en esencia, niega la ciencia. Pues, ¿qué afirma ella? Me referiré a la Gran Enciclopedia Soviética, tercera edición. En lo que se agrupa bajo el concepto de "parapsicología", se subraya aquí que es necesario distinguir, por un lado, los fenómenos falsos publicitados por místicos y charlatanes, y por otro, los fenómenos realmente existentes pero que aún no han recibido explicación científica. Los primeros requieren ser desenmascarados. El estudio de los segundos lo llevan a cabo físicos, psicólogos, biofísicos y otros especialistas.

En la Gran Enciclopedia Soviética, tercera edición, efectivamente hay un artículo sobre parapsicología. Lamentablemente, el artículo es malo. Su autor se permite juicios de valor y además presenta consideraciones dudosas como hechos. En la cita anterior resulta poco claro cuáles son esos fenómenos realmente existentes que no han recibido explicación científica, y dónde está al menos una prueba de la realidad de estos fenómenos paranormales.

Aquí hay otro ejemplo de una declaración similar:

Algunos parapsicólogos consideran de manera ilegítima que los fenómenos que estudian sean fenómenos físicos ordinarios que pueden explicarse mediante radiación electromagnética. La búsqueda y medición de campos electromagnéticos, llamados de diversas formas (bioplasma, electroaurograma, biopotencial, etc.), en combinación con diversos métodos tradicionales de investigación (por ejemplo, adivinar una de cinco cartas especiales —las llamadas cartas Zener—, sugestión a distancia, etc.) continúan.

Hemos destacado en la cita la palabra "ilegítimamente". ¿Qué fundamenta tal afirmación? En el documento no se presentan referencias.

Hay otro ejemplo incluso más revelador. Leamos atentamente todo el párrafo:

La ausencia de corrección metodológica al plantear muchos experimentos parapsicológicos, naturalmente, provocaba y provoca en los científicos desconfianza e irritación, que se intensifican debido a los casos demasiado frecuentes de mistificación y engaño directo. La causa de la desconfianza también es que los fenómenos parapsicológicos son irreproducibles, es decir, no responden a los requisitos que se exigen para la veracidad de los hechos científicos.

La irreproducibilidad de los fenómenos es explicada por los parapsicólogos mediante referencias a la singularidad de los fenómenos parapsicológicos: surgen en estados especiales de la psique, no es fácil provocarlos, son extremadamente inestables y desaparecen tan pronto como cualesquiera condiciones externas o internas resultan desfavorables para ellos. En esto radica la principal dificultad en la interpretación de los fenómenos parapsicológicos. Algunos de ellos, al parecer, realmente tienen lugar. Sin embargo, el reconocimiento de su existencia es obstaculizado por el desconocimiento del canal de transmisión de información o de influencia.

Aquí se resume bien la crítica científica a la parapsicología, en particular la irreproducibilidad. Y enseguida el autor del documento inserta la frase de que algunos de estos fenómenos, al parecer, existen. No conocemos ninguna fuente que permita considerar esta frase como algo más que la opinión personal del autor del artículo. No existen hasta el día de hoy pruebas de que algunos de los fenómenos afirmados por los parapsicólogos sean realmente reales. Las investigaciones sobre parapsicología, que duraron más de un siglo, no lograron demostrar ni una sola vez un efecto reproducible de telequinesis, clarividencia o telepatía. Todos estos experimentos fueron desenmascarados muy rápidamente como trabajo científico de baja calidad que no satisface los criterios básicos de falsabilidad y reproducibilidad.

Como resultado, la definición de la Gran Enciclopedia Soviética es contradictoria. Por un lado da críticas, y por otro insinúa que algo así existe y requiere estudio. La acusación se aprovechó de esta ambigüedad.

También notemos que la Gran Enciclopedia Soviética, tercera edición, fue publicada entre 1969 y 1978. Concretamente, el tomo 19 con la definición de parapsicología salió en 1975. Tal vez en la URSS, aislada en muchas direcciones de la comunidad científica mundial, a finales de los años setenta aún se podía considerar a la parapsicología una joven ciencia prometedora, pero para los años noventa la actitud seria hacia los parapsicólogos en el mundo, en su mayor parte, ya se había desvanecido. Hoy la parapsicología ya no es ni una dirección joven ni prometedora, y es considerada con seguridad una pseudociencia.

Aquí es oportuno demostrar los dobles estándares de la acusación. En el artículo del periodista se cometió un error y la edición del libro de Lvov, donde se relataba el desenmascaramiento de Kulagina por varios científicos, fue indicada como de 1984 y no de 1974. El periodista dijo que era simplemente un error de imprenta. La acusación, sin embargo, decidió sacar de esto conclusiones de gran alcance. En particular, se dijo:

Pero, camaradas jueces, no destaqué por casualidad el año erróneamente indicado de la edición del libro. Una cosa es indicar que te apoyas en los hechos y conclusiones del libro de la edición de 1984, y otra muy diferente, 1974. La ciencia en estos años avanzó mucho. Quien publicó su libro en 1984 debería haber cotejado su información con el desarrollo de la rama correspondiente de la ciencia.

Es decir, la acusación pone en duda la razonabilidad de usar un libro de 1974, pero ella misma usa con total tranquilidad la definición de 1975 de la Gran Enciclopedia Soviética.

De este modo, en el juicio la legitimidad científica de la parapsicología no fue puesta en duda por nadie, y el tribunal, al parecer, tomó su decisión partiendo de que la parapsicología es una ciencia real. E incluso si se puede entender cómo pudo suceder esto en el entorno informativo de la URSS, hoy en  cambio, en 2015, los argumentos de la acusación simplemente no pueden ser aceptados.

En esencia, toda la argumentación de la acusación en esta esfera se reducía a que la parapsicología estudia "hechos objetivos" y que el estudio de la telequinesis, clarividencia y telepatía lo realizan científicos reales. Sin embargo, no fue indicado quiénes son estos científicos reales o en qué revistas revisadas por pares se publican sus artículos . Y Gulyaev y Kobzarev, lo que puede verificarse fácilmente por la lista de trabajos publicados por ellos mismos , no publicaron trabajos sobre parapsicología ; se ocuparon de Kulagina de manera informal.

 

El tribunal ignoró las contradicciones del testimonio del compañero de trabajo de Kulagina.

Sorprende mucho la actitud por parte del tribunal respecto del testimonio del compañero de trabajo de Kulagina. Los artículos de los periodistas acusaban a Kulagina de apropiarse de medallas o condecoraciones militares que no le pertenecían (ver foto al inicio de este artículo). Esta es una acusación seria. En este caso específico, se menciona la "Orden de la Gloria", que era una condecoración militar soviética otorgada por actos heroicos durante la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, según el protocolo del juicio que está disponible, la situación fue analizada de manera extremadamente superficial. En particular, durante el interrogatorio del testigo se pronunciaron las siguientes palabras:

Juez. ¿Sabía usted algo sobre la Orden de la Gloria de Kulagina? 

Testigo. No, nunca la vi. Ella tiene medallas "por méritos de combate", "por la defensa de Leningrado", insignias de nuestra división. 

Juez (muestra una fotografía). ¿Ve? 

Testigo. Todo puede pasar... ¿Y quiere que le muestre una fotografía donde yo soy teniente mayor?

Abogado defensor: ¿Cuándo fue herida Kulagina? 

Testigo. En enero del 44. 

Abogado defensor:  Kulagina tiene un certificado en el cual se dice que en 1944, como comandante de sección del tren blindado número 71... 

Testigo (interrumpe). En nuestra división no había trenes blindados. ¡Había tanques!...

En otras palabras, el testigo en dos puntos mostró que la información no corresponde a la realidad: no sabía nada sobre la Orden de la Gloria y dijo que en la división no había trenes blindados. Supongamos que lo primero puede simplemente significar que el testigo no sabía nada sobre un posterior otorgamiento de condecoraciones a Kulagina. Pero la ausencia de trenes blindados en la división pone en duda la autenticidad del certificado. Por alguna razón nadie volvió más a esto, aunque son testimonios muy importantes que ponen en duda directamente la honestidad del demandante.

Y, por supuesto, el intento del testigo de convertir la situación de apropiación de la Orden de la Gloria en una banalidad, desde nuestro punto de vista, es completamente inaceptable. El hecho de que él se atribuyera el rango de teniente mayor, aunque fuera en broma, de ninguna manera es un argumento a favor de Kulagina. Más bien, esto habla en contra de las cualidades morales del testigo. Y es aún más inapropiado reducir a una broma las fotografías con órdenes ajenas durante un procedimiento judicial donde la honestidad y dignidad del demandante son objeto de discusión.

El hecho de que este testimonio fuera completamente ignorado por el juez, como también por la defensa, puede indicar que el proceso judicial no se distinguió por su minuciosidad.

 

Falta de objetividad de los testimonios de los testigos.

Ninguno de los testigos proporcionó información mínimamente objetiva sobre la cuestión de las capacidades paranormales de Kulagina. Los testimonios de ambos académicos, Gulyaev y Kobzarev, permiten afirmar con certeza solo que ellos personalmente estaban convencidos de que no los estaban engañando a ellos. No aportaron ninguna prueba de que el engaño realmente hubiera sido excluido. El periodista Kolodny y la editora Shoshina no tienen ninguna relación con la ciencia, lo cual evidenciaron plenamente con sus testimonios, que en esencia se redujeron a lo mismo que los testimonios de los académicos: ellos personalmente confían en Kulagina y no creen que ella engañara o pudiera engañar.

Por ejemplo, Kolodny presentó un argumento sobre por qué, según los resultados del experimento con Kulagina, no hubo ni una sola publicación en una revista revisada por pares. Él dijo:

...toda la complejidad radicaba en que una cosa es ver, y otra muy diferente es explicar. Debido a que entonces nadie dio una explicación científica válida de lo visto, no hubo publicaciones científicas.

Sin embargo, la imposibilidad de dar de inmediato una explicación a un fenómeno inusual no es una razón legítima para abstenerse de publicaciones. En las revistas revisadas por pares se publican constantemente observaciones de fenómenos que se obtienen mediante experimentos controlados, pero cuyo mecanismo aún está por explicarse. Así, ante nosotros tenemos la opinión personal de un diletante que concuerda mal con la práctica científica real. Hay todos los motivos para suponer que no hubo publicaciones porque los experimentos eran de carácter informal y en ellos estaba ausente hasta el control elemental. Tales experimentos son completamente inútiles desde el punto de vista científico y difícilmente habrían sido aceptados para su publicación.

El mismo Kolodny comentó así la publicación selectiva del informe de la comisión del VNIIM:

Abogado de la defensa: ¿Tiene usted el original de la carta del 29 de marzo de 1968, dirigida al editor en jefe de "Moskovskaya Pravda", del director del Instituto de Investigación Científica de Metrología? En ella se dice que Kolodny extrajo de los protocolos de la comisión solo los extractos que le eran necesarios y no consideró necesario presentar los resultados de los experimentos no confirmados con el movimiento de objetos. (Ruido en la sala.) La carta es pequeña, solo una página y media mecanografiada.

Testigo: ¡Pero eso son 100 líneas en el periódico, y todo mi artículo tiene 150 líneas! Naturalmente, del informe dejé lo que consideraba objetivo.

Abogado de la defensa: Es decir, ¿usted tomó de ese informe lo que considera objetivo y lo que considera ventajoso para usted?

Testigo: Tomé lo que servía para el artículo. Omití que Kulagina movía objetos con ayuda de hilos y magnetos (imanes). Consideré que eso era una tontería.

En otras palabras, tenemos ante nosotros el testimonio de que en sus artículos Kolodny simplemente excluía la información de los científicos que le resultaba inconveniente porque "consideraba que era una tontería". Nosotros por nuestra parte nos vemos obligados a considerar una tontería no la información de la comisión del VNIIM, sino la selectividad de Kolodny. Su enfoque de la información es un ejemplo de extrema deshonestidad intelectual. Los partidarios de la hipótesis paranormal usan cualquier ocasión para acusar de mentira a los críticos, pero se muestran tranquilos ante su propio sesgo cognitivo.

El tribunal ignoró completamente estos testimonios, aunque este es otro indicio que señala que en la historia con Kulagina no todo está limpio y hay personas que potencialmente podrían dar testimonios a favor de la defensa.

Los testimonios de Kobzarev y Gulyaev también son poco convincentes y no dicen nada sobre experimentos controlados que excluyeran el fraude. Esto es lo que decía Gulyaev:

Juez: ¿Usted insiste en que en los experimentos con Kulagina se demuestra no un truco, sino un fenómeno de la naturaleza inexplicable en la actualidad, cuya investigación representa un gran interés para la ciencia?

Testigo: Yo diría que al menos yo no noté ningún hilito, como se dijo aquí, es decir, ninguna cosa de la que se pudiera decir que es un truco evidente. Simplemente vimos lo que vimos... (Convencido). Vimos desplazamiento.

El hecho de que personalmente Gulyaev no notara hilitos no es prueba de que no los hubiera. En cambio, es un buen fundamento para considerar los experimentos con Kulagina como no controlados, ya que un experimento correctamente planteado no requeriría notar hilos, sino que excluiría cualquier truco similar mediante el control.

Gulyaev dio otra respuesta sorprendente:

Representante del demandante: "Durante el experimento, ¿su comportamiento daba posibilidad de sospechar de ella un intento de falsificar de alguna manera los resultados del experimento? ¿Hubo algún intento de explicar los resultados obtenidos, aunque fuera con una pequeña probabilidad, por el efecto de un imán adherido a su cuerpo?"

Testigo: "No pensé en eso. Supongo que la búsqueda de imanes no está dentro de nuestras posibilidades".

Es decir, a un científico que por la naturaleza de su profesión debe mostrar cuidado y minuciosidad en los experimentos físicos, ni siquiera se le ocurrió que podían engañarlo. Estas son palabras muy reveladoras. El juez, al parecer, ignoró completamente estos testimonios, como también lo hizo la defensa.

 

Conclusión.

La decisión del tribunal respecto de las capacidades paranormales de Kulagina se basaba en que la parapsicología supuestamente es una ciencia real, y que los experimentos en departamentos, nunca publicados en revistas científicas revisadas por pares, supuestamente son investigaciones científicas:

Así, los académicos Gulyaev Yu.V. y Kobzarev Yu.B., interrogados como testigos, explicaron que conocen a la demandante desde 1978 en relación con las capacidades inusuales de su organismo. Ellos estuvieron presentes en sus experimentos y luego la invitaron al instituto, donde fue creado un laboratorio para el estudio de los biocampos del ser humano y los animales con el objetivo de medir estos campos. Kulagina fue examinada, de lo cual existe un informe. Dicho fenómeno no está estudiado completamente, existe solo una hipótesis y corresponde aún dedicarse al estudio. Esta circunstancia se confirma con los informes (folios del expediente 63-66). Además, lo indicado fue confirmado también por los testigos Kolodny L.E. y Shoshina I.F., quienes conocen a la demandante desde hace más de 10 años y estuvieron presentes en sus experimentos. La afirmación del demandado y del abogado de la defensa de que la demandante no posee capacidades inusuales y que esto es una estafa y fraude no están confirmadas por prueba alguna. Dado que dicho fenómeno no está estudiado y actualmente se ocupan de él en la Academia de Ciencias de la URSS, el tribunal considera que en esta parte la información tiene carácter calumnioso.

Nos resulta difícil juzgar a la juez por semejante decisión. Del material presentado era difícil llegar a otra conclusión. Estamos profundamente convencidos de que el resultado podría haber sido otro si la defensa se hubiera tomado más en serio el procedimiento judicial. Y aún mejor, si los corresponsales de la revista "Chelovek i Zakon" hubieran mostrado cuidado en las formulaciones y no hubieran dado motivo a Kulagina para recurrir al tribunal.

Sin embargo, los testimonios en sí mismos no son convincentes y de ninguna manera añaden peso a la historia con Kulagina. Aquí vemos todas aquellas mismas declaraciones de certeza subjetiva, la ausencia completa de pruebas y la disposición de los partidarios de Kulagina para cerrar los ojos ante la información que les resulta inconveniente.

Como señalamos al principio, no nos queda claro por qué los aficionados a lo paranormal insisten tanto en dar a conocer el protocolo del juicio, que de ninguna manera habla en su favor, sino que da fundamentos adicionales para dudar de la objetividad de los académicos Gulyaev y Kobzarev. 

 

  1. Si Kulagina hubiera sido una estafadora, no habría presentado una demanda.

El argumento no resulta convincente. Muchos estafadores presentan demandas con gran disposición, incluso cuando les resulta evidente que su demanda no será aceptada o que pueden perder el caso. Hay numerosos ejemplos de ello. Uri Geller presentó repetidas veces demandas contra sus críticos, e incluso ganó algunas de ellas. También lo hacen otras figuras del mismo tipo. En Rusia, se presentan demandas constantemente contra la comisión para la lucha contra la pseudociencia. Incluso si la demanda no se gana, la sola disposición a presentarla puede ser utilizada, sin duda, como una forma de autopromoción, y eso ocurre con frecuencia. Pocas personas se detendrán a examinar el contenido de las actas judiciales, y el propio hecho del juicio puede ser utilizado como otro pseudoargumento.

 

  1. Existe un testimonio escrito de destacados científicos que confirman las capacidades extraordinarias de Kulagina.

Las capacidades extraordinarias no deben confirmarse mediante testimonios, sino a través de experimentos bien documentados y correctamente realizados, que luego puedan ser verificados, y preferiblemente repetidos, por otros especialistas.

 

  1. No se puede comparar a Kulagina con Geller y otros psíquicos, porque ellos recibían dinero y ella no.

El argumento supone que el dinero es el único motivador en la vida de una persona, y que si alguien hace algo gratuitamente, debe considerarse automáticamente honesto. Esto es ingenuo.

Además, ¿cuántas mujeres comunes de Leningrado podían presumir de conocer personalmente al actor Innokenti Smoktunovski?

 

  1. El fenómeno Kulagina resulta convincente si se toman todos los argumentos en conjunto.

Si cada argumento por separado es erróneo, su combinación no cambiará la situación. La situación solo cambiará, en todo caso, en el plano psicológico, cuando bajo la presión de una multitud de argumentos —aunque todos sean completamente equivocados— una persona poco informada pueda llegar a pensar que “aquí hay algo”. Pero la clave está precisamente en la falta de información. De manera similar, los creacionistas abruman a sus interlocutores con una montaña de argumentos contra la teoría sintética de la evolución, aunque todos sus razonamientos sean profundamente erróneos.

 

  1. Existe un libro de Víktor Kulagin, El fenómeno K, donde se describen los experimentos.

Como en el caso del acta judicial, solo queda preguntarse por qué los partidarios de lo paranormal consideran las notas del esposo de Kulagina como un testimonio convincente. En realidad, sucede lo contrario: el libro demuestra la debilidad de los experimentos y levanta parcialmente el velo sobre lo que Kulagina realmente podía o no podía hacer.

Naturalmente, Víktor Kulagin atribuyó a su esposa las más inverosímiles habilidades: desde la telequinesis y la clarividencia hasta la estructuración del agua o "agua energizada" ( una supuesta propiedad atribuida al agua que ha sido “cargada” o “modificada” por energías no físicas, tales como pensamientos o intenciones humanas) . Todo eso, supuestamente, se verificaba mediante experimentos físicos.

A la vez, Kulagin ofrece una explicación bastante típica de por qué todas esas investigaciones nunca fueron publicadas (véase el argumento 16). La explicación resulta especialmente poco convincente hoy, cuando han pasado más de veinte años desde la disolución de la URSS y no ha aparecido ningún trabajo impreso.

Sin embargo, la calidad de los experimentos, incluso según la descripción de V. Kulagin, era desalentadora, ya sea desde los primeros experimentos realizados por L. L. Vasíliev hasta los experimentos de los años ochenta.

El relato sobre cómo un profesor intentaba convencer a sus colegas de la realidad de la telequinesis resulta verdaderamente asombroso:

A los pocos días, Leonid Leonídovich, junto con sus colaboradores y el profesor E. Vishnévski, nos visitaron en casa. El profesor, sin entrar en explicaciones, pidió de manera bastante inesperada a Ninel Serguéievna (Nina)  que repitiera lo que había hecho en el laboratorio. Como objeto de influencia se tomó el mismo estuche de cigarros, colocado sobre un periódico. Todo se repitió igual que antes, en la universidad. Leonid Leonídovich marcó con un lápiz el lugar donde se detuvo el estuche después de moverse y, señalando a cada uno con el dedo, interrogó teatralmente a todos los presentes, incluido el profesor E. Vishnévski: si habían visto el movimiento del estuche, si tenían alguna duda de que Ninel Serguéievna hubiera mostrado un truco y no telequinesis. Lo que más quedó grabado fue la categórica formulación de las preguntas a cada uno, en un ambiente aparentemente distendido de sobremesa, lo cual no pudo menos que causarnos perplejidad. Tan pronto como Leonid Leonídovich terminó ese peculiar interrogatorio, todo el grupo se levantó rápidamente y abandonó nuestro departamento. Al irse, el profesor agradeció a la anfitriona sus esfuerzos y su diligencia, y volvió a recordar que debía guardarse silencio sobre la telequinesis.

Es decir, la convicción de que aquello no era un truco, sino telequinesis, debía basarse enteramente en una impresión subjetiva obtenida durante una “sobremesa distendida”. ¡Vaya método científico!

Las descripciones de los experimentos en Kulagin son muy generales, sin detalles. Por ejemplo, he aquí la descripción de uno de ellos:

Sobre la maciza mesa antigua del profesor, cubierta con vidrio, todos vieron cómo, bajo una campana de vidrio orgánico, se movían telequinéticamente  fósforos, cigarrillos colocados sobre una boquilla, la tapa de un tintero, un estuche de duraluminio para cigarrillos... Quiero llamar la atención de los lectores: ¡bajo la campana! De ese modo quedaba excluida la hipótesis de los hilos que supuestamente usaba N. S. Los movimientos de la sujeto fueron observados por más de veinte personas. Algunos de ellos estaban muy cerca de la mesa. El colaborador del laboratorio Rosenfeld realizaba la filmación. Nadie tuvo la menor duda sobre la realidad del efecto, y nadie expresó sospecha alguna de que se tratara de un hábil truco preparado. Después de una hora o una hora y media hubo un descanso.”

Naturalmente, cabe señalar una vez más que se nos pide creer en las impresiones subjetivas de los presentes, de que no hubo engaño, cuando para excluirlo se requiere un experimento controlado. Pero también conviene observar que no se nos dice en qué momento se colocó la campana: si fue antes o después de que Kulagina se acercara a la mesa. En el segundo caso, la campana no permite excluir la posibilidad de hilos, a diferencia de lo que Víktor Kulagin se apresura a demostrar (véase el argumento 5). Imagínese las historias que se habrían contado al mundo si no existieran grabaciones de video que muestran que el control mediante la campana de vidrio podía aplicarse de manera incorrecta.

La descripción de los objetos sobre los cuales Kulagina podía ejercer influencia coincide plenamente con nuestra hipótesis (véase el argumento 2). El movimiento de las cerillas se explica por la acción de otros objetos (véase el argumento 6).

De suma importancia es también la descripción, en las notas de Kulagin, de los experimentos realizados sobre ella por los colaboradores del Instituto de Metrología (VNIIM).

Continúa en la parte IV 

 

10.11.25

El caso de Nina Kulagina (parte II)

 

 

15 . Las habilidades de Kulagina fueron confirmadas por experimentos científicos

Existen razones de todo tipo para poner en duda esta afirmación.

Los experimentos realizados con Kúlaguina tenían un carácter informal, y en ellos a menudo faltaba incluso el control más elemental. En el famoso video, la campana de vidrio se coloca después de que los objetos comienzan a moverse, aunque, para descartar el método del hilo, esto debería haberse hecho antes de permitir que Kúlaguina se acercara a la mesa. Es un cambio muy simple en la puesta en escena, pero no se les ocurrió a los “investigadores”.

La propia disposición del experimento, según las descripciones de los defensores de la versión de la telequinesis, en el libro de Víktor Kúlaguin El fenómeno “K”, solía ser extremadamente descuidada. Se le permitía a Kúlaguina tomar los objetos y moverlos de un lugar a otro, lo cual arruina completamente la limpieza del experimento y no excluye en absoluto el uso de dispositivos auxiliares. Cuando se añadía control, según la descripción del propio Kúlaguin, el efecto desaparecía. Naturalmente, él explicaba todo esto por la atmósfera escéptica, que impedía a la psíquica concentrarse. Nosotros, por nuestra parte, nos reservamos el derecho de considerar que precisamente la presencia del control adecuado es la causa universal de la desaparición de las “habilidades” de los psíquicos.

El registro del protocolo se llevaba de manera deficiente. Por ejemplo, se decidía no anotar los intentos fallidos, lo cual constituye un error de investigación extremadamente grave y anula la posibilidad de un análisis estadístico, así como la objetividad del protocolo.

También hay razones para creer que el escaso conocimiento del arte del ilusionismo y la actitud acrítica inicial obstaculizaron la correcta organización de los experimentos. Parece que a los científicos ni siquiera se les ocurrió comprobar si estaban siendo engañados. Algunos de ellos se basaban en sensaciones subjetivas, citando como argumento el ambiente y su impresión personal de Kúlaguina.

Como ejemplo puede mencionarse el testimonio de Y. B. Kobzariov, quien brindó todo tipo de apoyo a Kúlaguina. Escribió: “Los experimentos demostraron que esto no puede explicarse por la aparición de campos eléctricos o magnéticos”. Lamentablemente, el académico no dijo ni una palabra sobre si los experimentos demostraron que el movimiento de los objetos no podía explicarse mediante hilos. Tampoco se mencionó esto en el juicio, aunque un experimento correctamente planteado, que descartara el uso de hilos, habría puesto un punto final a toda la historia. Lo más probable es que ninguno de los científicos interesados en Kúlaguina se haya dado cuenta de la necesidad de controlar la situación respecto al posible uso de hilos.

En una de las entrevistas, Kobzariov respondió a una pregunta sobre la posibilidad de fraude:

—¿No tuvo la sensación de que se trataba de un truco?

—No. El experimento, repetido varias veces, fue observado por mi esposa y también por mi colega del Instituto de Radiotecnia y Electrónica de la Academia de Ciencias de la URSS, el profesor B. Z. Katselenbaum. Era evidente que para que el objeto comenzara a moverse, Kúlaguina tenía que hacer un gran esfuerzo. Pero ni la apariencia de Ninel Serguéievna ni el entorno en el que se realizaba el experimento daban motivo alguno para suponer que me estaban mostrando un truco.

Un enfoque tan ingenuo y carente de rigor científico resulta sumamente decepcionante. Está claro que no se trataba en absoluto de un experimento controlado, sino de una demostración libre. Y debemos, por lo tanto, limitarnos a confiar en las impresiones subjetivas del académico de que no hubo engaño. Es difícil imaginar que algún experimento científico pudiera ser tomado en serio —incluido por el propio Kobzariov— si su validez se basara únicamente en la convicción subjetiva de los experimentadores de que todo se hizo correctamente. Tal descuido resulta asombroso.

Ni siquiera todos verificaron a Kúlaguina en busca de imanes. Por ejemplo, estas son las sorprendentes declaraciones en el juicio del académico Guliáiev:

Representante del demandante: Durante el experimento, ¿su comportamiento permitía sospechar que intentaba de algún modo falsificar los resultados? ¿Hubo algún intento de explicar los resultados obtenidos —aunque fuera con una mínima probabilidad— por la influencia de un imán adherido a su cuerpo?

Guliáiev: No lo he pensado. Considero que la búsqueda de imanes no entra dentro de nuestras posibilidades.

Es decir, al realizar investigaciones sobre una persona que supuestamente poseía habilidades fenomenales, al científico ni siquiera se le ocurrió revisar si Kúlaguina tenía imanes.

Tampoco está claro por qué la búsqueda de imanes “no entra en las posibilidades” y a qué posibilidades se refiere. Tal vez el académico quiso decir que la exclusión de imanes no formaba parte de los requisitos del experimento. Pero eso también resulta extraño, considerando que Kúlaguina fue invitada a participar en mediciones de los campos generados por el cuerpo humano. Nos parece que excluir la presencia de imanes y otras fuentes de radiación es lo primero que debería hacerse en un experimento de ese tipo, tanto si la persona afirma poseer habilidades extraordinarias como si no. Lo más probable es que se trate de un error en el diseño experimental.

De una u otra forma, esto no se hizo, y los experimentos tanto de Kobzariov como de Guliáiev no pueden considerarse pruebas de las habilidades de Kúlaguina. Sin embargo, son precisamente sus testimonios los principales argumentos que los partidarios de la telequinesis presentan como “fundamento científico”.

Aquí también debe citarse otro fragmento de una entrevista de Kobzariov. En ella describió un experimento que, según su relato, fue más correcto que los demás mencionados:

“El experimento más interesante, en mi opinión, no solo eliminaba la posibilidad de usar hilos o imanes, sino que también excluía que partículas procedentes de las manos de Kúlaguina alcanzaran el objeto en movimiento. Para ello, en el Instituto de Radiotecnia y Electrónica se fabricó un cubo de plexiglás sin una de sus caras. El cubo, por su lado abierto, encajaba firmemente en las ranuras fresadas en una gruesa base también de plexiglás. Dentro del cubo se colocaba un cartucho de cartón de escopeta. Este dispositivo fue diseñado precisamente para demostrar que la telequinesis no es un truco, sino un hecho real. El objeto movido no era magnético, y la posibilidad de usar hilos estaba completamente excluida. El experimento se realizó hace unos dos años.

Sabiendo cuánto esfuerzo le costaban estos experimentos a Kúlaguina, invité como testigo a nuestra vecina, una médica. Ninel Serguéievna hizo un esfuerzo extraordinario antes de que el cartucho comenzara a moverse. Cuando este se desplazó hasta la pared del cubo, Kúlaguina se sintió mal. La médica, al medirle la presión arterial, se horrorizó. La presión sistólica estaba en 230 y la diastólica casi alcanzaba 200. Llamaron al esposo de la vecina, también médico experimentado, quien diagnosticó un espasmo de los vasos cerebrales, le dio medicamentos y le ordenó guardar reposo absoluto. ‘La paciente está cerca de un estado comatoso’, me explicó. ‘Tales experimentos pueden tener consecuencias lamentables’...”

Lamentablemente, este experimento no fue grabado en video, ni Kobzariov consideró necesario haberlo realizado de esa forma desde el principio, antes de cualquier otro experimento con Kúlaguina. Tampoco disponemos de un protocolo detallado del experimento, el cual es obligatorio en el trabajo científico. Dicho protocolo habría permitido confirmar la corrección de la puesta en práctica y posibilitar la verificación por otros científicos, o bien señalar posibles errores.

Sin embargo, cuando se trata de Kobzariov, tenemos todas las razones para pensar que era tan acrítico con respecto a Kúlaguina que estaba dispuesto a justificar sus fallos mediante suposiciones completamente fantásticas, difíciles de tomar en serio. He aquí un ejemplo ilustrativo del mismo testimonio:

¿No recuerda algún caso que ponga en duda la corrección de las acciones de la sujeto?

—Un caso que nos arruinó el ánimo ocurrió precisamente durante los experimentos con el láser. Uno de los jóvenes observadores afirmó (y poco después uno o dos participantes se sumaron a él) que veía un hilo e incluso un pequeño objeto atado a él, que Kúlaguina introducía en el cilindro a través de un orificio en su pared. No creo que Ninel Serguéievna intentara engañar a los experimentadores. ¡No lo necesitaba! Un experimento más con un resultado sorprendente no habría añadido nada a lo que ya se había establecido con plena certeza. Sin embargo, no pongo en duda la honestidad de los experimentadores que afirmaron haber visto el hilo.

Sí, ellos vieron un hilo, ¡pero el hilo no existía! Se sabe que los faquires indios son capaces de provocar visiones asombrosas y antinaturales en grandes grupos de personas. También se conocen casos de alucinaciones colectivas entre fieles en iglesias. Yo mismo, una vez, experimenté una alucinación visual inducida por un médico hipnotizador. Al arrugar un billete de un rublo, me hizo ver un billete de cien, desplegando y volviendo a arrugar el papel. Hubo otros casos que me convencieron de que uno puede ver y oír lo que en realidad no existe… Ocurrió una autosugestión, y los experimentadores vieron hilos porque pensaban que sin ellos el efecto no podría producirse…

Kobzariov vuelve a intentar convencer a los lectores para que le crean sin pruebas. Su argumentación es completamente indigna de un verdadero investigador y sorprende por su falta de fundamento y coherencia. Desde nuestro punto de vista, la debilidad de las palabras de Kobzariov resultará evidente para muchos lectores, pero por completitud añadiremos una breve explicación.

El hecho de que Kobzariov no creyera en el fraude de Kúlaguina no constituye un argumento. El fraude en un experimento científico se descarta mediante un diseño riguroso, no por la fe del experimentador en que no está siendo engañado.

Las suposiciones sobre lo que Kúlaguina necesitaba o no necesitaba son simplemente indemostrables y constituyen especulaciones. Si se quiere hacer suposiciones, es evidente que, además del dinero, existen otros incentivos. La atención, por ejemplo: estar rodeada de académicos de renombre mundial y manipularlos a su antojo.

La afirmación de que otro experimento con un resultado sorprendente no habría aportado nada parte del supuesto de que Kúlaguina actuaba sinceramente y luego decidió hacer trampa. Pero si todos los resultados se obtuvieron mediante engaño, este experimento solo se diferenció en que las manipulaciones de la psíquica fueron detectadas.

Kobzariov luego afirma que los faquires son capaces de provocar visiones colectivas y dice que eso “es sabido”. Sin embargo, no queda claro a quién le consta ni dónde se puede leer sobre casos científicamente documentados de visiones colectivas. Quienes conocen el arte de la prestidigitación saben que la hipnosis masiva es un mito que tradicionalmente acompaña al famoso truco de la cuerda flotante. Este truco tiene una mecánica definida y una larga historia. No se necesita ninguna hipnosis masiva.

Lo mismo puede decirse de la historia del billete. No sabemos a qué truco se refiere en particular, pero existen muchos números clásicos que permiten transformar un billete de una denominación en otro. Son viejos trucos conocidos, y las historias sobre hipnosis, populares en la URSS en los tiempos de Kio padre, no eran más que leyendas que los ilusionistas no se apresuraban a desmentir, pues tales relatos desviaban la atención de los verdaderos secretos.

Por último, Kobzariov recurre al mito del hipnotismo y sus supuestas posibilidades. Sin embargo, basta con consultar los datos enciclopédicos sobre la hipnosis y sus límites reales de aplicación para que la explicación de Kobzariov se convierta en una excusa con la que el académico intentó evadir una observación muy seria de sus colegas.

También es significativo que las observaciones de los colaboradores que “arruinaron el ánimo” no motivaran ni a Guliáiev ni a Kobzariov a organizar un experimento en el que se excluyera toda posibilidad de hilos. Esto es muy lamentable y mina gravemente la confianza en el pensamiento crítico de ambos científicos. Cuando se trataba de Kúlaguina, o no se tomaban el asunto en serio, o se dejaban llevar y terminaban engañados.

De este modo, podemos afirmar con seguridad que, según las propias descripciones de los académicos, sus experimentos fueron totalmente insatisfactorios: se ignoraban las observaciones de los colegas, los protocolos adecuados, los controles estaban casi siempre ausentes, los experimentos eran informales y se realizaban en departamentos privados.

En conclusión, debe señalarse lo siguiente. Según V. V. Kúlaguin y Y. B. Kobzariov, en Kúlaguina se registró todo un espectro de los fenómenos más inusuales, como, por ejemplo, la emisión de ultrasonido por sus manos. Kobzariov afirmó:

“Durante el desplazamiento de una cajita de fósforos, emitía impulsos irregulares con frentes muy pronunciados. ¡Las manos de Kúlaguina emitían ultrasonido! Fue un gran descubrimiento que literalmente sacudió nuestra imaginación.”

Resulta completamente incomprensible por qué ninguna de estas investigaciones fue publicada en revistas científicas con revisión por pares. La emisión de ultrasonido no tiene nada de místico, y no existía prohibición alguna para publicar tales trabajos. Ese descubrimiento habría podido traer fama mundial a los científicos. ¿Cuál fue, entonces, el problema?

Parece que el problema fue el mismo que en los demás experimentos con Kúlaguina: eran incontrolados, y ninguna revista los habría aceptado precisamente por esa razón. Y si lo hubieran hecho, los científicos habrían recibido comentarios perplejos de sus colegas. Esta suposición se basa en las mismas razones de siempre: en las propias palabras de los científicos. Las descripciones de los experimentos según Kobzariov confirman que se trataba simplemente de nuevas demostraciones, que nos recuerdan que los académicos también son seres humanos y pueden equivocarse cuando se dejan llevar demasiado y renuncian al pensamiento crítico.

Pero hay una observación adicional muy importante. El hecho es que no siempre, cuando Kúlaguina participaba en algún experimento, sus habilidades eran objeto de estudio. El propio Guliáiev subraya que ellos no investigaban las habilidades de Kúlaguina, sino que partían del supuesto de que las tenía y simplemente la incluyeron en experimentos sobre las radiaciones del cuerpo humano como un caso interesante. Guliáiev no realizó ningún experimento controlado que demostrara las habilidades de Kúlaguina y lo declaró inequívocamente en el juicio. Afirmó que las radiaciones del organismo de Kúlaguina diferían del resto de la muestra; sin embargo, como ya vimos, el diseño del experimento carecía del control necesario, por lo cual los resultados carecen de valor.

Conclusión: no tenemos pruebas científicas de que Kúlaguina poseyera ninguna capacidad paranormal.

 

  1. El Instituto  de ciencias, debido a su materialismo, no permitió estudiar las capacidades extrasensoriales.

Los científicos que creyeron en Kulagina no expresaban en absoluto hipótesis de tipo místico. Por lo tanto, no está claro qué clase de ideología pudo haber impedido a Aleksándrov o a Ivanitski aceptar la versión acerca de características inusuales, pero perfectamente materiales, propuestas por sus colegas. Tampoco está claro qué doctrina de la ciencia soviética en particular, o de la física, la química y la biología en general, habría exigido rechazar la publicación de una hipótesis según la cual en las personas podrían observarse ocasionalmente emisiones inusuales o campos anómalos, que además podrían demostrarse mediante un experimento controlado.

El argumento sobre una conspiración de la ciencia contra el estudio de Nina es completamente insostenible y, desde nuestro punto de vista, no debería seguir formando parte del discurso sobre la historia de Kulagina.

 

17 ¿Qué pueden decir respecto a los testimonios de los críticos  Yuri Gorny y Braguinski?

Lamentablemente, toda una serie de científicos soviéticos y otros escépticos apresurados se apuraron en proponer aunque fuera alguna hipótesis, lo cual, desde nuestro punto de vista, perjudicó gravemente el discurso intelectual sobre el tema y predispusieron a muchos pensadores racionales en contra de los escépticos. Al parecer, los representantes de la ciencia soviética no tenían mucha experiencia en la comunicación con el público y, a veces, trataban sus propias palabras con ligereza.

Yuri Gorny es un ilusionista que en su sitio web ofrece una versión sobre la ejecución de los trucos de Kulagina:

En todos sus trucos, ella utilizaba imanes potentes e hilos delgados, invisibles para el observador. A veces lo hacía de manera ingeniosa. Por ejemplo, pedía que se cubrieran los fósforos con un vaso, y aun así se movían, cambiando la dirección que ella les indicaba. En los fósforos se introducían previamente finas agujas de acero, sobre las cuales se ejercía influencia mediante imanes colocados en su calzado y en la zona del abdomen.

La explicación es bastante poco convincente, además de contradecir los hechos conocidos, en particular, que en el experimento con los fósforos los objetos fueron entregados a Kulagina por los propios participantes del experimento, por lo que la preparación previa de los objetos quedaba descartada. Incluso si no hubiera sido así, el método propuesto resulta demasiado complicado e impráctico. En nuestra opinión, el movimiento de los fósforos se explica de manera extremadamente simple (véase el argumento 6). Consideramos que Gorny está equivocado y que debería haber reflexionado más cuidadosamente sobre su explicación. La formulación también debería reflejar con claridad que se trata únicamente de una hipótesis, y no de un hecho comprobado.

Braguinski escribió lo siguiente:

Después de eso, Kulagina, sentada a una gran distancia de la mesa, hizo que una cajita de cartón se desplazara por ella cierta distancia. Un par de años más tarde, Yura Gulyaev me dijo que habían descubierto que Kulagina empujaba la cajita discretamente. Pero lo hacía tan rápido que los receptores visuales no alcanzaban a reaccionar.

Desde nuestro punto de vista, esto es un absurdo manifiesto. No se puede tomar esa versión en serio.

 

18. No existen pruebas de que Kulagina no poseyera habilidades paranormales.

Este argumento posee una gran fuerza polémica; sin embargo, por muy convincente que suene, el modo en que se plantea la cuestión es erróneo y constituye una conocida falacia lógica: argumentum ad ignorantiam (argumento basado en la ignorancia). Según este razonamiento, algo se considera verdadero únicamente porque no se ha demostrado que sea falso.

Lo absurdo de tal enfoque del conocimiento puede demostrarse fácilmente en la práctica. Por ejemplo, no existen pruebas de que Yuri Gagarin no poseyera capacidades paranormales. Tampoco hay pruebas de que no haya visto extraterrestres en el espacio. ¿Significa eso que debemos creer cualquier cosa solo porque no tenemos evidencias de lo contrario?

Se podría objetar aquí que Gagarin nunca declaró tener capacidades paranormales. Pero Uri Geller sí las declaró, y fue varias veces desenmascarado de manera convincente en video por fraude. ¿Es razonable suponer que, solo porque no se ha demostrado que haya hecho trampa en todos los demás casos, debamos seguir tomando en serio sus afirmaciones?

También cabe añadir que los partidarios de la versión paranormal no especifican con precisión qué tipo de capacidades tenía exactamente Kulagina. Por ello, es muy difícil imaginar qué considerarían como prueba de la ausencia de tales capacidades. En ciencia, esas hipótesis imprecisas se denominan infalsables y, por definición, no son científicas.

Para demostrar la infalsabilidad de la hipótesis sobre las capacidades de Kulagina, basta con observar que no se afirmaba simplemente que pudiera mover objetos mediante fuerzas desconocidas. Además, se especificaba que podía moverlos solo en un ambiente tranquilo, en presencia de personas conocidas que se mostraran hacia ella sin actitud crítica, y que necesitaba tiempo para “concentrarse”. Esto significa que ningún experimento podrá probar nada, ya que siempre se podrá alegar que los escépticos interfirieron o, por ejemplo, que no tuvo suficientes horas para “prepararse”.


  1. No existen pruebas de que Kulagina haya cometido fraude.

No hay pruebas directas disponibles al público que demuestren que Kulagina haya hecho trampa. Solo contamos con los testimonios de los participantes del experimento sobre la desviación del rayo láser, quienes afirmaron haber visto hilos durante la desviación, así como con el testimonio de la comisión del VNIIM, que descubrió imanes bajo la ropa de Kulagina durante los experimentos realizados en su apartamento. Frente a esto, se encuentra un grupo de partidarios de Kulagina que, durante todo el tiempo que mantuvieron contacto con ella, jamás realizaron un experimento que descartara la posibilidad de fraude, y ni siquiera se les ocurrió pensar que pudieran estar siendo engañados (véase argumento 15).

Sin embargo, poseemos una cantidad considerable de indicios indirectos que, aunque no prueban con total certeza el hecho del fraude, lo hacen muy probable y, en algunos casos, incluso apuntan a un método concreto. Más información sobre las hipótesis de la “telequinesis” y la “clarividencia” puede encontrarse aquí.

También debe tenerse en cuenta el hecho de que no nos aproximamos al estudio de tales fenómenos desde cero. Contamos con una amplia experiencia de interacción con el mundo que nos rodea y con un sólido acervo de conocimientos científicos, que incluyen los avances que hacen posibles la medicina moderna, el transporte, los satélites, los teléfonos móviles y el Internet. Todo ese vasto trasfondo de información hace que la versión del fraude sea mucho más verosímil que la de las supuestas capacidades sobrenaturales, las cuales, una y otra vez, resultan ser engañosas o, en el mejor de los casos, errores de los investigadores.

Y, por último, no afirmamos que ella haya cometido fraude. Lo que afirmamos es que esta versión de los hechos, en definitiva, es mucho más plausible y explica adecuadamente los hechos disponibles sin necesidad de introducir en la discusión fuerzas desconocidas.

 

  1. ¿Por qué ninguno de los críticos tuvo la idea de mover la mano y descartar los hilos directamente durante el experimento?

Eso habría que preguntárselo a ellos. Solo podemos suponer. Las personas que comenzaron a dudar pudieron haber pensado en la posibilidad de los hilos recién después. O tal vez no se atrevieron a arruinar el experimento delante de todos. Recordemos que los experimentos con Kulagina duraban horas. Ella representaba un gran esfuerzo, malestar físico. No es difícil imaginar que, en una situación así, pocos se atreverían a acercarse y arruinar el experimento. Además, la atención disminuye después de varias horas.

En general, tales argumentos se alimentan de un sesgo cognitivo de percepción retrospectiva. Armados con el conocimiento actual, atribuimos ese mismo conocimiento a otros o a nosotros mismos en el pasado. Mirando hacia atrás, parece que desenmascarar el engaño era algo elemental. Pero, sin embargo, en las grabaciones de video tanto de Kulagina como de muchos otros psíquicos, observamos la ausencia, a veces, de un control siquiera elemental.

La posibilidad de un engaño exitoso también está confirmada por ejemplos históricos. La historia de otro psíquico soviético, Borís Yermoláev, muestra que una persona puede engañar a quienes lo rodean durante décadas, hasta que alguien finalmente tiene la idea de “mover la mano”, y aun así, solo después de que la cámara capta un hilo (véase este video desde el minuto 19:30). Durante todos esos años, nadie se apresuró a agregar controles ni a mover la mano, y aún pueden encontrarse en Internet películas en las que se relata con solemnidad sobre las habilidades de Yermoláev para levitar y mover objetos, mientras los participantes de las demostraciones aseguran que lo vieron todo con sus propios ojos y que el engaño era imposible.


 

Y, por último, el argumento puede suponer que nadie movió la mano porque era evidente que no había hilos. Lamentablemente, esa seguridad subjetiva no tiene ningún valor y no constituye un argumento.

 

Continúa en la parte III