10.8.25

J.W. Dunne y su concepción del tiempo

 


La idea de sueños que anticipan el futuro ha cautivado a la humanidad durante siglos, y en el siglo pasado,  John William Dunne intentó abordarlo desde un enfoque que mezclaba supuesta ciencia y filosofía. Su libro An Experiment with Time (1927) planteaba una teoría audaz: nuestra conciencia podría existir en varias líneas de tiempo a la vez, lo que explicaría por qué a veces soñamos con eventos que luego ocurren. Según él, nuestra mente podría percibir algunas de esas diferentes líneas de tiempo al mismo tiempo. Esto explicaría por qué ciertas personas tienen sueños que luego se hacen realidad.

Imaginaba el tiempo como una serie de niveles superpuestos: cada nivel superior abarcaba y contenía al inferior, como "muñecas rusas del tiempo". En el nivel más alto existiría una especie de "observador absoluto" que lo vería todo.

Para apoyar su teoría, Dunne -que era ingeniero aeronáutico- llevaba un detallado registro de sus sueños, que describe en la primera mitad del libro Uno de los más sorprendentes ocurrió cuando soñó que su reloj se paraba a una hora exacta, y al despertar descubrió que efectivamente se había detenido a esa misma hora.

Las primeras críticas científicas se centraron en esa auto justificación meramente anecdótica de las coincidencias: el matemático Martín Gardner  señala en Fads and Fallacies in the Name of Science que aunque estas experiencias personales pueden parecer en principio intrigantes, no son pruebas científicas válidas. Sus conclusiones se basaban en casos particulares y no en experimentos que pudieran repetirse y verificarse de manera controlada. La ciencia requiere evidencias sólidas, no solo relatos personales por muy impresionantes que parezcan.

Después de haber presentado la supuesta evidencia sobre la precognición, en su segunda parte el libro pasa a una posible teoría explicativa que Dunne llamó serialismo. El autor planteó que nuestra experiencia lineal del tiempo es una ilusión creada por la conciencia humana. Sostenía que el pasado, presente y futuro en realidad forman una continuidad en una realidad de dimensiones superiores, y que solo los experimentamos de manera secuencial debido a nuestra percepción mental de ellos. Fue aún más allá al proponer una regresión infinita de dimensiones temporales superiores habitadas por un observador consciente, a lo que denominó "tiempo serial".

La comunidad científica de la época, incluyendo figuras como el filósofo Bertrand Russell y el psicólogo Charles D. Broad, reconocieron la creatividad de Dunne pero señalaron fallas fundamentales en su razonamiento. El principal obstáculo era la naturaleza circular de su argumentación: utilizaba los mismos sueños precognitivos como prueba de su teoría del serialismo, sin ofrecer un mecanismo independiente que pudiera ser verificado experimentalmente. Además, su propuesta de dimensiones temporales infinitas y observadores conscientes en cada nivel violaba el principio de parsimonia científica, según el cual las explicaciones más simples suelen ser preferibles mientras no exista evidencia contundente para apoyar hipótesis más complejas.

Desde la perspectiva de la psicología cognitiva moderna, muchos de los fenómenos que Dunne atribuía a la precognición tienen explicaciones alternativas más plausibles. Nuestros cerebros son máquinas extraordinarias para detectar patrones, incluso cuando estos no existen realmente. Este sesgo cognitivo, combinado con nuestra tendencia a recordar selectivamente las coincidencias impactantes mientras olvidamos innumerables sueños que no se materializaron, como nos recuerda Carl Sagan en The Demon_Haunted World puede crear la ilusión convincente de haber tenido un sueño premonitorio. Además, el estado de sueño a menudo mezcla fragmentos de memoria, preocupaciones actuales y estímulos sensoriales del entorno inmediato, lo que puede generar imágenes oníricas que parecen anticipar eventos futuros pero que en realidad son construcciones retrospectivas.

La teoría del tiempo de Dunne se hizo bastante conocida y fue discutida por filósofos como John A. Gunn, en The Problem of Time y Mary F. Cleugh en Time: And its Importance in Modern Thought así como por el parapsicólogo G. N. M. Tyrrell en Science and Psychical Phenomena. Si bien algunos aceptaron sus observaciones sobre los sueños y la línea general de sus argumentos, rechazaron su regresión infinita por considerarla lógicamente defectuosa.

Aunque la teoría de Dunne nunca fue aceptada por la corriente principal de la ciencia, su influencia en la cultura ha sido notable. Escritores como J.B. Priestley y Jorge Luis Borges encontraron en sus ideas una rica fuente de inspiración literaria, demostrando cómo conceptos que desafían las explicaciones científicas convencionales pueden florecer en el terreno de la imaginación artística.

Este divorcio entre el atractivo cultural y el rigor científico plantea preguntas interesantes sobre cómo evaluamos las ideas que se encuentran en la frontera entre lo establecido por la ciencia y lo especulativo. La historia del conocimiento científico está llena de teorías que inicialmente parecían extravagantes pero que luego fueron validadas, aunque también de muchas otras que, como el serialismo de Dunne, terminaron siendo callejones sin salida intelectuales.

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