24.10.09

"Editorial", cuento de Arturo Belda

Arturo Belda

Editorial


-Me has dicho que hay manera de ganar mucho dinero constituyéndonos en editorial. A ver: ¿cuál es tu proyecto?

-Muy sencillo: promover concursos literarios.

-No veo cómo ello puede producirnos dinero.

-Mediante la edición de libros de cuentos y poesías de los concursantes.

-Eso es un negocio muy trillado y ya hay muchas editoriales que lo hacen.

-No lo que yo propongo. En este caso también hay muchos que lo hacen, pero como el mercado es inagotable, sigue siendo negocio.

-Me imagino que no me hablarías de esto si no lo tuvieras bien pensado.

-Tan bien pensado lo tengo que de ningún modo puede fallar. En primer lugar tenemos que tener una dirección postal, o sea una casilla de correo. Luego haremos una buena publicidad en medios gráficos.”Gran concurso nacional de cuento y poesía” En las bases ponemos un límite a la extensión, lo de práctica. Cada concursante debe enviar la módica suma de diez pesos para gastos de envío. Esos diez pesos ya son ganancia. Si se presentan dos mil nada más, ya son veinte mil pesos, pero esto no sería gran negocio. Hay que hacer una buena publicidad para que se presenten al menos veinte mil.

-Me parece que tus cálculos son muy optimistas.

-No lo son, están de acuerdo con la realidad del país. Hay que tener en cuenta que es mucha la gente que quiere tener un éxito en la vida y lo que parece más fácil es descollar en literatura.

-Es cierto, basta con ver la cantidad de gente que lo intenta y no logra nada.

-Eso nadie lo ve, porque es mucha más la gente que escribe que la que lee.

-Aunque fueran veinte mil los concursantes que aporten diez pesos cada uno, ello nos daría una suma de doscientos mil pesos, que no es nada del otro mundo, porque llevaría mucho tiempo llegar a esa cantidad y habría que descontar gastos.

-Algo de cierto hay en eso, pero el negocio no consiste en recibir solamente los diez pesos, sino en hacer participar a los ganadores en la edición de una antología. Le enviaríamos a cada ganador del concurso un diploma, una medalla de aluminio y una invitación para participar en la edición de la antología. Cada participante colaboraría con doscientos pesos, el que no pone los doscientos pesos no participa. De cada tirada le entregaremos al participante diez ejemplares. Cada antología cuenta con unos cien participantes, lo que hace una suma de veinte mil pesos. Editar dos mil ejemplares de un libro baratito, pegado, nos cuesta no más de seis mil. Ya nos quedan catorce mil por antología. Como a cada ganador le entregamos diez ejemplares, nos quedan mil de reserva por si algún amigo o pariente quiere comprar alguno. La cantidad de antologías no tiene límite, se pueden editar todas las que se quiera, depende exclusivamente de que pongan los doscientos pesos cada uno.

-Por tu manera de hablar se nota que vos estás pensando en que puede haber cientos y cientos de ganadores.

-Así es.

-¿Y quiénes van a ser los jurados?

-Nadie, todos los que manden algo escrito y los diez primeros pesos serán ganadores.

-Eso no puede ser, al ver que son todos ganadores se darán cuenta que se trata de un fiasco.

-Nunca se van a dar cuenta porque no tendrán contacto entre ellos y además a nadie le va a interesar andar investigando.

-Suponiendo que esperáramos a que se acumulen veinte mil participantes, no debemos pensar que, aún siendo todos ganadores, aporten cada uno de ellos los doscientos pesos para integrar la antología.

-No, muchos no tendrán el dinero, calculo que tan solo un cincuenta por ciento lo harán. En ese caso serían: diez mil por doscientos, igual a dos millones. Tendríamos que imprimir cien antologías con un costo de seiscientos mil. Nos quedarían nada más que un millón y cuatrocientos, más la venta de los libros remanentes, que puede ser buena plata.

-Esto no funciona, cien antologías todas iguales van a inundar la plaza y todo el mundo se va a dar cuenta de la maniobra.

-No van a ser iguales, una se llamará “Jorge Luis Borges”, otra “Julio Cortázar”, otra “Isidoro Blaisten” Etc. Además no tendrán edición simultánea sino que se irán editando según tengamos los concursantes y nadie va a notar que son de la misma editorial. Cada concursante al que le editaron algo suyo, inmediatamente se desinteresa de lo que pase con los demás.

-Si nos quedan mil ejemplares de cada una de las cien antologías, son cien mil ejemplares, si vendemos nada más que un diez por ciento seguiremos teniendo en nuestro poder noventa mil de ellos, esto es una cantidad abrumadora. ¿Qué hacemos con ellos?

-Se venden muy baratos en el mercado, a diez o veinte centavos y nos queda como último recurso venderlos como papel para reciclar.

-No me gusta, me parece que es una estafa, que es abusarnos de la buena fe de la gente, que, en definitiva es hacerles un daño.

-Nada más lejos de la verdad. Estafa sería si una vez desembolsados los doscientos diez pesos, no le entregáramos nada al participante. En cambio nosotros le entregaremos un diploma y una medalla que acredita que fue ganador de un importante concurso, lo transformamos de la noche a la mañana en autor édito y además le damos sin cargo extra, diez ejemplares, que con un valor de solo veinte pesos por ejemplar ya serían los doscientos que él paga. Desde el punto de vista económico no lo estamos estafando para nada, los diez primeros pesos se van en el diploma, la medalla y el franqueo. En cuanto a lo moral o a lo ético, no solo no le hacemos ningún daño sino que enaltecemos su autoestima, de un plumazo lo pasamos de triste desconocido a autor con libro impreso, diploma y medalla, que podrá exhibir, pletórico de orgullo entre sus parientes y amistades. Con el tiempo podremos crecer y transformarnos paulatinamente en una gran editorial que edite libros que la gente compre en las librerías y que hasta los lea.

Arturo 3/06


1 comentario:

Alejandro Agostinelli dijo...

Autores novatos leyéndose a sí mismos ad nausea. La pesadilla de los editores ha engendrado un extraordinario cuento.