6.6.07

Ciencia y religión: antagonismo irreductible (2º parte)


"Galileo ante la Inquisición", obra de Cristiano Banti (1824-54)

(Continuación del artículo de Jean Bricmont)

¿Una realidad de otro orden?

"Todo conocimiento accesible debe serlo por métodos científicos ; y lo que la ciencia no pueda descubrir no podrá ser conocido por la humanidad".
Bertrand Russell
en "Religion and Science", Oxford, Oxford University Press, 1961, 256p. (p.243) .

La actitud religiosa tradicional rechaza - a menudo con firmeza- la idea de una "concordancia" entre ciencia y fé ; se apoya más bien en la idea de que la teología o la reflexión religiosa nos da acceso a conocimientos de otro orden que los que son accesibles a la ciencia (Para una buena crítica al "concordismo" desde el punto de vista católico ver : Lambert Dominique, " Le réenchantement’ des sciences : obscurantisme, illusion ? " Revue des Questions Scientifiques, n°166, 1995, p. 287-291) . Este tipo de discurso suele comenzar diciendo que el conocimiento científico sólo nos da un conocimiento muy parcial de la realidad. En efecto, el mundo tal como lo representa la ciencia es bastante extraño: ¿Dónde encontramos en este universo de genes, de moléculas, de partículas y de campos lo que parece ser la especificidad del ser humano, a saber: nuestras sensaciones, nuestros deseos, nuestros valores? ¿No habría que apelar a otra aproximación, no científica, para aprehender este aspecto esencial de la realidad? ¿Y no podría señalarnos esa otra vía , el camino que lleve hacia una trascendencia?

Como esta pregunta es fuente de muchas confusiones*, hace falta para responderla, distinguir cuidadosamente nuestros distintos modos de conocer; en primer lugar, observemos que la inmensa mayoría de nuestros conocimientos no es "científica " en el estricto sentido del término. Son los conocimientos de la vida corriente. Sin embargo, ellos no son radicalmente diferentes de las ciencias en el sentido de que también tienden a un conocimiento objetivo de la realidad y que se obtienen por una combinación de observaciones, razonamientos y experiencias. Luego, hay una aproximación introspectiva e intuitiva de la realidad que nos permite conocer nuestros propios sentimientos y a veces adivinar los de otros. Es ella la que nos permite tener acceso al mundo de las sensaciones y de la conciencia. Cómo vincular éste mundo subjetivo al mundo objetivo tal como lo describe la ciencia contemporánea es algo muy problemático y sugiere efectivamente que la visión del mundo proporcionada por la ciencia es incompleta.
De nuevo, podemos sostener que esta situación sólo es temporal. Pero sobre todo, no hay que olvidar que es normal que nuestro informe de la realidad nos deje insatisfechos y perplejos.

*(Nota del autor de éste blog) : véase por ejemplo el artículo de la wikipedia en español sobre "conocimiento", donde se afirma : "Sin embargo, el concepto de conocimiento es más general que el de conocimiento científico. Es así que las creencias religiosas constituyen un tipo especial de conocimiento, diferente del científico, aunque sí es fuente de conocimiento"(Fin de la cita) .

El acercamiento religioso, a veces procura utilizar el aspecto subjetivo de nuestra experiencia para justificar sus aseveraciones. Sentimos " que hay algo que nos sobrepasa" o nos sentimos en contacto con una entidad espiritual que, llevado al extremo, desemboca en una experiencia mística. ¿Pero cómo podemos asegurarnos de que nuestra experiencia subjetiva nos dé acceso a entidades que existan objetivamente aparte de nosotros - Dios por ejemplo- y no simplemente a ilusiones? Después de todo, existen tantas experiencias subjectivas diferentes que es difícil creer que todas ellas lleven a verdades. ¿Y cómo decidir si no es apelando a criterios no subjetivos? (Pero acudir a tales criterios hace que tengamos que dejar a a un lado el "carácter probatorio" de la experiencia subjectiva) .

Por otra parte, postular, por ejemplo, la existencia de un alma para explicar la conciencia (el papa Juan Pablo II admite la evolución en cuanto al cuerpo, pero considera que hay un salto ontológico cuando se pasa al espíritu humano) es un paso tan ilusorio como postular la existencia de una divinidad para explicar el universo. ¿Es el alma inmortal? ¿ Aparece en el nacimiento o con la concepción? ¿Cómo se vincula con el cuerpo? ¿Esta interacción viola las leyes de la física? ¿Respeta la conservación de la energía? Tan pronto como nos hacemos preguntas concretas, nos damos cuenta por que razón es imposible responderlas . Siempre es posible dar diferentes respuestas, pero no hay ningún medio para decidir entre ellas. Al fin de cuentas, nuestro discernimiento subjetivo del mundo no nos permite inferir mejor la existencia de los seres postulados por las religiones (Dios, el alma etc) que lo que lo pudiera hacer nuestra conocimiento objetivo.

De hecho, la llamada a la vida interior como signo de una trascendencia es una suerte de regresión con respecto a la metafísica clásica. Ésta procuraba alcanzar otro orden de realidad utilizando no nuestra intuición, sino nuestras capacidades de razonamiento"a priori". Hume resumió muy bien el problema de tal postura : < "La raíz cúbica de 64 es igual a la mitad de 10", resulta ser una proposición falsa y nunca podremos concebirla de manera clara y distinta. Pero "César nunca existió", o "el ángel Gabriel" nunca existió, podrían llegar a ser proposiciones falsas, aunque podemos concebirlas perfectamente y ello no implica ninguna contradicción. Solamente podemos probar la existencia de un ser por argumentos obtenidos a partir de sus causas o de sus efectos ; y estos argumentos se fundamentan totalmente en la experiencia. Si razonamos "a priori", cualquier cosa puede parecer capaz de producir cualquier cosa. La caída de un guijarro puede, para que lo sepamos, apagar el sol; o el deseo de un hombre puede mantener a los planetas en su órbita. Es solamente la experiencia la que nos enseña la naturaleza y límites de causas y efectos y nos hace capaces de inferir la existencia de un objeto a partir de la de otro> Hume, David, op.cit. p. 46.
Lo que claramente muestra Hume es que en cierto modo estamos prisioneros de nuestras capacidades cognoscitivas: o bien razonamos "a priori"( pero entonces debemos limitarnos a los objetos matemáticos) o bien nos interesamos por cuestiones fácticas (y debemos utilizar argumentos fundados « totalmente en la experiencia ». Pensar a priori en objetos no matemáticos y vagos tales como la Sustancia o el Ser puede producir sólo " sofismas e ilusiones".

Una versión moderna de la ilusión metafísica consiste en sostener que la ciencia responde más a la cuestión del "por qué", que a la del "cómo". Es de nuevo éste un problema falso. ¿Si nos preguntamos " por qué el agua hierve a 100 °C? ", la respuesta será dada por la física. Si se quiere, podemos reformular la pregunta en términos de cómo: " ¿cómo sucede que el agua hierve a 100 °C?" Pero nos percatamos de que - para este género de preguntas- la diferencia entre "por qué" y "cómo" es ilusoria. Insistir sobre el "por qué " nos reenvía implícitamente a explicaciones finalistas que son imposibles de someter a prueba , es decir a explicaciones "últimas " que son también inaccesibles (todas las explicaciones científicas se detienen en alguna parte) . Y, si reflexionamos sobre eso, rápidamente advertimos que las preguntas de"por qué " para las que podemos encontrar una respuesta fiable son las que son equivalentes a preguntas de "cómo ".

Lo que comprendían bien los pensadores de la Ilustración , pero que ha sido olvidado en parte desde entonces, es que la aproximación científica (incluyendo allí el conocimiento ordinario) nos da sólo los conocimientos objetivos a los cuales el ser humano tiene realmente acceso. Si el conocimiento científico nos da una visión parcial de la realidad, es porque no tenemos acceso, por nuestra propia naturaleza , a la realidad última de las cosas.

Hay una gran diferencia entre afirmar que la ciencia nos da una descripción completa de la realidad y decir que nos da sólo el conocimiento accesible al ser humano; la confusión entre estas dos proposiciones es mantenida cuidadosamente por los creyentes, lo que les permite -en consecuencia- atacar al "cientificismo " identificado a la primer proposición, y sugerir no sólo que existen preguntas para las que la ciencia no tiene respuestas, sino que además existe un modo de aportar respuestas fiables a tales preguntas . Cuando esta distinción es enunciada claramente, edificios enteros de metafísica y de teología acaban desmoronándose .

(Continuará)


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