La revista del Smithsonian dedica un artículo a la historia de los tableros Ouija. En él , se explica que la ouija consiste en un tablero con letras del alfabeto dispuestas en semicírculos, números del 0 al 9, y las palabras "sí", "no" y "adiós" en distintas posiciones. Los participantes colocan sus dedos sobre una pieza móvil llamada planchette o puntero y formulan preguntas, observando cómo ésta se desliza para formar las respuestas letra por letra.
Este dispositivo tiene sus raíces en el movimiento espiritista estadounidense del siglo XIX, cuando la comunicación con los muertos era considerada por muchos una práctica socialmente aceptable e incluso compatible con las creencias cristianas. Las sesiones espiritistas y la comunicación con espíritus eran actividades comunes que ofrecían consuelo, especialmente durante épocas de pérdidas familiares y guerras.
La tabla ouija fue comercializada a finales del siglo XIX y comienzos del XX como una alternativa más rápida y entretenida a los métodos tradicionales de "comunicación espiritual". Su diseño como producto híbrido entre herramienta mística y juego familiar le permitió mantener popularidad durante décadas, experimentando sus mayores ventas durante períodos de incertidumbre social como las guerras mundiales, cuando las personas buscaban respuestas y conexión espiritual. Hasta el día de hoy, algunas personas la utilizan ya sea con fines lúdicos o crédulos.
A continuación traduzco un artículo publicado en The Conversation por la psicóloga Megan Kenny , profesora de la Sheffield Hallam University, en Inglaterra. Aquí, el enlace al artículo original.
Tablas ouija: tres factores que podrían explicar por qué parecen dar resultado a ciertas personas
por Megan Kenny, publicado el 28 de octubre de 2022
Aunque han existido por más de cien años, las tablas Ouija (una tabla de madera con las letras del alfabeto, los números del 0 al 9 y las palabras “sí”, “no” y “adiós”) siguen siendo una actividad popular, sobre todo en torno a Halloween. Para que funcionen, todos los participantes deben poner las manos sobre el puntero de madera (o planchette) y pedir a los “espíritus” presentes que contesten sus preguntas moviendo el puntero por la tabla para formar así la respuesta.
Algunos lo consideran un simple juego de salón sin consecuencias, mientras que otros aseguran que la tabla realmente permite comunicarse con quienes han pasado al “más allá u otro lado”. Sin embargo, aunque la ciencia sostiene que no son fantasmas los responsables de los movimientos misteriosos, la explicación de cómo ocurre no resulta tan simple como podría pensarse.
La historia de la tabla Ouija es extensa y diversa. Puede rastrearse parcialmente hasta las hermanas Fox, célebres médiums del siglo XIX en E.E.U.U. que impulsaron el movimiento espiritista. Uno de sus métodos más frecuentes para comunicarse con los llamados espíritus consistía en recitar el alfabeto en voz alta y esperar un golpe como respuesta. De ese modo podían formar palabras y mensajes que, según ellas, provenían de los difuntos.
Este método despertó la imaginación del público, pero pronto resultó tedioso. La gente deseaba comunicarse con los espíritus con la misma rapidez con que podía hacerlo con las personas gracias a nuevas tecnologías como el telégrafo. Por eso, cuando la tabla Ouija fue creada finalmente en 1890, alcanzó un éxito inmediato.
No obstante, pese a su popularidad inicial, el tablero espiritual perdió prestigio a comienzos del siglo XX. Esto se debió en gran parte a que muchos médiums famosos que lo usaban fueron desenmascarados públicamente cometiendo fraude. Incluso la Sociedad para la Investigación Psíquica abandonó la comunicación con espíritus y se orientó hacia otros fenómenos paranormales, como la percepción extrasensorial (la supuesta capacidad de transmitir y recibir información con la mente) y las casas embrujadas. Sin embargo, el interés por el espiritismo y por las tablas Ouija en general resurgió rápidamente después de la segunda guerra mundial, y se mantiene hasta el presente.
¿Funcionan las tablas Ouija?
Eso depende de a quién se le pregunte. Para los que creen en la comunicación con los espíritus, la respuesta es afirmativa. Pero como no existe evidencia concluyente de que los espíritus existan, escépticos y científicos responden con un claro no. Aun así, con frecuencia surgen relatos de “no creyentes” que aseguran haber sentido el movimiento del puntero sobre la tabla, formando palabras y transmitiéndoles información que nadie más en la mesa podía conocer. Entonces, si no se trata de mensajes fantasmales desde el más allá, ¿qué es?
Una posible explicación es el efecto ideomotor. El término ideomotor proviene de ideo (idea) y motor (actividad muscular), y sugiere que nuestros movimientos pueden estar dirigidos por nuestros pensamientos. El efecto ideomotor describe los movimientos que una persona realiza sin ser consciente de ello, es decir, de manera subconsciente. De este modo, al usar una tabla Ouija, alguien puede mover el puntero sin darse cuenta, formando palabras que solo esa persona podría conocer.
Los demás participantes también pueden aportar sus propios movimientos subconscientes, lo que ayuda a explicar por qué el puntero parece moverse por sí solo. Este mismo efecto puede estar detrás de diversos fenómenos atribuidos a lo paranormal, como la escritura automática o la radiestesia (una práctica pseudocientífica que emplea una rama en forma de Y o varillas metálicas para localizar objetos enterrados, como agua o petróleo).
Los experimentos con tablas Ouija han mostrado que ese sentido de agencia puede manipularse, lo que nos lleva a creer que una fuerza invisible mueve la planchette. Se considera que esto ocurre debido a las dificultades de nuestro cerebro para anticipar las consecuencias de los actos. Cuando la predicción coincide con el resultado (levantas la mesa y la mesa se mueve), sentimos que somos responsables de la acción. Pero si percibimos que el resultado no corresponde con lo que esperábamos, nuestro sentido de agencia disminuye, y en una sesión espiritista podemos llegar a atribuir ese movimiento a una causa externa.
Un tercer factor a tener en cuenta es el contagio emocional. Sabemos que los acontecimientos impactantes o intensamente emocionales pueden hacer que quienes presencian la situación se vean arrastrados por esas emociones. Se cree que esto tuvo un papel importante en los juicios de brujas tanto en Salem como en Europa.
Por eso, al utilizar una tabla Ouija en compañía de otros, la excitación propia de un ambiente cargado puede facilitar que empecemos a empatizar con los presentes. Eso nos hace captar su miedo y ansiedad, lo cual incrementa la probabilidad de pensar que el puntero se mueve por sí mismo.
Así se puede entender que varios factores —el efecto ideomotor, la alteración del sentido de agencia y el contagio emocional— pueden combinarse para convencer a las personas de que la planchette se mueve y los espíritus se comunican con ellas. Pero como resulta difícil reproducir en un laboratorio el contexto social en el que la mayoría usa la Ouija, no puede asegurarse con total certeza que esos factores, por sí solos, expliquen lo que ocurre cuando apoyamos los dedos sobre el puntero e invocamos a los espíritus para que compartan su saber.
Algunos expertos señalan que el interés en comunicarse con los muertos tiende a crecer tras períodos de crisis social y política. Dado el contexto actual —la pandemia de COVID-19, la guerra en Ucrania y la crisis del costo de vida— no es improbable que se produzca un retorno a las salas de sesiones de la época victoriana. O, al menos, a TikTok.
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