15.3.07

Houdini, el escéptico II : El caso Houdini-Argamasilla






















Houdini desenmascaró a numerosos charlatanes. Uno de ellos fue Argamasilla ,"El hombre con
visión de rayos X". Enrique Márquez nos cuenta como fue el enfrentamiento y la tergiversación que parapsicólogos españoles realizaron de los resultados. Léanse con detenimiento los epígrafes de ambas fotos. El artículo es reproducido con permiso del autor.



EL CASO HOUDINI - ARGAMASILLA

Una información no veraz en la literatura parapsicológica española


por Enrique Márquez *


(Artículo publicado originalmente en “El ojo escéptico” Vol I Nº 3 de diciembre de 1991. Una versión posterior algo diferente se publicó en “El escéptico” Nº 11)

"Incluso cuando los investigadores son totalmente honestos , es tan difícil controlar el efecto que puedan tener los deseos apasionados en los métodos de recoger y analizar los datos como lo es el mantener unas retortas selladas libres de la contaminación bacteriana " (Martin Gardner)

Por más de cien años muchos investigadores han intentado buscar evidencias de los fenómenos paranormales. Los esfuerzos por satisfacer las normas básicas que establece la ciencia para una aceptación definitiva por parte de la comunidad científica de semejantes proclamas, siempre se han visto truncados y reducidos a una mera expresión de deseos.

Los motivos de tanta indiferencia encuentran suficiente justificación en diversos factores que han sido una constante a través de la historia, y que, lejos de haberse corregido, mantienen increíble vigencia. En gran medida, han sido los responsables del descrédito y mayor escepticismo en torno a los supuestos fenómenos paranormales.

Uno de los factores clave que ha incidido notoriamente en la lenta y paulatina agonía de lo que hoy se denomina parapsicología ha sido la frecuencia del engaño por parte de numerosos sujetos que, sumada a la ingenua credulidad de muchos investigadores, ha dado como resultado un tenaz enfrentamiento entre crédulos y escépticos, encontrándose entre los últimos prestigiosos ilusionistas que han visto invadido su campo por detractores de su honesta profesión en procura de un desmedido abuso de la credulidad pública.

El advenimiento del espiritismo, a mediados del siglo pasado, puso en escena cientos de médiums que manifestaban ser simples instrumentos de espíritus desencarnados que operaban en el mundo de los vivos con tal libertad que podían movilizar objetos, producir fenómenos acústicos, luminosos, materializaciones de todo tipo y hasta proveer información de cualquier índole a cuanto interesado lo requiriera. La brusca proliferación de tantos “virtuosos”, comenzó a interesar a notables científicos de la época que, más allá de cualquier disquisición teológica o filosófica, deseaban objetivar los fenómenos.

Lo inexplicable comenzó a tomar forma a través de hipótesis y teorías que, sin abandonar definitivamente la hipótesis espírita, irían reemplazándola por una no menos audaz, que dieron en llamar fenómenos metapsíquicos, para transformarse en el siglo XX en fenómenos parapsicológicos. En resumen, no necesariamente había que atribuir esos supuestos fenómenos a la intervención de los espíritus cuando podían ser explicados por el poder de la mente de un vivo (esto se cumplió en su doble acepción).

Este período infestado de fraude y mentira no sólo sirvió para alertar a unos pocos sobre la necesidad del conocimiento de trucos, sino también para la irrupción en escena de un grande del ilusionismo de todos los tiempos, Harry Houdini, quien por un interés personal dedicó gran parte de su tiempo para indagar qué había de cierto en todas esas fantásticas historias. No le llevó muchas sesiones descubrir la cruda realidad, todo era una farsa. A partir de ahí emprendió una triple tarea. En primer lugar, desenmascarar cuanto fraude descubriera; luego poner en aviso al público para que no sea víctima de los mercaderes de la credulidad; y, finalmente, alertar a quienes, convencidos aún, continuaban investigando médiums y superdotados creyendo que existían esos fastuosos poderes.

Naturalmente, esta actitud pionera de Houdini no gozó de la simpatía de una amplia mayoría, incluso hoy, después de más de medio siglo de su muerte, no se descarta la posibilidad de que la “mano negra” de algunos fanáticos haya intervenido para adelantar ese triste final.

A pesar de que muchos “eruditos” han hecho oídos sordos a sus llamados de atención y no casualmente han omitido mayores referencias al extenso curriculum de Houdini en materia de investigaciones, otros, en cambio, le han otorgado un lugar de privilegio para evaluar cualquier presunto fenómeno paranormal. Fue así que, más allá de los publicitados desafíos monetarios que realizó individualmente Houdini con el ánimo de encontrar aunque más no sea un verdadero dotado de super-poderes (hecho que nunca ocurrió), también formó parte de dos importantes comisiones de investigación propuestas por las prestigiosas publicaciones Scientific American y el Journal of Abnormal and Social Psychology, que también ofrecían jugosas sumas de dinero que nunca tuvieron necesidad de desembolsar.

Indudablemente, la excelente reputación de Houdini como mago y desmitificador, harían de quien cuente con su eventual aval un sujeto más que extraordinario y que confirmaría las mentadas pretensiones de muchos teóricos de lo paranomal. ¿Ocurrió eso alguna vez? ¿Hubo algún médium o dotado paranormal que haya demostrado sus poderes en forma categórica e incuestionable en presencia de Harry Houdini ?

A pesar de la desestimación de este período de la historia de la parapsicología por el propio J. B. Rhine -considerado el padre de la parapsicología moderna- los parapsicólogos contemporáneos no dejan de insistir con sobrestimadas referencias a esa etapa, llegando incluso a relacionarla en apoyo a sus teorías actuales y muchas veces haciendo acaloradas defensas de algunos fenómenos que consideran “verdaderos e irrefutables”. Tanta ingenuidad y nostalgia podría ser pasada por alto si su marco de referencia quedara restringido a lo anecdótico, pero no es la regla. Y como si esto fuera poco -a veces por ignorancia, falta de objetividad o fanatismo de ideas- se llega a la tergiversación de datos históricos que bien pueden corroborarse con la bibliografía existente, evitando gruesos errores que indefectiblemente llevan a falsas interpretaciones y a la desinfomación pública.

Existe un caso -muy ilustrativo por cierto- que justamente compromete la idoneidad y claridad de ideas de Harry Houdini en cuanto a estos temas. Sorprendentemente, la falsa información a la que haré referencia se ha mantenido invariable por años y sin mayor interés por ser corregida, cuando en realidad según sugiere la cronología de datos, todos los elementos para un veraz análisis estuvieron disponibles y fueron ignorados. vaya uno a saber por qué. El falaz trascendido proviene de un libro español titulado La Nueva Parapsicología . Introducción a la Parapsicología Científica, publicado en 1981 por Editorial Noguer S.A. con la colaboración de la Sociedad Española de Parapsicología (SEDP).

En ese libro se exponen, a través de veinticuatro capítulos, los más variados temas sobre la materia y los autores, casi en su totalidad, son miembros de la SEDP. En el capítulo primero ( “¿Qué es la parapsicología?”) que escribe Luis Fernández Briones, en la pagina 33, nos anticipa el descalabro que vendrá luego. Se publica una foto -que cubre casi una página- de Harry Houdini junto a Joaquín Argamasilla (ver fotos que encabezan la entrada) con el curioso y mendaz epígrafe que reza textualmente: “Joaquín Mª. Argamasilla con el famoso ilusionista Houdini, quien no pudo detectar ningún fraude en los experimentos que realizó con el dotado español de percepción dermo-óptica(!!!).

Este comentario gratuito será reafirmado en el capítulo VII (Percepción Dermo-óptica) que está a cargo de Francisco Gavilán Fontanet, y en el que se desarrolla el presunto fenómeno de “visión sin-ojos”(?) o “visión extra-retiniana” (?), que en teoría sería aquella facultad extraordinaria de poder percibir formas y/o colores, o leer palabras, teniendo los ojos vendados. En este capítulo, Gavilán Fontanet se ocupa -entre otros- del caso Argamasilla (pp. 131-133), a quien considera, según su propia definición, un “dotado” o “paragnomo”, cerrando la descripción con las siguientes palabras: “... y ese gran ilusionista que fue Houdini fue incapaz de descubrir cualquier tipo de superchería”. (p. 133)

Ahora bien, ¿cómo interpretar estos graves errores ? Las posibilidades no son muchas: a) los autores ignoran totalmente la información sobre el caso o, b) los autores la omiten tendenciosamente.

¿ Quién era Argamasilla ?

Joaquín María Argamasilla de la Cerda y Elio (tal su nombre completo) fue un joven español que a principios de la década del ‘20 comenzó a cobrar notoriedad por su supuesta capacidad de visión a través de cuerpos opacos. Su corta fama se debió en gran parte al ímpetu que puso su padre, el Marqués de Santa Cara[1], en hacer trascender los prodigios de su hijo. Pero para que se hiciera conocido internacionalmente fueron determinantes las experiencias que llevó a cabo con él el Dr. Richet[2], quien quedó convencido de la autenticidad de los fenómenos alegados por el muchacho.

La limitada capacidad de Argamasilla que tanto asombró a algunos investigadores de la época, se reducía a la lectura de papeles escritos encerrados en cajas metálicas y el conocimiento de la hora marcada por las agujas de un reloj de bolsillo del tipo saboneta que justamente cubre y protege la esfera con su tapa de metal. Acrecentaba la impresión colocándose dos almohadillas de algodón sobre los ojos que luego cubría con un pañuelo atado a su cabeza. En su clásico proceder, Argamasilla proporcionaba las cajas o los relojes, si bien estos últimos podían pertenecer a otra persona. Por lo general, salía de la habitación para que se ocultaran los objetivos y una vez que se le daba la orden de ingreso procedía a vendarse los ojos para luego recibir los elementos en sus manos, manipularlos con entera libertad y, finalmente, dar a conocer el texto del papel oculto o la hora marcada en el reloj.

La condición para el eventual éxito era que el lugar estuviera muy bien iluminado puesto que, según sus propias manifestaciones, las experiencias que había realizado en condiciones contrarias fracasaron (!). Este breve relato -más que sugerente para cualquier ilusionista avezado- es el que maravilló a tantos y permitió a Joaquín Argamasilla llegar a los Estados Unidos, con tan sólo 19 años de edad, y poner a prueba su pretendida y bien publicitada “Visión de Rayos-X” ante el enemigo número 1 de los charlatanes: Harry Houdini.

El afamado español ostentaba credenciales de psíquico que avalaban notables científicos de su país y del extranjero. Si superaba el examen con Houdini ¿quién podría ya dudar de su extraordinaria capacidad? El encuentro no se hizo esperar.

Houdini versus Argamasilla

No fue el Madison Square Garden el que los tuvo por protagonistas, pero sí se puede decir que en un rincón y en la categoría de peso pesado se encontraba el corpulento joven español, mientras que en la otra esquina se condensaba, en la diminuta figura de Houdini, la grandeza de la experiencia de un pícaro ilusionista que por años venía ganando por knock-out a decenas de espiritistas y milagreros. No le costó mucho a Houdini desentrañar el aparente misterio que proponía la actuación de Argamasilla. Había suficientes datos en su proceder que eran claves para guiar la sospecha y centrar la atención en el momento y lugar indicados.

Argamasilla tenía por norma ubicarse cerca de una ventana; esta posición no sólo le permitía una buena iluminación sobre los objetos a manipular sino también mantener a los observadores controlados y de frente. El vendaje que utilizaba podía impresionar a un profano, pero no a Houdini, quien conocía más de una técnica para echar el ojillo subrepticiamente por debajo de éste o cualquier otro vendaje más complicado.

En las pruebas del reloj, una vez que las manecillas eran cambiadas al azar con la tapa cerrada por los propios espectadores, Argamasilla recibía el objetivo en sus manos y, con una hábil maniobra, provocaba una leve apertura de la tapa, permitiéndole echar un rápido vistazo y anunciar luego la hora. Si bien por lo general se utilizaba un reloj de su propiedad y sin cuerda, en algunas excepciones en que el reloj estaba funcionando Argamasilla recurría a una estrategia que daba mayor brillo a su actuación. Si se considera el gran entrenamiento que tenía para realizar este truco, no era extraño que a veces conociera la hora en un tiempo récord; privándose de un apresurado éxito, muy inteligentemente dejaba transcurrir unos minutos que bien podía calcular y -aprovechando que la trampa ya estaba hecha- se preocupaba en reforzar la aparente dificultad que lo apremiaba, para finalmente -llevando la cuenta del tiempo transcurrido- dar a conocer la hora exacta o apenas con segundos de diferencia.

En una de las varias sesiones que mantuvo Houdini con Argamasilla, le ofreció un reloj que premeditadamente había trucado para imposibilitar su apertura; el fracaso del español fue total. En otra oportunidad, en la oficina del Newspaper Feature Syndicate, muy astutamente y aprovechándose del limitado ángulo de visión que tenía Argamasilla por el vendaje, Houdini se ubicó a un costado por detrás del hispano y vio perfectamente cómo abría y cerraba el reloj, mientras los demás, ansiosos y presos de la buena atención dirigida que manejaba Argamasilla, esperaban el milagro.

El truco de la lectura de textos ocultos en las cajas metálicas era un tanto más ingenioso pero no lo suficiente para engañar al retacón con “visión de rayos X, Y y Z”. Argamasilla sólo era exitoso cuando operaba con dos tipos de caja de su propiedad. El diseño de las mismas le permitía la conveniente manipulación para poder ver y leer el papel impreso que se ocultaba adentro. El riguroso examen que hizo Houdini de las mismas, no solamente permitió establecer las maniobras que se requerían para su buen uso, sino también duplicar con igual éxito la actuación de Argamasilla.


En un oportunidad Houdini le ofreció dos cajas de su fabricación (ver Figura: las dos de la derecha) desafiando a Argamasilla a que revelara su contenido, y el joven mago español se negó rotundamente a realizar la prueba. Obviamente, dada la construcción y accesorios, el fracaso hubiera sido inevitable.

El descrédito en que cayó el español pronto lo obligó a retirarse de la escena pero, por supuesto, alegando una repentina pérdida de sus poderes. ¡Como si alguna vez los hubiera tenido! Estas caídas de telón se han repetido innumerables veces en los teatros de la parapsicología, pero lógicamente los productores de las obras han tenido que justificar su inversión, caracterizando artísticamente a los fenómenos parapsicológicos como espontáneos e irrepetibles, condicionada su manifestación a una buena dosis de creencia que filtre todo escepticismo contraproducente.

¿Científicos o patriotas?

La sintética información que se acaba de reseñar es tan solo el 1% del detallado y extenso informe que hacía trascender Houdini en su época para poner en evidencia el fraudulento caso de Argamasilla.

Uno de los casos más polémicos que enfrentó Houdini en los años ‘20 fue el de la famosa médium de Boston, Mina Crandon, quien actuaba con el nombre artístico de “Margery”. La intervención a tiempo de Houdini mantuvo a salvo el dinero que ofrecía el Scientific American. Fue una larga historia que, por sus características, no sólo exigió un gran trabajo al famoso escapista, sino que, tras su éxito, puso especial énfasis para desacreditarla en cuanta oportunidad tenía. La campaña contra el fraude que realizó Houdini en aquellos tiempos lo llevó incluso a publicar y distribuir un folleto entre su público, en el que se destacaban justamente la exposición de los fraudes de Margery y Argamasilla.



Pretender que los españolísimos parapsicólogos Fernández Briones y Gavilán Fontanet conozcan los pormenores de ese documento, tal vez pueda ser una exageración mayor o una mera ilusión que excede la discusión. Pero, si indagamos tan solo un poquitín en ciertos acontecimientos que ya forman parte, no sólo de la historia parapsicológica mundial sino especialmente de la española, quizás esa simple ilusión sea digna de reflexión.

En el año 1975, James Randi, otro infatigable ilusionista en la lucha contra el fraude, publica su apoteótico libro The Magic of Uri Geller. Allí expone con lujo de detalles a uno de los farsantes más famosos de nuestra época: el mago israelí Uri Geller. Los sólidos conocimientos de Randi y la minuciosidad que siempre lo han caracterizado, lo llevan a indagar en la experiencia heredada de su admirado precursor Harry Houdini, para sentar las bases del notable paralelo que existía entre la actuación histórica de Joaquín Argamasilla y el truco que efectuó Geller con un dado oculto en una caja de metal en el Stanford Research Institute, Estados Unidos, a principios de la década del ‘70.

Fiel a la documentación, dedica nueve páginas de las once que conforman el Capítulo XI de su libro a la reproducción textual del desarrollo, con dibujos incluidos, del histórico desenmascaramiento que hizo Houdini de Argamasilla y publicó en ese folleto. De este dato en apariencia insignificante debe hacerse una nueva lectura, puesto que, en el mismo año, el entonces y aún actual Presidente de la Sociedad Española de Parapsicología, Sr. Ramos Perera Molina, publica el meritorio libro Uri Geller al Descubierto.

Con buena voluntad se puede aceptar que hasta esa fecha los parapsicólogos españoles desconocían el nombre de Randi, pero suponer que en 1981 aún ignoraban su trayectoria pública es muy difícil de creer. El propio Fontanet, en el mencionado capítulo sobre percepción dermo-óptica, expresa textualmente: “Ramos Perera posee una larga experiencia en la investigación de dotados en situaciones difíciles y, sobre todo, conoce perfectamente los más refinados trucos de los ilusionistas. No hay que olvidar que fue él quien descubrió los fraudes de Uri Geller escribiendo también el primer libro que se publicó en el mundo contra el pseudo-israelí, aunque más tarde han aparecido otros.” (p. 134). La palabra “otros” ¿incluirá el libro de James Randi ?

Si así no fuera, aunque sería muy extraño suponerlo puesto que hay poquísimas opciones y de menor alcance[3], en el mismo libro los parapsicólogos -para no faltar a la regla- incluyen entre sus referencias bibliográficas a las publicaciones más importantes de parapsicología en los Estados Unidos[4]. Cabe consignar que estas publicaciones, muy a su pesar, se han tenido que ocupar más de una vez de “The Amazing Randi”, su libro y sus muchas y bien fundamentadas críticas a la parapsicología.

Por otra parte, el propio Perera, que a la fecha de publicar su libro se preocupó en recabar la mayor información posible sobre Uri Geller, evidentemente no podía desconocer la actividad de Randi, ya que él mismo confiesa: “mis investigaciones -llevadas a cabo sin ánimo de agotar el tema, por la urgencia con que han tenido que realizarse- se han basado tanto en artículos ya publicados por revistas, principalmente de habla inglesa, como Time y New Scientist, como el testimonio directo”. (p. 152).

Precisamente en 1973, en las oficinas de la revista Time, Geller y Randi protagonizaron un enfrentamiento que fue bastante publicitado. Incluso Andrija Puharich (manager de Geller) comenta este episodio con nombres y apellidos en su disparatado libro El misterio de Uri Geller (pp. 264-268). Perera, que hace varias referencias a este libro, reconoce que el artículo del Time para él “supuso el primer eslabón de una cadena de investigaciones en torno de hechos dudosos, que (le) ha llevado a reunir una buena colección de datos enormemente significativos”. (p. 152)

Si se quiere seguir sumando, en 1978 se publica en castellano el libro Poder Mental de Russell Targ y Harold Puthoff. Estos dos autores, de los que tanto se ha ocupado Perera, fueron los principales investigadores y víctimas en el Stanford Research Institute de los trucos de Uri Geller. En la página 240 del capítulo 8 (“La Leal Oposición”) se alude a Randi y a su libro The Magic of Uri Geller.

Después de todos estos datos, y con todo el interés que ha demostrado en el caso Geller, llegando a trascender como un especialista en el tema ¿se puede pensar que el señor Perera Molina no se haya preocupado en disponer de un ejemplar del libro de James Randi? Cuesta creerlo. No olvidemos que tuvo prácticamente seis años para conseguirlo, tiempo más que suficiente considerando que Uri Geller siguió vigente en el ámbito parapsicológico. Y si Perera Molina, Presidente de la SEDP, la más importante de ese país, obtuvo el libro, ¿se puede pensar que salteó el capítulo XI sobre Argamasilla? ¿O mezquinamente se guardó la información y no la compartió con sus colegas Fernández Briones y Gavilán Fontanet? Aún más difícil de creer.

Si esto último pudiera ser confirmado, es muy lamentable que en 1986 la revista de la SEDP, Psi Comunicación, haya insistido con el caso Argamasilla a través de un textual informe del inocente doctor Torremocha Téllez, sin agregar ningún comentario crítico por parte de los miembros de la SEDP. Los detalles proporcionados por ese artículo confirman aún más todo lo que Houdini descubrió y puso en evidencia en su momento.

Por lo tanto, si los parapsicólogos españoles no tuvieron la suerte de encontrar un sólo dotado en sus años de investigación, ¿para qué ponerse en patriotas reivindicando los trucos de Argamasilla? ¿Es ésta la parapsicología científica de la que se jactan?

Conclusión

El caso Argamasilla fue resuelto exitosamente por Harry Houdini. Lo desenmascaró públicamente y hasta llegó a usar sus trucos para DIVERTIR a la gente, según consta en muchos lugares. Pretender otorgarle a Argamasilla credenciales de psíquico a través del ilustre nombre de Houdini es faltar a la verdad. Si se llegó a ese detestable extremo omitiendo tendenciosamente la información disponible, se confirma una vez más la falta de objetividad y, parafraseando a Martin Gardner, la “eyaculación psíquica precoz” que padecen muchos parapsicólogos. Si el error pasa por falta de información, sólo resta decir “Perdónenlos, no saben lo que hacen”.

[1] El Marqués de Sta. Cara fue el presidente de la desaparecida Sociedad Española de Estudios Metapsíquicos que publicaba la Revista de Estudios Metapsíquicos. Por esa época publicó un libro titulado Un tanteo en el misterio. Ensayo experimental sobre la lucidez sonambúlica, Ed. Aguilar, donde daba cuenta de las proezas de Joaquín.

[2] Charles Richet (1850-1935), fisiólogo francés que alcanzó el Premio Nobel en Fisiología y Medicina en 1913 y es considerado el investigador más importante del período metapsiquista.

[3]En realidad, los únicos libros críticos y que se han dedicado exclusivamente a desenmascarar a Uri Geller son el de James Randi y el de Ramos Perera, en inglés y en castellano respectivamente. Otros autores sólo han incluido comentarios o capítulos críticos al tema. En 1975 se publicaron dos folletos anónimos, Confessions of a Psychic y Further Confessions of a Psychic (se sospecha que fueron escritos por Uriah Fuller), que revelan los métodos de Geller pero están destinados preferentemente a los magos y no al público en general. Asimismo, recién en 1985 aparece un folleto exclusivo sobre el tema cuyo autor es el conocido mago Ben Harris y su título Gellerism Revealed. La editorial Prometheus Books editó el libro de Randi en una edición revisada y ampliada bajo el nuevo título The Truth about Uri Geller.
[4]Journal of the American Society for Psychical Research y Journal of Parapsychology



* Enlaces a artículos de Enrique Márquez en la red:

"Un juego de niñas" en "El Escéptico" Nº 3

"Caso General Madariaga: El embrujo de una ilusión" publicado en
"El ojo escéptico" N° 7-8, Año 3 / julio de 1993. Pp. 6-16.

"Límites del mentalismo" publicado en "PENSAR" Vol1 Nº 4 de diciembre de 2004

Reseña del libro "Puede fallar" , por Enrique Márquez y Alejandro Borgo en "La nave de los locos"