15.10.24

Curiosas supersticiones en torno a las velas


Publicado en 1979, el clásico 'Enciclopedia de Supersticiones' de la reconocida folklorista Christina Hole nos sumerge en un viaje a través de las creencias populares de Gran Bretaña. 

Con un estilo claro y ameno, pero sin sacrificar el rigor académico, Hole brinda un análisis cultural profundo de una amplia gama de supersticiones de aquellas tierras.


La entrada dedicada a las velas es muy completa, variada y repleta de curiosidades. Aquí, va el texto.


"Las velas, que alguna vez fueron la principal fuente de luz en los hogares, han acumulado muchas supersticiones a lo largo de su larga historia al servicio de la humanidad. Si una vela chisporrotea al arder y la cera se acumula de manera desigual formando una "mortaja", es un presagio de muerte para la persona sentada frente a ella o, si no es para esa persona, lo es para alguien de su familia. Si la vela arde con una llama tenue de color azul, se cree que un espíritu está pasando, y en la mayoría de los lugares esto también es un augurio de muerte.

A veces se dice que una chispa brillante en la mecha indica la llegada de visitantes, aunque generalmente se interpreta como la llegada de una carta para la persona más cercana a la vela. Si quieres saber cuándo llegará la carta, debes golpear el candelabro contra la mesa mientras repites los nombres de los días de la semana. Si la chispa cae con el primer golpe, la carta ya está en camino; de lo contrario, caerá cuando se mencione el día en que llegará.

Una llama que parpadea sin causa aparente predice que se avecina un clima ventoso. Si la vela no se enciende fácilmente, pronostica lluvia, y en algunos lugares, una llama azulada indica heladas.

Es de mala suerte encender una vela con el fuego de la chimenea. En Lincolnshire, se dice que quien lo haga caerá en la miseria y morirá en la indigencia. Apagar una vela accidentalmente es señal de una boda. Ninguna vela debe dejarse quemar hasta consumirse por completo; debe apagarse antes de llegar a ese punto, ya que, de lo contrario, se cree que traerá desgracia a alguien de la casa, o, según una tradición costera, un marinero morirá ahogado.

Dejar una vela encendida en una habitación vacía es un mal presagio, y si permanece encendida durante mucho tiempo, se dice que seguirá una muerte. Sin embargo, hay una excepción: la vela de Navidad, que debe mantenerse encendida durante toda la Nochebuena para asegurar luz, calor y prosperidad en el año venidero. En otros tiempos, se hacían velas especialmente grandes para este propósito, que los tenderos solían regalar a sus clientes. Era tradición que el cabeza de familia, o el miembro más anciano, encendiera la vela y la apagara por la mañana. Se consideraba de mala suerte tocarla después de haberla encendido, y si se apagaba antes de tiempo o por accidente, se veía como un muy mal augurio.

Aunque hoy en día la gran vela de Navidad es poco común, muchas personas aún colocan luces en las ventanas en Nochebuena, a veces en grupos de tres. Según la leyenda, esto se hacía para guiar al Niño Jesús en la oscuridad. En la Edad Media, ningún extraño atraído por la luz era rechazado por temor a que pudiera ser el Señor buscando hospitalidad.

Las velas se encienden junto a los muertos para protegerlos de los espíritus malignos. Después de esto, y por casi la misma razón, se encienden durante nacimientos, bodas y otras ceremonias. Si una de las velas que rodean a un cadáver cae de su candelero, se considera una señal de que otra muerte ocurrirá en la casa en los próximos doce meses. Existe una tradición galesa que afirma que si una vela encendida en el altar de una iglesia se apaga accidentalmente, predice la muerte del clérigo.

En el pasado, se creía que encender tres velas con un solo fósforo era de muy mala suerte, una superstición que aún persiste en la aversión a encender tres cigarrillos con el mismo fósforo. En Cornualles, Berkshire, Lincolnshire y otras partes de Inglaterra, tres velas encendidas juntas en una habitación eran señal de una boda. Sin embargo, en general, se considera un mal augurio tener tres luces encendidas al mismo tiempo, ya sean velas, lámparas o antorchas. Se permiten una, dos o cuatro luces, o más si se desea, pero nunca tres. Si hay tres, una debe apagarse de inmediato, o se cree que la desgracia no tardará en llegar.

Los actores suelen evitar tener tres velas en el escenario o en los camerinos. En Worcestershire, se dice que quienes se sientan en una habitación iluminada por tres velas terminarán discutiendo.

Barry O'Brien relata una historia en su "Vida de Parnell" que muestra que el líder irlandés conocía esta superstición. En una ocasión, un amigo lo visitó mientras estaba enfermo y lo encontró en una habitación iluminada por cuatro velas. Durante la visita, una de las velas se apagó, y Parnell inmediatamente apagó otra, comentando que era de muy mala suerte tener tres luces encendidas juntas.

Las velas a veces se usaban en hechizos. Una chica podía atraer a su amante clavando dos alfileres en una vela encendida y recitando un verso. En Lancashire, en la víspera de Halloween, se realizaba una ceremonia llamada "Lating the Witches". Durante esta ceremonia, se llevaba una vela encendida por las colinas desde las once hasta la medianoche. Si la vela permanecía encendida durante ese tiempo, se creía que la persona estaría protegida de la brujería durante los siguientes doce meses, pero si se apagaba, era un mal presagio. En el "Year Book" de Hone (1829), hay una carta de una mujer que describe cómo, cuando era niña en 1818, participó en esta ceremonia en Longridge Fell con un grupo de treinta personas, cada una con una gran vela encendida.

En 1490, Johanna Benet fue acusada de intentar asesinar a un hombre usando una vela de cera en su nombre y realizando brujería sobre ella, de manera que, a medida que la vela se consumía, también lo hacía él. Casi cuatrocientos años después, en 1843, los magistrados de Norwich escucharon una historia similar. Durante un juicio por agresión, el Sr. y la Sra. Curtis declararon que la Sra. Bell había embrujado al Sr. Curtis mediante un hechizo con velas. La Sra. Curtis vio a Bell encender una vela, llenarla de alfileres y recitar una fórmula sobre una concha de ostra llena de sangre de dragón y agua. Según los Curtis, tras esto, los brazos y piernas del Sr. Curtis quedaron "inmovilizados" por la magia. No se sugirió que la Sra. Bell fuera realmente una bruja ni que usara algo más que una vela ordinaria, sino que simplemente era una mujer rencorosa que utilizaba una forma de magia al alcance de cualquiera que pudiera comprar una libra (1/2 kg) de velas y una onza (28,75 g) de sangre de dragón"


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5.10.24

Acerca del movimiento de la Nueva Era

 

 

 


El filósofo Robert G. Basil es editor asociado de la revista Free Inquiry y fue editor del libro "Not Necessarily the New Age", publicado en 1988. Esta obra compiló artículos de reconocidos autores como Carl Sagan, Martin Gardner y Philip Klass, entre otros. Posteriormente, Basil escribió un artículo titulado "El movimiento de la Nueva Era", del cual presento la siguiente reseña.

El movimiento de la Nueva Era es un fenómeno cultural y espiritual que ganó prominencia desde la década de 1980, aunque sus raíces se remontan mucho más atrás en el tiempo. Esta espiritualidad alternativa abarca una amplia variedad de creencias y prácticas, muchas de las cuales se derivan de cosmovisiones paranormales y místicas.

El término "New Age" tiene sus orígenes en los escritos de Alice Bailey en la década de 1920. Esta esoterista afirmaba recibir información espiritual telepáticamente de un misterioso tibetano. Sus ideas se basaban en gran medida en los trabajos de Madame Blavatsky, fundadora de la Teosofía, y Rudolf Steiner, creador de la Antroposofía.

El movimiento de la Nueva Era también se enraiza en tradiciones estadounidenses del siglo XIX, especialmente en el trascendentalismo. Figuras como Ralph Waldo Emerson y Henry David Thoreau fueron influyentes al exaltar la conciencia espiritual individual por encima del dogma religioso convencional. Estos pensadores abrazaron escritos panteístas hindúes, estableciendo una conexión temprana entre el pensamiento occidental y oriental que más tarde sería característico del movimiento de la Nueva Era.

Otras influencias importantes fueron la Christian Science y el Mormonismo, el espiritismo anglosajón y francés del siglo XIX y la contracultura estadounidense de las décadas de 1960 y 1970.


Aunque Basil destaca que el movimiento de la Nueva Era es diverso y no posee un conjunto canónico de principios, él piensa que se pueden identificar algunas tendencias y creencias comunes, que son : 
 
Optimismo fundamental:  un enfoque en la expansión de la conciencia, la trascendencia humana, la conciencia ecológica y la paz global.
 
Cambio de paradigma: implica la creencia en una transformación inminente de la conciencia humana, alejándose de formas de conocimiento racionales, newtonianas y capitalistas hacia nuevas formas más intuitivas, cooperativas y espirituales.
 
Potencial humano: pone énfasis en capacidades humanas extraordinarias como la ESP, fenómenos psíquicos y mediumnidad.
 
Sincretismo religioso: combina creencias de diversas tradiciones religiosas y espirituales, incluyendo reencarnación, karma, taoísmo, zen, espiritismo, animismo y chamanismo.
 
Rechazo de religiones tradicionales: en especial el fundamentalismo cristiano, el catolicismo y el judaísmo convencionales.
 
Holismo: es una visión integral de la realidad que enfatiza la interconexión de todos los aspectos de la existencia.
 
Transformación personal y global: Cree en la posibilidad (o inevitabilidad) de una transformación radical tanto a nivel individual como colectivo.


Críticas y controversias

El movimiento de la Nueva Era ha sido objeto de numerosas críticas desde diferentes perspectivas:
 
Recibió críticas religiosas especialmente de cristianos fundamentalistas y evangélicos, que ven el movimiento como una forma de satanismo o herejía.

Los científicos y escépticos cuestionan la falta de evidencia empírica para muchas de sus afirmaciones sobre fenómenos paranormales, poderes curativos de cristales, contactos extraterrestres, etc. También critican su adopción superficial y descontextualizada de prácticas y creencias de culturas indígenas y orientales.

En general hay preocupación sobre la mercantilización de la espiritualidad y la explotación de buscadores espirituales y cuestionamiento a la idea de que los individuos son totalmente responsables de su salud y circunstancias, lo que puede llevar a culpar a las víctimas de los males que les aquejan.

Impacto cultural y social

Robert Basil señala que el movimiento de la New Age tiene un impacto significativo en varios aspectos de la cultura contemporánea, algunos negativos y otros positivos, según sea la mirada que se tenga .

Es así como ha promovido una mayor conciencia ecológica y respeto por la naturaleza y fomentado una aproximación más individualista y ecléctica a la espiritualidad; inspiró e inspira nuevos géneros musicales y expresiones artísticas; influyó en el desarrollo de varias técnicas de autoayuda y crecimiento personal, aunque no de una manera científica. En el mismo sentido, ha contribuido a la popularización de terapias holísticas y complementarias.


Tendencias actuales

La New Age representa un fenómeno complejo y multifacético que ha dejado una huella significativa en la cultura contemporánea. Aunque algunas de sus afirmaciones más extravagantes han sido desacreditadas o marginadas, el autor señala que muchas de sus ideas centrales sobre la espiritualidad personal, el holismo y la transformación continúan resonando con un amplio público.

El legado del movimiento de la Nueva Era se puede ver en la creciente aceptación de prácticas como la meditación y el yoga, el interés en la espiritualidad no dogmática.  No deja de ser controversial la integración de conceptos holísticos en campos como la medicina y la psicología .

Al mismo tiempo, el movimiento ha sido criticado por promover el pensamiento mágico, la pseudociencia y una visión potencialmente perjudicial de la responsabilidad personal.

En última instancia, el movimiento de la New Age refleja un anhelo humano persistente de encontrar significado, conexión y trascendencia en un mundo cada vez más complejo y tecnológico. Su evolución continua demuestra la capacidad de adaptación de estas ideas y su resonancia duradera con las aspiraciones espirituales y existenciales de muchas personas.