25.2.25

Psicología de la Prestidigitación

 


Alfred Binet, reconocido psicólogo francés, pasó a la historia por desarrollar en 1905, junto a Theodore Simon, la primera escala de inteligencia infantil. Esta innovadora herramienta permitió identificar estudiantes con dificultades de aprendizaje dentro del sistema educativo francés.

Aunque su escala de edad mental le dio fama mundial, Binet fue un investigador versátil que incursionó en ámbitos menos conocidos como el hipnotismo, la sugestión, la sexualidad humana, los procesos cognitivos de los ajedrecistas, la psicología diferencial y la cognición en los trucos de magia.

La prestidigitación representa un sofisticado arte escénico practicado por ilusionistas para el entretenimiento. Esta disciplina exige precisas habilidades motoras, técnicas de distracción, capacidades interpretativas y el dominio de diversas técnicas.

En octubre de 1894, Binet publicó un interesante artículo sobre este tema en la prestigiosa revista "Revue des Deux Mondes". A continuación se presenta la traducción íntegra de su texto, realizada a partir de la versión en inglés.

Psicología de la prestidigitación

por Alfred Binet

Original en
https://archive.org/details/annualreportofbo1894smit/page/572/mode/1up?view=theater

*Los elementos principales de este estudio han sido extraídos de las obras clásicas de Jacques Ozanan, Guyot, Decremps, Ponsin, así como de los escritos más contemporáneos de Robert Houdin. 

La perspectiva psicológica del tema ha sido abordada por algunos autores, como el Sr. James Sully en su obra "Ilusiones de los Sentidos y del Espíritu", y el Sr. Max Dessoir que publicó una serie de artículos en la revista The Open Court sobre la psicología de la magia (1893), de quienes hemos obtenido valiosas indicaciones. 

Nuestro principal objetivo ha sido proporcionar al lector una comprensión clara de la ejecución de estos trucos. Para lograrlo, hemos consultado a profesionales, quienes amablemente accedieron a realizar las ilusiones ante nosotros en diferentes condiciones, revelándonos aspectos que normalmente mantienen en secreto. Entre estos generosos colaboradores, nos complace mencionar a los señores Arnould, Dickson, Mélies, Pierre y Raynaly.

 

Las ilusiones sensoriales y la prestidigitación

Las ilusiones sensoriales son experiencias que tienen todas las personas, ya sean conscientes o inconscientes, que demuestran que nuestros sentidos no siempre transmiten la realidad con exactitud. Tanto la vista como el oído pueden engañarnos, e incluso el tacto, al que recurrimos instintivamente para verificar la información proveniente de otros sentidos, puede inducirnos a error.

Sin embargo, siendo más precisos, el error no reside en los sentidos mismos sino en la mente. Los sentidos simplemente registran sensaciones: el ojo capta variaciones de luz y color, mientras que la mano detecta sensaciones táctiles y de movimiento. Es la mente la que interpreta estas sensaciones, elabora conclusiones y, a partir de ellas, construye la percepción de objetos externos con múltiples características.

Cuando identificamos algo como una silla, una mesa, un perro o una casa, no solo procesamos lo que el ojo percibe directamente, sino que realizamos un razonamiento complejo. Este proceso de razonamiento, aunque automático y veloz, puede fallar en determinadas circunstancias. Cuando esto sucede, experimentamos lo que denominamos una ilusión sensorial.

La prestidigitación es una disciplina artística con un propósito específico: explorar y explotar en función del espectáculo los factores que pueden inducirnos a errores en nuestra percepción visual. Un espectador que observa trucos de prestidigitación sin conocer los métodos empleados puede ser llevado a experimentar tres tipos de engaño perceptivo

creer que ve un objeto en un lugar cuando en realidad está en otro, 

percibir algo que no existe y 

no detectar lo que realmente está presente.

Para un psicólogo, el estudio de las técnicas utilizadas para crear estas ilusiones resulta especialmente valioso por dos razones fundamentales: primero, porque ilumina los mecanismos mediante los cuales la mente percibe los objetos externos; y segundo, porque revela las vulnerabilidades específicas de nuestro proceso cognitivo. Antes de profundizar en un análisis detallado de estas técnicas, es conveniente establecer, a través de algunas consideraciones generales, la naturaleza exacta del error que el arte del prestidigitador logra producir en la percepción humana.

 

I

Las ilusiones activas y pasivas

El distinguido psicólogo inglés James Sully estableció una valiosa distinción filosófica en el estudio de las ilusiones sensoriales, clasificándolas en dos categorías: activas y pasivas. Las ilusiones pasivas son universales, experimentadas por todos los individuos bajo las mismas condiciones debido a nuestra organización psíquica. Por ejemplo, percibimos los objetos en posición perpendicular aunque su imagen se proyecte invertida en la retina, o vemos un palo sumergido en agua como si estuviera roto. Estas ilusiones son inevitables para cualquier persona.

En contraste, las ilusiones activas, según Sully, surgen de la actividad espontánea de la mente y son individuales, salvo cuando adoptan un carácter generalizado, como por ejemplo una ilusión colectiva. Las ilusiones activas son producto de nuestro temperamento, estado mental y creencias. Un ejemplo común es cuando, esperando a alguien en la calle, creemos reconocerlo erróneamente en un transeúnte. Estas son normales, pero también hay ilusiones activas en la locura

Las ilusiones de prestidigitación pertenecen claramente a la categoría de ilusiones pasivas o universales, que afectan a todas las personas mentalmente sanas. Max Dessoir ilustra esto con un ejemplo revelador: un ilusionista muestra una naranja, la lanza al aire y la atrapa varias veces. En el tercer lanzamiento, tras haber ocultado discretamente la naranja en su bolsillo, simula lanzarla nuevamente. Dessoir sostiene, y coincidimos con él, que muchos espectadores creerán ver la naranja en el aire como en las ocasiones anteriores, sorprendiéndose cuando esta no desciende.

¿Cómo clasificar esta ilusión? Aunque ver un objeto donde no existe podría considerarse una alucinación, Dessoir correctamente rechaza esta interpretación. Una alucinación, propiamente dicha, se refiere a una ilusión inexplicable por factores externos; es un trastorno sensorial, no un error normal de percepción.

Es importante señalar que el público de un espectáculo de prestidigitación experimenta estas ilusiones de manera limitada, consciente de estar presenciando trucos. Aunque no comprendan el mecanismo detrás de una ilusión específica, los espectadores no concluyen que las leyes naturales han sido alteradas. Por ejemplo, si una nuez moscada parece brotar de los dedos del ilusionista, el público, aunque desconcertado por el método, no creerá que tal fenómeno sea naturalmente posible. La ilusión, por tanto, se limita al ámbito visual, siendo contradecida por nuestra razón.

II

 

Las ilusiones pasivas positivas

El análisis de los procesos que generan ilusiones en la prestidigitación y que impiden al espectador descubrir la verdad es complejo, ya que no existe un único proceso, sino múltiples, todos de naturaleza intrincada. La ilusión en cada truco no surge de una causa aislada, sino de numerosos factores sutiles, tantos que intentar identificarlos todos sería como contar los granos de arena en una playa. Por ello, me limitaré a exponer los principales recursos que utiliza el prestidigitador.

Las ilusiones sensoriales que estudiaremos se dividen en dos categorías principales: positivas y negativas. La investigación moderna en hipnosis nos ha familiarizado con estos términos y fenómenos. Las ilusiones positivas, que analizaremos primero, consisten en ver lo inexistente, creando apariencias sin realidad. Estas ilusiones son características de los estados hipnóticos iniciales, donde el sujeto puede ser inducido a ver cualquier cosa que el hipnotizador sugiera. Por ejemplo, si este dice "¡Aquí hay un pájaro!", el sujeto hipnotizado inmediatamente visualiza el ave, intenta tocarla, escucha su canto y realiza gestos coherentes con esta sugestión.

Citamos este ejemplo de ilusión hipnótica porque comparte con las ilusiones del prestidigitador la característica fundamental de ser resultado de la influencia de una mente sobre otra. Sin embargo, más allá de esta similitud básica, las diferencias son notables. En la hipnosis, crear una ilusión es extremadamente simple: basta una palabra pronunciada con autoridad. En cambio, el prestidigitador debe emplear métodos más sofisticados para engañar a su público sin que este sea consciente de ello.

La captación de la atención del público es el requisito fundamental para estas operaciones. El prestidigitador debe conseguir la atención total de cada espectador para establecer una conexión mental con ellos, fenómeno conocido en hipnosis como "entrer en rapport". Aunque su naturaleza exacta es difícil de definir, su existencia es innegable. Todos poseemos instintivamente la capacidad de atraer y mantener la atención de otros mediante recursos como elevar la voz, tocar el hombro o usar interjecciones. La eficacia depende en gran medida de la personalidad: mientras algunos encuentran imposible mantener la atención de un público, otros la captan inmediatamente con simples palabras. El prestidigitador, aunque posiblemente no haya analizado conscientemente sus métodos, sabe dirigir la atención de su audiencia hacia sus manos, ojos o cualquier parte de su cuerpo según necesite.

Robert Houdin señala una observación que resultará familiar a quienes tienen experiencia hablando en público: la cualidad más importante del prestidigitador es poseer una mirada firme. Las personas de expresión tímida o vaga tienden a desviar la mirada cuando se les observa fijamente, como si temieran esa intimidad. Esta timidez es contagiosa y obstaculiza tanto la comunicación como la capacidad del orador para influir en su audiencia. Según Houdin, el prestidigitador debe poseer una mirada franca, brillante y penetrante, que debe dirigir con audacia hacia los ojos de los espectadores para establecer un vínculo de simpatía mutua. Una vez logrado esto, puede dirigir la atención visual de su público según convenga.

Las ilusiones positivas se producen principalmente mediante el uso de amagues o simulaciones. Un amague o finta es apenas el esbozo de una acción: simular tomar algo de una mesa extendiendo la mano hacia ella, o aparentar lanzar una naranja al aire mientras se retiene en la mano. La simulación consiste en ejecutar solo la parte inicial de una acción conocida, ocultando su finalización detrás de una mesa, pantalla o del propio cuerpo. El espectador, al ver completada la primera parte pero no la segunda, asume inconscientemente que la acción se ha realizado en su totalidad.

Desde la perspectiva psicológica, estos mecanismos se explican por las leyes del hábito y la asociación de ideas. Cuando dos acciones o percepciones habitualmente consecutivas se presentan, nuestra mente asocia inevitablemente la presencia de una con la otra. Al percibir la primera acción, no solo suponemos la segunda, sino que la visualizamos de manera tan vívida que creemos haberla presenciado.

El juego de manos, fundamento de la prestidigitación, ejemplifica perfectamente estas explicaciones. Consiste en ocultar súbitamente un objeto ante los espectadores, creando la ilusión de su traslado instantáneo a otro lugar. El prestidigitador toma un objeto (corcho, huevo, moneda) en su mano derecha y simula pasarlo a la izquierda tan hábilmente que el público no solo está convencido del cambio, sino que jurará haberlo visto.

Esta ilusión resulta irresistible para quienes desconocen su funcionamiento, engañando tanto a niños como a científicos experimentados. Según Robert Houdin, ni siquiera los pueblos primitivos escapan a estas ilusiones, atribuyéndolas a poderes sobrenaturales. Incluso los animales, como los perros, muestran sensibilidad ante estos trucos.

El arte del juego de manos no es arbitrario, sino que sigue leyes establecidas desde hace más de un siglo. Su aprendizaje es comparable al de la danza o el piano, requiriendo años de práctica frente al espejo para dominar la compleja manipulación digital. Contrariamente a la creencia popular, los magos profesionales raramente utilizan las mangas para sus trucos, como demuestra el famoso Bosco, que actuaba con los brazos desnudos.

La técnica fundamental consiste en retener el objeto en una mano mientras se crea la ilusión de que está en la otra. Los prestidigitadores comienzan practicando con objetos pequeños (nueces moscadas, monedas) antes de pasar a otros más grandes (bolas de billar, huevos). Existen diversas técnicas para retener objetos con la mano abierta, utilizando la palma o las articulaciones de los dedos. La dificultad principal radica en el movimiento inicial de ocultación, que debe realizarse con suma delicadeza.

La capacidad de retención varía según factores como la naturaleza de los objetos, su autenticidad, conexiones entre ellos, y la necesidad de mantener otros elementos en la mano. En el truco "cazar las piezas" se pueden sostener hasta doce piezas con la mano semicerrada, mientras que un buen prestidigitador puede mantener cinco monedas grandes en una mano aparentemente relajada.

La efectividad del truco aumenta mediante recursos adicionales como el discurso preparado, que distrae la atención del público del momento crucial de la manipulación. En lugar de anunciar directamente la desaparición de un objeto, el prestidigitador crea un contexto misterioso que, aunque obviamente imposible, cautiva la atención y dirige la mirada del público hacia donde desea.

Estas ilusiones positivas tienen características particulares: son momentáneas, a diferencia de ilusiones permanentes como la del palo doblado en el agua. No se trata tanto de una ilusión sensorial directa ("veo el objeto pasar") sino de una ilusión de la memoria ("vi el objeto pasar"), lo que las hace especialmente efectivas.

 

III

Las ilusiones pasivas negativas

Nos encontramos ante otra clase de ilusiones en los trucos de prestidigitación, a las que podemos denominar ilusiones negativas, en contraste con las anteriores. Los primeros y más destacados ejemplos de estas ilusiones singulares se conocieron mediante experimentos hipnóticos. Estas ilusiones consisten en no percibir —ya sea no ver, no oír o no sentir—, lo que suprime la capacidad de detectar un objeto o una categoría de objetos. Por ejemplo, si se coloca ante una persona hipnotizada un objeto real, material y tangible, como otra persona presente en el experimento, y se le ordena al sujeto no percibirla; esta instrucción basta para que la persona desaparezca de su percepción, como si se volviera invisible.

Esta última categoría de ilusiones resulta mucho más difícil de comprender que la primera. Los estudiosos, cabe admitirlo, no han proporcionado una explicación plenamente satisfactoria al respecto. Desconocemos qué sucede exactamente en la mente del sujeto hipnotizado cuando se le ordena ignorar a alguien situado justo frente a él. Resulta complejo entender el proceso mediante el cual la persona hipnotizada, actuando con completa sinceridad y sin esfuerzo alguno por simular o bromear, llega a un estado en el que es incapaz de ver a un individuo familiar ubicado ante sus ojos.

Las ilusiones negativas son frecuentes en las sesiones de magia. Intentaremos dilucidar cómo una persona perfectamente sana, en pleno uso de sus facultades mentales, puede verse impedida de percibir objetos colocados directamente en su campo visual.

Los objetos de los que es necesario desviar la atención del público varían según el contexto. En ciertos trucos, puede tratarse de un rincón de la mesa del mago; en otros, de una copa o un mazo de cartas. Por lo general, son las manos del propio prestidigitador las que deben pasar desapercibidas, evitando que se concentre en ellas la mirada atenta de los espectadores.

Cabe entender que no siempre es fácil eludir la vigilancia minuciosa del público. Los asistentes acuden al espectáculo para observar, y desde el momento en que se alza el telón y el artista aparece en escena, todas las miradas se fijan en él. Si el mago está completamente rodeado de luz, ¿cómo es posible evitar que los espectadores centren su atención en el lugar exacto donde se producirá la ilusión?

Para lograr este efecto, el prestidigitador se apoya en un principio psicológico que, sin duda, desconoce en su fundamento teórico y jamás ha escuchado explicar. La esencia de la prestidigitación radica en la psicología. Ya hemos expuesto cómo la ley de asociación de ideas explica las ilusiones positivas. Por su parte, las ilusiones negativas se sustentan en otra ley psicológica, que puede formularse así: Nuestra atención tiende a captar únicamente los objetos externos que la atraen activamente.

Toda percepción implica un acto de selección consciente. Innumerables estímulos sensoriales impactan constantemente nuestros sentidos, pero la mayoría son ignorados por carecer de relevancia; solo fijamos la atención en aquellos que nos resultan significativos. Estos últimos traspasan el umbral de nuestra conciencia, se integran en nuestro razonamiento, evocan recuerdos y moldean nuestra experiencia interna. Aunque cada individuo posee predisposiciones atencionales particulares (algunos priorizan formas, otros colores, etc.), existen normas universales de percepción: ciertos objetos, a priori, monopolizan la atención colectiva, mientras que otros solo se perciben de forma periférica, desvaneciéndose rápidamente de la memoria.

La prestidigitación explota esta uniformidad en las reacciones humanas ante estímulos similares. Cuando un truco exige que detalles clave pasen inadvertidos —incluso bajo plena luz—, el mago estructura la escena para:

    -  Dirigir la atención del público hacia un punto alternativo en el momento crítico, o

    -  Dotar a la acción crucial de una apariencia intrascendente, induciendo relajación atencional.

Así, mediante la distracción o el adormecimiento de la atención, logra ocultar a la vista colectiva un acto que, objetivamente, resulta visible.

 

a) Distracción dirigida

Ejemplos de distracción atencional:

Si el prestidigitador desea operar con la mano derecha, gira su cuerpo hacia la izquierda; si busca ocultar un movimiento de la mano izquierda, se orienta hacia la derecha. Su postura corporal dirige las miradas del público en la dirección opuesta a la acción secreta.

El simple acto de hablar sirve como herramienta de distracción. Como señaló Max Dessoir: cuando el mago manipula un mazo de cartas, todas las miradas se concentran en sus manos; al comenzar a hablar, las miradas se desplazan instantáneamente hacia su rostro, permitiendo que sus manos ejecuten maniobras inadvertidas.

Existe un método aún más eficaz para desviar la atención y la mirada del público durante la ejecución de un acto que, por naturaleza, podría captar su interés. En trucos de mayor envergadura, este tipo de maniobra se planifica meticulosamente con anticipación. Por ejemplo:

Uso estratégico de objetos

El mago coloca un objeto llamativo en un extremo de la mesa y anuncia que será esencial para el truco. Supongamos que se trata de un sombrero a través del cual pretende hacer pasar monedas; inevitablemente, todas las miradas se concentran en el sombrero, ignorando que su mano, oculta tras la mesa, aprovecha el descuido para tomar un objeto de un bolsillo o cajón secreto.

Alternativamente, el artista declara que hará aparecer un objeto en un mueble específico. Golpea el mueble con su varita mágica y pronuncia un discurso similar al de Robert Houdin:

        «Todos conocen el poder de esta varita: basta un leve golpe para materializar lo deseado. Observen… No aquí (golpea la mesa) sino aquí (golpea su mano). ¡He aquí una esfera de cristal!».

El objetivo de golpear la mesa era fijar la atención allí, evitando que el público notara su mano introduciéndose en el bolsillo para extraer la esfera, la cual mantenía oculta en su palma hasta el momento preciso.

Técnicas sin herramientas

Un simple comentario puede bastar. Un colega prestidigitador relata:

        «Durante un discurso solemne, señalo un punto alejado de mi mesa y afirmo: “Pruebas irrefutables, que no están aquí, lo demuestran”. Al decir “que no están aquí”, los espectadores apartan la mirada de mí para buscar en vano lo inexistente».

La distracción se vuelve inevitable cuando el mago ejecuta una acción secundaria intrigante. Robert Houdin ilustra esto al anunciar que dividirá una esfera de cristal:

        «Esta esfera —exhibiéndola— es de cuarzo: densa e inquebrantable. Sin embargo, la partiré».

Mientras el mago habla, lanza la esfera al aire y la atrapa repetidamente. Como él mismo advierte: «El público no puede evitar seguir su trayectoria ascendente». Este movimiento aparentemente trivial bloquea la percepción de cualquier otro gesto sospechoso.

Técnicas de ilusión basadas en secuencias y sustituciones

En el arte de la prestidigitación, muchos trucos se diseñan como una serie de experimentos encadenados. Mientras el público se maravilla con un efecto recién concluido, el mago aprovecha ese instante de distracción para preparar el siguiente.

Ejemplo 1: El nacimiento de las flores

En este truco, el prestidigitador hace brotar ramos de flores en objetos diversos: su ojal, una caja, un vaso o un sombrero. Cada aparición floral deslumbra al público, quien, absorto en la maravilla, no percibe cómo el mago coloca sigilosamente el siguiente ramo en el objeto que protagonizará el efecto subsiguiente.

Distracción mediante interacción con la audiencia

En trucos que requieren la participación del público, una pregunta inesperada puede ser clave.

Truco con cartas y cálculo

    El mago necesita conocer la cuarta carta del mazo. Mientras todos observan sus manos, formula una pregunta absurda a un espectador: «¿Puedes contar hasta 60?». La confusión resultante desvía las miradas hacia el participante, permitiéndole levantar levemente la carta objetivo sin ser detectado.

 

 b) Rapidez y complejidad: La invisibilidad de los movimientos

Algunos trucos dependen de la velocidad y la complejidad técnica para engañar la percepción:

 El "saut de coup des deux mains" (Salto de corte con ambas manos):

        El mago sostiene un mazo donde la carta inferior es visible (ej.: rey de corazones). Con un movimiento imperceptible, la transforma en otra (ej.: as de espadas). Observadores experimentados, tras múltiples repeticiones, siguen sin descifrar el mecanismo.Clave: La operación dura ≈15 centésimas de segundo, tiempo insuficiente para que el cerebro analice el gesto, especialmente si es intrincado.

 La desaparición de la jaula:

Aunque menos impactante, este truco ilustra cómo la rapidez y la ubicación estratégica (ej.: detrás de un objeto pantalla) ocultan el movimiento crítico.

Nota: Si el mago ejecuta el truco lentamente, el secreto se revela. La ilusión reside en la combinación de velocidad y complejidad.

 

c) Sustituciones

c 1 Sustitución en lapsos perceptivos

El sistema de la pantalla: Ocultar lo evidente

Los magos explotan lapsos breves en la atención para realizar sustituciones. Principio psicológico: En la vida cotidiana, nuestro cerebro «rellena» interrupciones visuales. Si un niño desaparece de la vista un instante, asumimos que sigue ahí, no que se esfumó.

    Aplicación en magia:

        Ejemplo 1: Sustitución de cartas («filer la carte»):

        El mago se coloca frente a la mesa, gira ligeramente al depositar una carta y aprovecha el ángulo muerto para cambiarla.

        Ejemplo 2: Intercambio durante desplazamientos:

        Al moverse por el escenario o fingir buscar un objeto inexistente, el mago sustituye elementos (ej.: reloj envuelto en papel con doble fondo).

 

c 2 Sustituciones mediante colaboradores

La complicidad de un asistente multiplica las posibilidades:

    Truco del pájaro vivo/muerto:

  El mago entrega un pájaro vivo a un ayudante, pidiéndole guardarlo.

  El asistente, de espaldas al público, lo reemplaza por uno muerto.

   Al recuperarlo, el público cree que es el mismo, pues nunca lo perdieron de vista mentalmente.

     Truco del sombrero con objeto trucado:

    El mago envuelve un objeto prestado, lo «guarda» en un sombrero, y extrae uno falso previamente oculto en la corona. Un tono casual evita sospechas.

 Conclusión: Psicología y tradición

 La prestidigitación no depende tanto de inventiva individual como de explotar principios psicológicos universales:

    Distracción dirigida (miradas, preguntas).

    Velocidad y complejidad (movimientos indescifrables).

    Sustitución en lapsos perceptivos (aprovechar pantallas o hábitos mentales).

Como en el teatro clásico, estos métodos se transmiten como tradición, detallando cada gesto y momento crítico para dominar la atención del espectador.

 

Técnicas de ocultamiento en la prestidigitación

En numerosos trucos, los magos emplean objetos cotidianos o gestos naturales para ocultar movimientos clave. Estos métodos, aunque simples, son fundamentales para crear ilusiones convincentes.

1. Uso estratégico de pantallas y mobiliario

    Ocultar tras muebles:

    Para deshacerse de un objeto, como un pañuelo, el prestidigitador se aproxima a un sillón y lo deja caer detrás de este. El público, distraído por el gesto natural, no percibe que la silla ha servido de pantalla momentánea.

    La mesa como aliada:

    La mesa del mago suele incluir compartimentos ocultos en el lado opuesto al público. Al deslizar la mano cerca del borde durante un gesto casual, el artista puede tomar o dejar objetos sin ser detectado. Por ejemplo, al abrir ligeramente los dedos, un pañuelo cae sin ruido en un bolsillo secreto. La simplicidad del movimiento evita sospechas.

 

2. El truco de la "bala" en el sombrero

Un objeto hueco de madera (llamado bala), de hasta 15 cm de diámetro, demuestra cómo dimensiones considerables pueden esconderse con ingenio:

    Proceso descrito por Robert Houdin:

El mago sostiene un sombrero prestado con la mano derecha, dejando el dedo medio libre.

Al hablar y gesticular, invierte la posición del sombrero sobre la mesa, ocultando la bala.

Con un pretexto (como alcanzar un objeto al frente), introduce el dedo medio en la bala y la deposita en el sombrero.

La apertura del sombrero bloquea la visión, y el público asume que este siempre estuvo vacío.

 

3. Transferencia discreta entre manos
Para introducir un objeto (una caja, una marioneta, etc.) en un pañuelo prestado:

-El pañuelo se sostiene en la mano izquierda y el objeto en la derecha.

-Con un gesto natural (como ajustar el pañuelo), este se transfiere a la mano derecha, ocultando el objeto en su interior.

-La mano permanece semicerrada durante el movimiento, evitando que el público detecte el cambio.

 

4. La varita mágica como herramienta dual

La varita no solo simboliza magia, sino que facilita el ocultamiento:

    Función práctica:

-Al sostenerla, la mano adopta una posición semicerrada, ideal para esconder objetos pequeños.

-Al depositarla en la mesa, el mago puede deshacerse de un elemento o tomar otro sin llamar la atención.

    Ritualización del movimiento:

- Golpear la varita para "activar" un truco distrae al público, quien ignora que su colocación o recogida son parte esencial del engaño.

- Gestos cotidianos: Movimientos como ajustar un pañuelo o alcanzar un objeto se aprovechan para acciones críticas.

- Economía de movimientos: Cuanto más simple y natural sea el gesto, menor será la sospecha.

- Psicología de la atención: El público tiende a enfocarse en lo evidente (la varita, el sombrero) y no en lo periférico (manos, ángulos muertos).

Estas técnicas, transmitidas por generaciones, revelan que la magia reside tanto en la destreza física como en el entendimiento profundo de la percepción humana.

IV

Registro fotográfico y cronofotografía

El análisis anterior demuestra lo difícil que es, incluso para un observador inteligente, percibir todo lo que ocurre frente a él. Para verlo todo, no basta con abrir los ojos de par en par, ya que el ojo humano no funciona como la placa del fotógrafo, que refleja sin discernimiento todos los detalles de la realidad. La percepción mental de los objetos está sujeta a influencias que hacen que algunos objetos se vean correctamente, otros pasen desapercibidos y, en ocasiones, se imaginen con tal viveza objetos inexistentes que creemos verlos realmente. Para completar nuestro estudio, consideramos que sería interesante recurrir a la fotografía, que hoy en día es el complemento natural, casi indispensable, de la observación visual. (Nota: Los hermanos Lumière patentaron el cinematógrafo en febrero del año siguiente).

Gracias a la colaboración del Sr. Georges Demeny, hábil asistente del Profesor Marey, no nos hemos visto obligados a conformarnos con uno o dos ejemplos aislados. El Sr. Demeny, utilizando el nuevo aparato cronofotográfico, fotografió amablemente varios trucos de prestidigitación. Este aparato, cuya descripción fue presentada en la Academia de Ciencias, es capaz de captar hasta treinta fotografías instantáneas de un movimiento, separadas entre sí por intervalos iguales. La serie resultante del experimento proporciona tanto la forma del fenómeno como el tiempo que ocupa. Es bien sabido que la cronofotografía ha encontrado numerosas aplicaciones en los campos de las ciencias físicas y naturales. A la fotografía le debemos el análisis de muchos movimientos complejos que, debido a su rapidez, escapaban al análisis del ojo humano, como el vuelo de un pájaro, los diferentes andares del caballo, el paso del hombre al correr o caminar, y, en general, todos los ejercicios físicos.

Dos artistas, los Sres. Arnould y Raynaly, accedieron a ejecutar ante el aparato sus mejores trucos con cartas y bolas de malabares. Así, fotografiamos "le saut de coupe d’une main et de deux mains", "le filage", "le rayonnement", "la carte à l’œil", así como la desaparición de la jaula, la nuez moscada, el huevo, entre otros. Cada uno de estos trucos, que dura aproximadamente un segundo, a menudo menos, fue desglosado en una docena de fotografías. El truco del huevo, que toma exactamente un segundo y medio, puede estudiarse en una serie de quince fotografías, cada una de las cuales es tan detallada como si el artista hubiera posado para ella de manera individual.

Al examinar esta colección fotográfica, nos sorprende no encontrar la ilusión tan impactante como cuando el truco se ejecuta ante nuestros ojos. Por ejemplo, al revisar las numerosas imágenes que muestran la posición de las manos en "un saut de coupe", comprendemos el mecanismo de esta operación compleja, pero no logramos entender cómo se produjo la ilusión. Esta serie de fotografías reveló al Sr. Raynaly, quien ejecutó el truco, un detalle que no había percibido antes. Durante "le saut de coupe", que realiza en aproximadamente quince centésimas de segundo, coloca una de sus manos frente a las cartas para ocultarlas de la vista; sin embargo, el truco se ejecuta con tal rapidez que el espectador no percibe esta acción y, lo que es aún más curioso, el propio artista no era consciente de ello.

Las fotografías del artista haciendo malabares con un huevo también arrojan resultados curiosos. Uno puede seguir atentamente las actitudes sucesivas de sus manos al simular pasar el huevo de la derecha a la izquierda. En ningún momento tenemos la impresión de que el intercambio se haya realizado realmente. Incluso nos sorprende ver que el movimiento simulado solo se asemeja al movimiento real a distancia. En ninguna de las imágenes la mano muestra el movimiento natural que debería tener al agarrar un objeto; el truco se realiza tan rápidamente que una imitación burda es suficiente para crear la ilusión.

Si la prueba fotográfica destruye tan completamente la ilusión, es porque elimina todos los elementos necesarios para esta que hemos enumerado: la rapidez del truco, el pequeño discurso del artista, las maniobras que causan distracción o disminución de la atención, entre otros. Gracias a la fotografía, podemos distinguir entre estos elementos de toda percepción que a menudo se confunden: la sensación bruta y la interpretación de la mente.

 La reproducción cronofotográfica de uno de los trucos tratados se puede ver en  en https://richardwiseman.wordpress.com/2024/11/21/a-magical-detective-story/  

La serie muestra a Raynaly dejando caer la pelota de una mano a otra, regresándola a la mano superior y luego haciendo que la pelota desaparezca.

 

21.2.25

Las hadas de Cottingley : un histórico engaño fotográfico

 

 

 

El famoso caso de las hadas de Cottingley, protagonizado por Elsie WrightFrances Griffiths en su infancia, va más allá de un simple engaño fotográfico. Se convirtió en un fenómeno cultural que reflejó las tensiones entre la razón y la creencia en lo sobrenatural y entre la facilidad para creer y el escepticismo.

Lo que comenzó como una broma infantil generó un debate que se extendió por todo el país, especialmente gracias a figuras como Arthur Conan Doyle y Edward Gardner, quienes defendían la existencia de las hadas. 

El hecho de que el engaño perdurara durante mas de sesenta años, su posterior revelación y su impacto en la cultura popular nos permiten comprender la mentalidad colectiva del siglo XX.

 

Contexto Histórico y Psicológico

Tras la Primera Guerra Mundial (1914-1918), Europa enfrentó un duelo masivo. La pérdida de millones de vidas impulsó un resurgimiento del espiritismo y de lo oculto como mecanismos de consuelo. La Sociedad Teosófica, fundada en 1875, promovía la creencia en planos espirituales y seres etéreos, ideas que permeaban algunos círculos intelectuales. Arthur Conan Doyle, autor del personaje Sherlock Holmes, abrazó públicamente el espiritismo en 1917 aunque se interesaba por lo oculto desde fines del siglo XIX . Las posteriores muertes de su hijo Kingsley en la guerra mundial y la de su hermano Innes durante la pandemia de gripe de 1918 solo reforzaron su creencia previa en el más allá, convirtiéndose así, en su principal defensor.

La dualidad de Conan Doyle , por un lado como creador de Sherlock Holmes —símbolo de racionalidad— y por el otro,  como ferviente espiritista, fue algo clave en esta historia. Su interés por lo oculto databa de 1887, año en que publicó tanto su novela detectivesca Estudio en escarlata como escribió a la revista Light  sobre sesiones espiritistas. Esta paradoja no fue casual: Conan Doyle veía al espiritismo como una extensión de la búsqueda de verdades trascendentales, complementaria a la lógica holmesiana . Es así como en The New Revelation (1918)  Doyle escribe:  

          "El espiritismo no es una religión, sino una ciencia [...] Se basa en hechos observables, como  cualquier otra ciencia. Sherlock Holmes no habría rechazado estas pruebas sin examinarlas" (Cap. 3).

 

 La primera de las cinco fotografías de Cottingley, tomada por Elsie Wright en 1917, muestra a Frances Griffiths junto a las supuestas hadas

 

El Origen del Engaño  El programa de podcast "Fotografiando hadas, el caso de las hadas de Cottingley" ofrece una excelente perspectiva de la historia completa.

Elsie Wright (1901-1988) se formó en artes gráficas en la Escuela de Arte de Bradford llegando a ser muy talentosa. Frances Griffiths (1907-1986), era su prima sudafricana que la visitaba seguido desde Yorkshire a Cottingley en Bradford.  Ante el regaño constante de sus padres por llegar mojadas del arroyo tras jugar en el bosque, las niñas argumentaron que en el lugar habían visto hadas y, para respaldar su historia, fabricaron las fotografías. Las dos primeras fotos fueron sacadas en 1927, la quinta y última en 1920.  Según cuenta el Dr. Merrick Burrow, para ello, utilizaron recortes de las ilustraciones de El libro de obsequios de la princesa Mary (1914), en especial las del relato A spell for a Fairy,  A partir de esas imágenes, Elsie creó los dibujos en cartón que representaban a los seres de fantasía. Conforme a lo que se menciona en el podcast El imaginario oscuro, se utilizó una cámara Butcher serie Midg N° 1, Magazine Type , muy usada por los aficionados, para fotografiar las figuras de cartón de las hadas, que estaban sujetas con alfileres de sombrero.

La decisión de Elsie y Frances de mantener el engaño durante cinco años respondió a varios factores: a) rebeldía adolescente —Elsie, de 16 años, buscaba desafiar la autoridad paterna que era escéptico a la presencia de seres fantásticos en el bosque—, b) protección mutua —Frances, vulnerable por su acento y origen, encontró en Elsie una aliada— y c) presión materna: Polly Wright y Annie Griffiths, creyentes en lo paranormal, quisieron creer en la autenticidad de las fotos y las difundieron en 1919 en una reunión de la Sociedad Teosófica de Bradford , iniciando así, su escalada pública. En el libro Fairies: A Dangerous History (2018) de Richard Sugg el autor afirma que "Las madres, obsesionadas con lo oculto, presionaron a las niñas para validar sus creencias. Elsie, rebelde, y Frances, vulnerable, se vieron atrapadas en una mentira que escapó a su control". pp. 147–150.

La credulidad y el entusiasmo maternos fue mas fuerte que el escepticismo paterno y las niñas no solo sostuvieron el engaño sino que produjeron más fotos, hasta llegar a la quinta y última fotografía, cinco años después.

 

 La segunda de las cinco fotografías, que muestra a Elsie con un gnomo alado

La mediatización del caso : Edward Gardner y la máquina de propaganda

Edward Gardner, secretario general de la sección británica de la Sociedad Teosófica, vio las primeras fotos e inmediatamente pensó que eran genuinas. Sin embargo, como parecían poco definidas encargó a Harold Snelling —un experto independiente en fotografía— retocar los negativos de las fotos (El imaginario oscuro, 9:42). Snelling alteró las imágenes para aumentar la visibilidad de las entidades, eliminando elementos del entorno y ajustando el contraste. El experto aseguró que las imágenes eran auténticas de "lo que estaba frente a la cámara", evitando así tener que validarlas como imágenes de hadas. Gardner, con posterioridad, utilizó estas imágenes, coloreadas y convertidas en diapositivas en sus conferencias, para validar la existencia de las criaturas. 

Aunque las impresiones fotográficas también fueron examinadas por la compañía fotográfica Ilford, que informó inequívocamente que había "alguna evidencia de falsificación" y que el laboratorio Kodak no aceptó certificar la legitimidad de las fotografías,  A.C.Doyle -que se había interiorizado del caso - y Gardner se quedaron con el informe favorable de Snelling. Se pueden encontrar negativos de las impresiones originales en la colección Cottingley Fairies que se encuentra en la Biblioteca de Brotherton de la Universidad de Leeds.

Arthur Conan Doyle colaboró con círculos espiritistas afines a sus creencias, como la Spiritualists’ National Union. Con el fin de validar las fotografías de Cottingley, recurrió a figuras como Frederick H. Thurston, experto en fotografía de espíritus (citado por Doyle en su libro La llegada de las hadas), cuyos análisis carecían de rigor crítico. Ignoró las advertencias de Oliver Lodge —presidente de la Society for Psychical Research  y físico de prestigio—, quien en 1920 señaló inconsistencias en las imágenes, considerándolas falsas y que sugirió que podrían haber sido manipuladas utilizando a un grupo de bailarinas disfrazadas de hadas (El imaginario oscuro 11:46). 

Para obtener una visión más cercana del caso, Doyle envió a Gardner a Cottingley. Ambos consideraron que la mejor manera de despejar las dudas sería obtener más fotografías de las hadas. Como resultado, las niñas recibieron de regalo una cámara y 20 placas fotográficas para cumplir con este propósito (El imaginario oscuro  12:24). 

En su artículo "Hadas fotografiadas: un suceso memorable" publicado en The Strand, (1920) y en el libro La llegada de las hadas (1922), A.C.Doyle presentó las fotos como evidencia irrefutable de la existencia de entidades sobrenaturales. Su estrategia fue calculada: publicó las primeras imágenes para provocar a los críticos racionalistas, reservando tres fotos adicionales para un segundo artículo en The Strand (1921) como "prueba definitiva"(El imaginario oscuro 14:27). En cartas a Gardner, Doyle buscando humillar a los escépticos, comparó su campaña con "una mina terrestre lista para explotar". Al año siguiente publicó su libro The Coming of the Fairies.

Tercera fotografía "Frances y el hada saltarina"

Debates Culturales y Científicos

El caso de las hadas de Cottingley se convirtió en un campo de batalla intelectual entre espiritistas y racionalistas. Arthur Conan Doyle, en cartas privadas y en su libro The Coming of the Fairies (1922), describió las fotografías como 'revolucionarias' y comparó su impacto con el del telescopio. Frente a esto, la prensa escéptica ridiculizó las imágenes: el diario Truth, el 5 de enero de 1921 afirmó que para explicarlas bastaba con "conocer cómo los niños juegan con recortes de papel", en vez de invocar lo sobrenatural. Edward Clodd, presidente de la Rationalist Press Association, criticó públicamente a Doyle en The Times Literary Supplement (1922), señalando su "incapacidad para distinguir entre evidencia científica y fantasía", y en anotaciones privadas lo llamó "un niño en cuestiones de ciencia". La polémica reflejó la tensión entre el auge del espiritismo posbélico y el empirismo científico de la época, pero con el paso del tiempo, el entusiasmo por las hadas de Cottingley fue desvaneciéndose.

Sesenta años después se reabrió el interés por el caso y en una entrevista de la BBC en  1976 en Cottingley, Elsie sostuvo firmemente los hechos como auténticos, mostrando al periodista donde es que  vio los gnomos y las hadas, como lucían y que hacían (BBC Archive 5:18).

La Fundación James Randi en  The Case of the Cottingley Fairies: Examine the Evidence [Teacher Edition](2012) narra como el editor del British Journal of Photography Geoffrey Crawley , condujo una minuciosa investigación científica sobre el caso entre los años 1970 y 1983. 

"Su estudio se concentró principalmente en examinar los equipos fotográficos que las jóvenes habían utilizado, y presentó sus conclusiones mediante una serie de publicaciones especializadas. La investigación reveló un hecho crucial que confirmaba sus sospechas previas: era técnicamente imposible que aquellas cámaras hubieran producido fotografías con la nitidez que mostraban las imágenes publicadas. Esto llevaba a una única conclusión posible: las fotografías habían sido alteradas, ya fuera por Gardner o por otra persona. Esta evidencia dejaba claro que todo había sido una farsa".

Mas adelante señala la interesante reacción del investigador: 

"Si bien Crawley trabajó incansablemente para revelar la verdad sobre el asunto, se mostró comprensivo con las niñas, ahora ancianas. Él creía firmemente que las primas se sintieron presionadas a mantener silencio una vez que Sir Arthur Conan Doyle se involucró y promovió tan enérgicamente las fotografías como evidencia real de la existencia de las hadas".

En éste video, el mismo Randi explicó en el sitio de las "apariciones" como fue realizado el primer trucaje. 
 
En el año 1983,Elsie Wright y Frances Griffiths confesaron  parcialmente el fraude . Explicaron detalladamente como editaron las fotografías colocando con alfileres las figuras del libro, pero aseguraron que habían visto realmente las hadas, afirmación que Frances sostuvo hasta su muerte (El imaginario oscuro, 20:30).  Elsie Wright  se excusó diciendo que aunque las imágenes fueron un producto de su imaginación, su impacto radicó en que "el mundo quiso creer en ellas".

Elsie (no Frances) admitió que la idea inicial fue una "broma para callar a los adultos" que las reprendían por mojarse en las aguas del arroyo del bosque de Cottingley donde, "jugaban con las hadas". En el documental del 22 de mayo de 1985 de la serie Arthur C. Clarke's World of Strange Powers , declaró:

"Frances y yo estábamos hartas de que nos regañaran por mojarnos en el arroyo. Queríamos darles algo en qué pensar".

 

 Cuarta fotografía, "Hada ofreciendo un ramillete de campanillas a Elsie"

Legado y Reflexiones Críticas

El caso se cerró definitivamente en 1988, cuando Elsie Wright, poco antes de su muerte, le confesó sin vueltas a Crawley que "Todo el asunto había sido una broma práctica que salió mal. La broma terminó siendo contra nosotras" (Randi, 2012).

El engaño perduró tanto tiempo en parte porque Arthur Conan Doyle y Edward Gardner priorizaron las redes espiritistas, desestimando críticas de escépticos como los miembros de la Sociedad para la Investigación Psíquica. Elsie y Frances recibieron pequeñas sumas de Doyle (para la boda de Elsie) y cámaras fotograficas por parte de Gardner - para poder sacar mas fotos de hadas-, pero no obtuvieron ganancias significativas. Los derechos de autor y lucro de las fotos los retuvo Gardner. (Ver Cooper, J. (1983). The Unexplained, Vol. 6, No. 68).  Frances, en particular, enfrentó un escrutinio público constante hasta su fallecimiento en 1986, como documentan sus declaraciones a la prensa y los testimonios de su hija (BBC News, 17 de marzo de 1983).

 Quinta y última fotografía:"Las hadas y su baño de sol"

Aunque algunos análisis biográficos, como los de Douglas Kerr, enfatizan las contradicciones de Conan Doyle en el caso Cottingley, una revisión detallada revela múltiples motivaciones: su rol como líder del movimiento espiritista británico, su enfrentamiento con críticos racionalistas y su búsqueda de consuelo tras las pérdidas familiares de la posguerra. Doyle no defendió las hadas de Cottingley por ingenuidad, sino como parte de un esfuerzo por legitimar el espiritualismo ante la ciencia y la sociedad.

El caso de las hadas de Cottingley trasciende el mero engaño: ilustra cómo el contexto histórico posbélico y la necesidad humana de creer en lo extraordinario convirtieron una travesura infantil en un fenómeno cultural. Arthur Conan Doyle, dividido entre su racionalidad literaria (encarnada en Sherlock Holmes) y su fervor espiritualista, encontró en las fotografías una validación pública de su fe en lo paranormal. Como reconoció Elsie 

"Hasta el día de hoy no puedo entender por qué la gente se dejó engañar. Ellos querían ser engañados. La gente a menudo me dice '¿No te avergüenza haber hecho que todas estas pobres personas parecieran tontas? Ellos creyeron en ti.' Pero no me avergüenza, porque ellos querían que fuera cierto"

 

Fuentes en Youtube :

"Fotografiando hadas, el caso de las hadas de Cottingley" en el Podcast El imaginario oscuro

https://www.youtube.com/watch?v=BKorfplR58U&t=5s

 

"1976: Cottingley Faires: Fact or Fantasy?" | Nationwide | Weird and Wonderful | BBC Archive

 https://www.youtube.com/watch?v=1Z7zSGzdgTU

 

 "The Cottingley Fairies A Study in Deception" por el Dr Merrick Burrow en Leeds University Library Galleries

https://www.youtube.com/watch?v=bSDucCAbngg

 

"How the Cottingley Fairies Photographs Were Made" por el Dr. Merrick Burrow en National Science and Media Museum

https://www.youtube.com/watch?v=Fki-ELK3G5g

 

 "James Randi and the Cottingley Fairies" en 777Skeptic

 https://www.youtube.com/watch?v=oveXCII3w30