1.11.24

Las increíbles chicas electro-magnéticas

 

 El siguiente texto está tomado de Investigando lo inexplicado de Melvin Harris (2003)

A lo largo del tiempo, muchas personas han jugado con la idea de que las leyes físicas pueden ignorarse mediante la fuerza de voluntad o con el desarrollo de habilidades especiales dentro del cuerpo. Este antiguo anhelo ha inspirado la publicidad detrás de varios espectáculos en vivo, hasta el punto de que, hace menos de un siglo, el público creía que estaban presenciando "la negación de las leyes inquebrantables de la naturaleza".

La primera en lograr éxito con este engaño fue Lulu Hurst, la "increíble chica magnética", también conocida como la "Georgia Wonder".  Lulu era una joven de catorce años, hija de un diácono bautista de Cedartown, Tennessee. Al público se le explicó que sus poderes misteriosos aparecieron después de una fuerte tormenta eléctrica y una serie de sucesos poltergeist. No obstante, sus presentaciones no incluían actividad de fuerzas invisibles. A plena luz del día y usando solo sus manos, Lulu hacía que hombres fuertes parecieran frágiles. Les ofrecía una escoba o un palo largo y los desafiaba a controlarlo en contra de su voluntad.

En una de sus demostraciones, dos hombres tomaban el palo por el centro con ambas manos. Lulu colocaba sus palmas abiertas en cada extremo y, tras ligeros movimientos, el palo comenzaba a girar con fuerza, haciendo que los hombres tambalearan en el escenario, arrastrados por la pequeña chica provocando las risas del público. En otra hazaña aún más espectacular, Lulu desafiaba a dos hombres a forzar el palo hacia abajo. Con el palo sostenido verticalmente, ella extendía su brazo y sujetaba el palo con la palma abierta. A la señal, los hombres empujaban con todas sus fuerzas, pero el palo no descendía; Lulu, tranquila y sonriente, observaba mientras ellos luchaban.

Realizó muchas otras proezas. Una de ellas consistía en levantar una silla con cuatro hombres. En otra, desafiaba a cualquiera a levantarla sosteniéndola por los codos. Aunque las hazañas variaban, todas afirmaban tener un factor común: ser una prueba de los "poderes magnético-eléctricos" únicos de Lulu. Sin embargo, pronto surgieron imitadores que replicaban el acto, y durante algunos años, los teatros de Estados Unidos se llenaron de mujeres "magnéticas" y "eléctricas". La más famosa de estas imitadoras fue la Sra. Abbott, quien actuó en Gran Bretaña y Francia en la década de 1890.

Por un tiempo, la Sra. Abbott convenció al científico francés Dr. Henri Goudard de que sus habilidades eran paranormales. Sin embargo, su visita brindó a J. N. Maskelyne, Nelson W. Perry y Sir Oliver Lodge la oportunidad de estudiar los "fenómenos magnéticos" de cerca. Cada uno publicó sus conclusiones: todas las hazañas se basaban en el uso astuto de leyes físicas conocidas. Los sorprendentes actos en el escenario no eran más que el resultado de desviar fuerzas musculares mediante un apalancamiento eficiente.

Esto se evidenció al analizar una de las hazañas con el palo. Cuando los hombres intentaban empujar hacia abajo, la chica magnética desviaba el palo hacia ella, con su mano colocada en una posición ventajosa, lo que permitía que la fuerza de los hombres se desviara. En otra maniobra, al poner sus manos en los extremos de un palo horizontal, Lulu lograba un apalancamiento inmenso, permitiendo mover el palo y los brazos de sus oponentes con mínima fuerza.

Aunque estos conocimientos deberían haber alertado a los investigadores sobre futuras afirmaciones extravagantes, apenas dos décadas después surgió otro acto que parecía desafiar la gravedad misma. Esta vez, el protagonista era Johnny Coulon, un hombre pequeño de aproximadamente 51 kg, ex campeón de boxeo de peso gallo en Estados Unidos, quien en 1920 reapareció en París con un acto sorprendente. Desafiaba a cualquier persona a levantarlo del suelo. Aunque pequeño y aparentemente fácil de alzar, ningún voluntario lograba moverlo.

Un artículo en el New York Times explicaba: "Cuando Johnny lo permite, los hombres normales pueden alzarlo; pero al colocar un dedo en la arteria radial del oponente, incluso hombres fuertes como Yves le Boulanger fallaban al intentar levantarlo." Algunos proponían teorías absurdas como la presencia de imanes o una hipnosis instantánea que debilitaba a sus oponentes. Sin embargo, Coulon demostraba que podía realizar el acto incluso descalzo, sin ningún aparato oculto.

El mismo Coulon nunca afirmaba violar leyes naturales; solo realizaba su acto para ganarse la vida, sin ofrecer explicaciones. Cuando en 1921 llegó a Nueva York, el acto llamó la atención de Houdini, quien, intrigado, asistió a su presentación. El mismo Houdini y su amigo Joseph Rinn examinaron el acto de cerca, sin detectar algún aparato. Sin embargo, al final del espectáculo, Rinn dedujo la solución al truco. Coulon usaba talco de esteatita, el cual hacía su cintura tan resbaladiza que era imposible conseguir palanca cuando tensaba sus músculos. Cuando deseaba ser levantado, relajaba sus músculos, permitiendo que el levantador obtuviera la palanca necesaria.

Aunque con el tiempo se ha comprendido la física detrás de estos actos, algunas personas siguen creyendo que Coulon poseía poderes extraordinarios, igual que aún creen en las chicas "magnéticas". Como solía decir el mago Maskelyne: "Dale a una mentira una ventaja de veinticuatro horas y la verdad nunca la alcanzará."