El siguiente artículo es una traducción del original que se encuentra en el blog del Museo Charles Dickens en el siguiente enlace https://dickensmuseum.com/blogs/explore/did-charles-dickens-believe-in-ghosts-the-evidence
¿Creía Charles Dickens en los fantasmas? La evidencia
Artículo de Anya Eastman
Anya Eastman es una estudiante de doctorado de segundo año del consorcio Technê (AHRC) en el Royal Holloway de la Universidad de Londres. El trabajo de Anya explora la vida de Charles Dickens, George Eliot y Oscar Wilde, con especial atención al patrimonio y la cultura material. Además de su investigación doctoral, Anya es subdirectora del Centro de estudios victorianos de Royal Holloway y ha realizado prácticas en el Museo Charles Dickens, trabajando como asistente de investigación para la próxima exposición «Para ser leído al anochecer: Dickens, los fantasmas y lo sobrenatural». En esta entrada del blog, Anya examina las opiniones personales del escritor sobre los fantasmas y el espiritismo en el siglo XIX.
Aunque las historias de fantasmas son uno de los géneros más perdurables en la obra de Charles Dickens, el propio autor puede clasificarse mejor como un "escéptico fascinado por el tema": disfrutaba de las historias de fantasmas y de la naturaleza teatral de su narración, pero vacilaba en suscribir personalmente una creencia en lo sobrenatural.[1] Se ha investigado mucho sobre Dickens y los fantasmas, pero, la mayoría de las veces, el deseo de afirmar que el autor de "Un cuento de navidad" creía en lo sobrenatural implica desviarse del análisis específico sobre Dickens y los fantasmas, y deriva en una exploración más general : Dickens y el mesmerismo, Dickens y la magia, o Dickens y la muerte. No obstante, pese a su genuina curiosidad por lo sobrenatural y su amor por las historias de fantasmas, podemos afirmar con seguridad que Charles Dickens no creía en espectros.
El lunes 31 de octubre de 1859, el famoso escritor escribió a William Howitt, un amigo y renombrado espiritista, preguntándole si conocía " alguna casa encantada dentro de los límites del Reino Unido donde nadie pueda vivir, comer, beber, sentarse, estar de pie, acostarse o dormir, sin ser molestado por espíritus".[2] Si Howitt podía indicar un lugar así, él estaba dispuesto a "presentar a un caballero que probará gustoso sus efectos en su propia persona". Parece que Dickens y su amigo John Hollingshead andaban a la caza de una casa embrujada, muy deseosos —incluso esperanzados— de que Howitt pudiera facilitarles un encuentro fantasmagórico. En esa etapa de su vida, a los cuarenta y siete años, Dickens duda abiertamente de la legitimidad de los presuntos encuentros con fantasmas, pero manifiesta el deseo de tener una experiencia sobrenatural propia, demostrando la necesidad de ver para creer. Esta carta también sugiere que Dickens está poniendo a prueba a Howitt, desafiando así, a un respetado defensor de lo sobrenatural a que demuestre sus afirmaciones. En una carta anterior, Dickens aseguraba a Howitt que su "mente era completamente imparcial y receptiva sobre el tema", declarando tener un "fuerte interés en el tema [de los fantasmas]", pero que aún no había oído ningún testimonio sobrenatural que no pudiera explicar. De nuevo, vemos a Dickens dispuesto a que Howitt refute su escepticismo, e incluso invitándole a ello.[3]
Desgraciadamente, Howitt no logra proporcionar a Dickens la evidencia que busca. Al parecer, Dickens se siente decepcionado por las sugerencias de Howitt, pues al reenviar su respuesta a Hollingshead, él le escribe: "Aquí está su respuesta, no muy concisa ni convincente".[4] No sabemos con exactitud qué respondió Howitt, pero Hollingshead relata este intercambio en su autobiografía de 1895, afirmando que:
es sorprendente cómo el suministro de "casas encantadas" por parte de Howitt disminuyó inmediatamente [tras la condición de que el alquiler de la casa fuera gratuito]. Antes de poner esa condición, se suponía que existían en cada calle; ahora, eran tan difíciles de encontrar como el sitio del Santo Sepulcro.[5]
Un problema clave aquí parece ser el hecho de solicitar dinero como medio para obtener una experiencia sobrenatural. Para Hollingshead —y suponemos que para Dickens— la idea de que los espíritus solo pudieran manifestarse tras un pago monetario resultaba inaceptable.
Pese a su "ansia de fantasmas", la falta de una experiencia sobrenatural personal por parte de Dickens —y su tendencia a favorecer el pensamiento basado en evidencias (visible en sus intereses por los inventos contemporáneos, la medicina y la tecnología)— le impiden consolidar alguna creencia personal en lo sobrenatural.[6] El autor de "Casa desolada" muestra mayor interés en jugar con el concepto de fantasmas en sus escritos, lo que le permite explorar su fascinación por lo sobrenatural manteniendo una postura escéptica —a veces incluso burlona— hacia las afirmaciones de la "vida real".
Este cambio de la intriga a la duda puede rastrearse aún más en las interacciones entre Dickens y Howitt, pero, a medida que aumenta la discrepancia entre sus puntos de vista, la correspondencia sobre la "verdad" de los fantasmas pasa del ámbito privado al público. En The History of the Supernatural de Howitt, publicada originalmente en 1863, escribe que Dickens "ha jugado con el espiritismo como un gato con un ratón; le produce una fascinación maravillosa..."; "en los últimos años, en sus publicaciones periódicas, ha estado atacando el espiritismo y, a la vez, ofreciendo los casos más acreditados del mismo".[7] Howitt retrata a Dickens como hipócrita, usando lo sobrenatural para vender pero desacreditándolo al mismo tiempo, tentando y provocando a sus lectores con encuentros fantasmales mientras rechaza a los defensores contemporáneos del espiritismo. Ese mismo año, Dickens escribe en All The Year Round:
los verdaderos creyentes en el evangelio según Howitt, no tienen más que depositar su fe en "damas que habitualmente ven espíritus ", en damas que SABEN que tienen tendencia a elevarse en el aire con la provocación suficiente, [...] y entonces esos creyentes serán proclamados por el Sr. Howitt como libres de respecto de las mentes encorsetadas y ajenos a "la asombrosa ignorancia de la prensa", por lo que recibirán un certificado de mérito de primera clase.[8]
Aquí, Dickens parodia a los seguidores de Howitt, sugiriendo que quienes adhieren a las creencias que este defiende depositan su fe en fuentes que, irónicamente, resultan poco fiables. Él observa que, en lugar de cuestionar a las «damas que ven espíritus», Howitt tendería a elogiarlas por pensar por sí mismas y por no dejarse reprimir por supuestos no creyentes ignorantes. Uno de los problemas clave para el escritor de David Copprfield parece ser la falta de interés de Howitt por buscar pruebas o autenticación para sus afirmaciones espiritistas, y su disposición a denunciar a quien cuestione la credibilidad de sus fuentes. Había una falta de rigor en la defensa de lo sobrenatural por parte de Howitt, lo que hacía imposible para Dickens creer las afirmaciones de su antiguo amigo.
La asociación de Dickens con los fantasmas es uno de los aspectos más perdurables de su legado, tanto que en 2015 el popular videojuego Assassin's Creed lo incluyó como personaje, cuyo rol era deambular por el Londres victoriano visitando lugares con posibles apariciones. Sin embargo, el interés genuino del autor por lo sobrenatural y su pasión por escribir y representar historias de fantasmas a menudo se han confundido con una creencia personal en los fantasmas. En la biografía The Life of Charles Dickens, John Forster escribió que estaba seguro de que Dickens habría "caído en las necedades del espiritismo" de no ser por "el fuerte poder restrictivo de su sentido común".[9] Dickens era un hombre que necesitaba pruebas o experiencia personal para creer en posibilidades sobrenaturales, y —pese a buscarlas activamente— no tenemos constancia de que llegara a obtener ninguna de las dos en vida.
[1] Para los fines de esta entrada de blog, entiendo «sobrenatural» como referido a fantasmas, contacto con los muertos y seres de «otro mundo», a diferencia de una creencia religiosa.
[2] Charles Dickens, citado del manuscrito original en el Museo Charles Dickens (Londres).
[3] *The Letters of Charles Dickens 1859-1861*, edición Pilgrim, ed. a cargo de Graham Storey, Margaret Brown, Kathleen Tillotson, 12 vols (Oxford: Oxford University Press, 1997), IX, p. 116.
[4] Charles Dickens, citado del manuscrito original en el Museo Charles Dickens (Londres).
[5] John Hollingshead, My Lifetime, 2 vols (Londres: Sampson Low, Marston & Company, 1895), I, p.110.
[6] John Forster, *The Life of Charles Dickens 1847-1870*, 2 vols (Londres: Chapman and Hall, 1876), II, p. 496.
[7] William Howitt, The History of the Supernatural in All Ages and Nations, 2 vols (Londres: Longman, Roberts, & Green, 1863), II, p.413.
[8] Charles Dickens, «Rather a Strong Dose», All the year round, 24 vols, 21 de marzo de 1863, IX.
[9] John Forster, *The Life of Charles Dickens 1847-1870*, p. 496.

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