9.11.25

El caso de Nina Kulagina (parte I)

 

 

Nina Kulagina fue una mujer soviética que, durante la Guerra Fría, afirmó poseer poderes psíquicos, específicamente de psicokinesis (la capacidad de mover objetos con la mente). Ganó notoriedad gracias a unos filmes en blanco y negro ampliamente publicitados por los defensores dela parapsicología, donde aparentemente movía objetos sin tocarlos.

Se ha sugerido que la Unión Soviética tenía un interés propagandístico en respaldar estos fenómenos para mostrar superioridad en una supuesta "carrera psíquica" frente a Occidente. Sin embargo, esta postura oficial no era unánime, como lo demostró el periodista Vladimir Lvov del medio estatal Pravda, quien la acusó de fraude en un artículo. En él, afirmaba que Kulagina realizaba uno de sus trucos ocultando un imán en su cuerpo.

Lo que sí es seguro es que los experimentos se realizaban a menudo en entornos poco controlados, como habitaciones de hotel, y con largos tiempos de preparación, lo que facilitaba potencialmente el engaño.

A continuación, transcribo dos artículos de la Sociedad rusa de escépticos que están alojados en Wayback Machine ya que el sitio oficial ha dejado de estar en línea.

El fenómeno de Nina Kulagina: preguntas y respuestas

Como suele suceder en estos casos, los argumentos que respaldan la realidad de las habilidades paranormales de Kulagina son muy variados. Algunos son inteligentes, mientras que otros son meras afirmaciones infundadas o aseveraciones capciosas que difícilmente pueden considerarse argumentos válidos. No obstante, hemos intentado incluir en esta lista los argumentos más comunes que defienden la realidad del «fenómeno Kulagina» y ofrecer respuestas para cada uno de ellos.

Esperamos que esta página sea útil no solo para quienes buscan respuestas a sus preguntas, sino también para quienes desean contar con una buena herramienta para debatir con defensores de lo paranormal. En tales conversaciones, suelen presentarse como «pruebas» argumentos antiguos que ya han sido refutados de forma convincente. Creemos que es necesario hablar sobre la realidad de lo paranormal, pero utilizar argumentos ya refutados indica, en el mejor de los casos, que la persona con la que se dialoga desconoce el tema y aún no está preparada para debatirlo. En ese caso, puede remitirla a esta página.

Si su interlocutor conoce bien el material y continúa utilizando afirmaciones que ya han sido refutadas aquí, ignorando los contraargumentos, lo más probable es que esté intentando engañarle.

 

  1. Los efectos demostrados por Kulagina sólo pueden explicarse por la realidad de las capacidades paranormales.

No es así; hay toda una serie de posibles explicaciones. Puede leerse más al respecto en ésta página.

Las demostraciones de Kulagina en sí mismas no resultan muy convincentes. La presentción de James Hydrick del movimiento de objetos, incluso dentro de un cubo de vidrio, es mucho más interesante. Hydrick fue desenmascarado por los escépticos cuando se añadió control a su perfomance.

Hay razones suficientes para suponer que las historias sobre Kulagina ganaron peso gracias a aquellos científicos que declararon públicamente estar convencidos de la realidad de sus capacidades.

  1. ¿Cómo puede ser que Kulagina fuera examinada durante dos décadas por científicos y que ninguno notara el engaño?

En este argumento, que suele presentarse con frecuencia, en realidad se formulan simultáneamente dos afirmaciones: que Kulagina fue examinada por científicos y que ninguno de ellos advirtió el fraude. Cada una de estas afirmaciones es problemática, y si su interlocutor utiliza este argumento, entonces o bien está muy poco familiarizado con el material (en cuyo caso, antes de discutir, recomendaríamos informarse primero), o bien intenta inducirlo a error.

La frase que dice que los científicos estudiaron a Kulagina durante 20 años es extremadamente inexacta. Lo correcto sería decir que fue examinada en varias ocasiones durante los últimos veinte años de su vida. Hasta donde sabemos, las verificaciones no tuvieron un carácter sistemático.

Otra observación importante: en la gran mayoría de los casos, las investigaciones se realizaron en un entorno informal y sin cumplir los procedimientos necesarios que garantizaran el control y la recolección de datos estadísticos propios de un trabajo científico cuidadoso. Subrayemos que la cuestión no es si participaron científicos o no, sino cuán correctamente se plantearon los experimentos en sí. Afirmar que alguien fue examinado por personas que trabajan como científicos, en sí mismo, dice muy poco.

Y, por último, una serie de experimentos no tenía como objetivo comprobar las capacidades de Kulagina. En ellos, los experimentadores partían desde un inicio de la premisa de que ella poseía habilidades inusuales, y medían cosas completamente diferentes. A tales investigaciones no es correcto llamarlas comprobaciones de las capacidades de Kulagina, porque en realidad no hubo ninguna verificación. Puede leerse más sobre esto en la respuesta al argumento 15.

La segunda afirmación —que nadie notó el engaño— es sencillamente falsa. Varios científicos sostienen que, en efecto, lo notaron. Ivanitski relata que descubrió hilos y que Kulagina le dijo: “Ahora usted ya lo sabe todo”. Una comisión del VNIIM sorprendió a Kulagina utilizando imanes, algo que mencionó en repetidas ocasiones E. B. Aleksándrov, de lo cual se habló en el libro de Lvov Los fabricantes de milagros y que fue públicamente confirmado por los propios participantes del experimento, Skrynnikov y Studentsov. En una de las entrevistas, un gran partidario de Kulagina, el académico Yu. B. Kobzarev, admitió que durante el experimento con la desviación del láser varios observadores notaron los hilos.

 Por lo tanto, la verdadera pregunta debería hacerse de la siguiente manera: ¿por qué, de entre los científicos que no dudaban de las habilidades sobrenaturales de Kulagina, nadie se percató del engaño? 

Coincidamos en que, formulada de esta manera, la pregunta presenta muchas menos dificultades.

Finalmente, este argumento, que suele presentarse en forma de pregunta, presupone que solo existe una respuesta posible. ¿Cómo puede ser esto? De ninguna manera. Por lo tanto, Kulagina poseía habilidades paranormales.

Sin embargo, resulta completamente evidente que existen otras respuestas posibles a esta pregunta. Por ejemplo, que algunos científicos le creyeron a Kulagina y disminuyeron su enfoque crítico. A partir de las descripciones tanto de defensores como de opositores de la versión paranormal, concluimos que los experimentos generalmente se realizaron de manera incorrecta. El hecho de que algunos experimentadores no notaran nada no constituye un buen argumento (ver argumento 8).

La historia también presenta numerosos ejemplos (1, 2, 3) en los que «extrasensoriales», posteriormente desenmascarados con certeza como estafadores, engañaron hábilmente a científicos que se conformaron con protocolos arbitrarios.

Existe otra explicación aún más simple, a saber: los científicos no se tomaron estas verificaciones en serio. Es muy probable que muchos de los presentes en las presentaciones de Kulagina no consideraran en absoluto que estuvieran investigando a alguien, sino que simplemente observaban con curiosidad lo que sucedía. Cabe señalar que ningún científico publicó un artículo en una revista revisada por pares —ni entonces ni ahora— que describiera investigaciones controladas. Al mismo tiempo, las hipótesis de los científicos fueron exclusivamente materialistas, por lo que la objeción de que las publicaciones no habrían pasado la revisión por pares no puede aceptarse (ver argumento 4).

De esta manera, el argumento completo constituye un recurso polémico que confundirá a un interlocutor que no conozca los hechos, pero que al examinarse de cerca resulta completamente erróneo. Es necesario comprender que la afirmación de que las habilidades de Kulagina fueron sometidas a verificación científica y documentadas exitosamente en condiciones controladas es una narrativa que los defensores de la versión paranormal intentan vendernos. Sin embargo, no corresponde a la verdad.

 

  1. Ivanitski, Aleksándrov y la comisión del VNIIM son mentirosos.

Esto ni siquiera es un argumento, sino simplemente una afirmación sin fundamento. Los partidarios de la versión paranormal sostienen que Ivanitski, Aleksándrov y la comisión del VNIIM mienten. Sin embargo, no presentan ninguna prueba de ello. La única consideración que podría llevarnos a tratar la versión de la mentira con mayor benevolencia es el argumento 4.
Es reveladora la unilateralidad de este argumento. Por alguna razón debemos suponer que unos científicos mienten, pero otros no. Y resulta que honestos son únicamente aquellos que creyeron en las habilidades sobrenaturales de Kulagina.

  1. Los científicos mintieron para no renunciar a su visión habitual del mundo.

Este argumento contradice al argumento número 1, donde el científico aparece como un inquisitivo buscador de la verdad, incapaz de pasar por alto un engaño. Aquí, en cambio, el científico se presenta como un dogmático, ciego ante los hechos e incluso dispuesto a recurrir al engaño. Así, el argumento 1 utiliza el estereotipo del científico para dar peso a la historia, mientras que el argumento 3 utiliza el estereotipo del científico para desacreditar a los críticos.

El problema general de este tipo de argumentación consiste en que las personas se agrupan en conjuntos supuestamente homogéneos a los que se les atribuye una motivación común. Sin embargo, los científicos son personas muy diversas, con distintos niveles de competencia y que trabajan en diferentes áreas.

Los estereotipos sobre grandes grupos de personas, por lo general, resultan ser mitos. Del mismo modo, en los chistes suele atribuírsele rasgos de carácter a pueblos enteros. Atribuir motivaciones a cohortes de personas es siempre un argumento deficiente e intelectualmente débil, al menos porque es imposible de demostrar.

De otra forma, este argumento también se expresa del siguiente modo: el instituto de la ciencia materialista no permitió estudiar las capacidades extrasensoriales. Véase el argumento 16.

El argumento sobre la mentira es completamente insostenible y, desde nuestro punto de vista, no debería seguir siendo parte del discurso sobre la historia de Kulagina.


 

  1. La versión del hilo queda excluida por la campana de vidrio con la que se cubrían los objetos.

El público conoce sólo un video en el que los objetos sobre los que trabaja Kulagina son cubiertos con una campana de vidrio. En él se ve con total claridad que los objetos son cubiertos con la campana después de que ya se han movido. Esto en modo alguno excluye el uso de un hilo, si se adopta como hipótesis el método indicado en la respuesta al argumento 1.

Para excluir el uso de un hilo mediante la campana, habría que colocar los objetos sobre la mesa, poner la campana sobre ellos y sólo entonces invitar a la examinada a acercarse a la mesa. El hecho de que en el video no veamos esto demuestra una vez más la incapacidad de las personas que filmaban para realizar un estudio riguroso e imparcial. Tal ingenuidad pone en duda la fiabilidad de todas las demás demostraciones en esa cinta.

En realidad existe otro video, en el que Kulagina, en un restaurante a media luz, demuestra el movimiento de objetos bajo copas pequeñas; sin embargo, allí sólo vemos el movimiento de los objetos y no sabemos cuándo ni quién colocó las copas. Bien podría ser que las hubiera puesto la propia Kulagina, puesto que poco después ella misma las retira con bastante rapidez.

El argumento sobre la utilidad de la campana de vidrio en el video es completamente insostenible y, desde nuestro punto de vista, no debería seguir siendo parte del discurso sobre la historia de Kulagina. 

  1. Además de las copitas, sobre la mesa había un montón de fósforos, vertidos a la vista de todos. ¿Cómo se pueden fijar hilos a un montón de fósforos? Cada fósforo se movía de manera independiente dentro del montón.

No es necesario fijar hilos a los fósforos. En el video se ve claramente que los fósforos no se mueven por sí solos, sino que son empujados por otro objeto. Que los fósforos, al engancharse entre sí, realicen un “movimiento independiente” no resulta sorprendente. Un experimento simple en casa puede convencer al lector de que un montón de fósforos se comportará exactamente de la misma manera.

  1. ¡Vi con mis propios ojos el movimiento simultáneo de dos copitas!

Como se explicó en la respuesta al argumento 1, no hay necesidad de limitarse a un solo hilo. Se pueden utilizar varios hilos a la vez y lanzar varios nudos sobre la mesa. Suponemos que eso es precisamente lo que hacía Kulagina.

 

  1. Yo estuve presente en los experimentos con Kulagina y no vi ningún hilo.

Este argumento puede oírse en los documentales, y a veces en Internet aparecen personas que afirman haber sido participantes de los experimentos. En otra forma, el razonamiento de quienes estuvieron presentes en los experimentos suena así: “Por más que miramos, no vimos ningún hilo”. De manera similar sonó el argumento en el juicio cuando Kulagina demandó por difamación a un periodista.

Sin embargo, el argumento no resulta convincente. Cualquiera de nosotros, al asistir a la actuación de un ilusionista, probablemente no verá ni los hilos ni los movimientos secretos. En eso consiste precisamente el truco: lograr que nadie note nada. Una confianza tan grande en la propia atención no es una buena cualidad y conviene deshacerse de ella. Tal seguridad resulta especialmente preocupante cuando la expresa un científico. En teoría, un investigador profesional debería comprender que la certeza subjetiva no tiene ningún valor en el mundo de la ciencia.

Cuando se trata de las demostraciones de Kulagina, está claro que hay que saber dónde mirar y cuándo hacerlo. En la respuesta al argumento 8 llamamos la atención sobre los nudos que se observan en el video. La grabación ha estado disponible al público durante más de 20 años, pero hasta que la gente no supo dónde mirar, nadie notó los nudos. Cuánto más en una situación real, cuando nadie piensa en hilos.

Además, este argumento vuelve a resaltar la débil organización de los experimentos. El hecho de que fuera necesario fijarse tanto para intentar ver los hilos demuestra que no se trataba de un experimento en el que el fraude estuviera excluido por el propio diseño, sino más bien de una demostración libre. No eran investigaciones científicas, sino una especie de espectáculo, donde entre el “público” había personas de todo tipo, incluidos científicos. Espectáculos de este tipo se realizan con gran éxito en todo el mundo todos los días, en las presentaciones de los ilusionistas.

El argumento sobre la seguridad subjetiva de los participantes en los experimentos —de que no había hilos, imanes, ni engaños, o de que no fueron víctimas de un fraude— es completamente insostenible y, desde nuestro punto de vista, no debería seguir siendo parte del discurso sobre la historia de Kulagina.

  1. Kulagina a menudo demostraba sus habilidades en presencia de un gran número de personas y con una iluminación intensa. ¡En esas condiciones es imposible engañar!

Se trata de una afirmación infundada, que no tiene base alguna. Cada día, los ilusionistas de todo el mundo hacen exactamente eso: muestran sorprendentes trucos ante grandes grupos de personas y con iluminación brillante. Muchos magos trabajan no en un escenario, sino sentados a la mesa junto a sus espectadores. Ese género se llama “micromagia” y se diferencia de las ilusiones escénicas por su trabajo con objetos pequeños.

La intensidad de la iluminación, por sí sola, no tiene importancia. Lo que importa más es el color de la mesa y el color de la ropa que llevaba Kulagina durante el experimento. Es sobre ese fondo donde el hilo no debe ser visible. Y los nudos son cubiertos inmediatamente por los objetos y permanecen a la vista durante el mínimo tiempo posible. 

  1. Kulagina demostró varios efectos, por lo tanto, su explicación "fraudulenta" del movimiento a distancia  no significa nada.

Este razonamiento es frecuente y resulta particularmente extraño, ya que más que ningún otro habla en favor de la versión del simple fraude.

En primer lugar, la existencia de varios efectos de ningún modo invalida la explicación de uno de ellos.

En segundo lugar, muchos “psíquicos” disponen de varios trucos. El célebre Uri Geller, completamente desenmascarado sin dejar margen de duda, utilizaba principalmente cinco trucos: doblaba cucharas (supuestamente con el poder de la mente), hacía funcionar relojes viejos (supuestamente con el poder de la mente), reproducía un dibujo ajeno (supuestamente con el poder de la mente). Dos de estas demostraciones las realizaba de un par de maneras distintas; de ahí surgen los cinco trucos.

Que Kulagina no se limitara a un solo truco no resulta sorprendente: es típico y, además, conveniente. Si algo no funciona, siempre se puede intentar otra cosa y seguir siendo considerada una misteriosa psíquica.

Kulagina adquiría nuevas “habilidades” con bastante rapidez. Por ejemplo, aprendió a mover la aguja magnética de una brújula en el plazo de una semana, después de que L. L. Vasíliev le mostrara una película parapsicológica en la que otro “psíquico” hacía exactamente lo mismo. De ello habla con detalle V. Kulagin en el libro El fenómeno K.


En tercer lugar, la existencia de capacidades tan diversas es problemática. Y aunque los partidarios de lo paranormal encuentran enseguida distintas explicaciones asombrosas, desde un punto de vista estrictamente investigativo resulta muy difícil relacionar la capacidad de mover objetos con la de “ver” letras y cifras estando de espaldas, con la de influir en la aguja de una brújula, así como con la de “estructurar” el agua y desviar un rayo láser. No se trata simplemente de diferentes habilidades, sino de un conjunto de anomalías inconexas entre sí. Todo esto sugiere más bien una serie de trucos, antes que una hipótesis sobre capacidades inusuales del organismo humano. Además, varias de las demostraciones de Kulagina fueron también presentadas por otros “psíquicos”: telequinesis, velado de películas fotográficas, adivinación de letras y de números.

En cuarto lugar, entre esos varios efectos, al menos uno se explica con tal certeza como fraude (la lectura de carteles estando de espaldas a ellos) que pone en duda todas las demás “habilidades” de Kulagina. Una persona que engaña de manera tan evidente y descarada en un caso, atribuyéndose facultades paranormales, debe generar una desconfianza aún mayor en otros casos.

Al mismo tiempo, las personas que realizaron los experimentos y se dejaron engañar de modos tan evidentes también suscitan dudas respecto de su competencia investigativa.

Y, por último, en quinto lugar, toda una serie de efectos que Kulagina supuestamente demostró está pobremente documentada y se mezcla con leyendas, recordando más bien la típica mitificación que invariablemente rodea a este tipo de “milagreros”. En su libro El fenómeno “K”, el esposo de Kulagina le atribuyó prácticamente todas las capacidades imaginables e inimaginables, incluidas la curación de enfermedades y la estructuración del agua. Por supuesto, no se nos presentan pruebas de ello y, en el mejor de los casos, ese cúmulo de anomalías se basa en experimentos mal planteados y jamás verificados, realizados en el apartamento de Gulyaev y Kobzarev (véase el argumento 15). 

  1. Kúlaguina podía provocar quemaduras. ¿Cómo podía ser eso posible?

Hay efectos que están documentados en video, pero que resultan impresionantes solo en el contexto de las leyendas que los rodean.

Se afirma que Kúlaguina podía causar quemaduras en la mano de una persona simplemente tocándola. En los videos, sin embargo, vemos a personas que dicen que supuestamente “les arde”. Este efecto se explica fácilmente por sensaciones somáticas. Cuando a una persona se le dice que alguien puede producir quemaduras y luego ese alguien comienza a hacerlo, incluso si la persona mantiene una actitud escéptica, puede experimentar toda clase de sensaciones. No hay nada inusual en ello.

Sin embargo, el proceso mismo de la formación de la quemadura no se ve en ninguno de los videos. Todo eso queda fuera de cuadro. Tampoco vemos ningún experimento verdaderamente científico, ninguna medición de los procesos reales que ocurren en el organismo de la persona sobre la que actúa la psíquica. Tampoco se nos proporcionan datos sobre cuántas personas sintieron ardor y cuántas no. Tal vez en el video solo veamos un par de casos en los que alguien sintió algo, mientras que todos los demás no sintieron nada y no fueron incluidos en la filmación.

Y. B. Kobzariov afirma que al día siguiente aparecieron quemaduras reales en la mano de uno de los participantes del experimento. Sin embargo, Kobzariov no presentó ninguna prueba. En general, Kobzariov es fuente de todo tipo de historias sobre Kúlaguina, pero, como se muestra en el argumento 15, en lo referente a Kúlaguina no puede considerarse una fuente de información confiable.

  1. Kúlaguina podía quemar un hilo. ¿Cómo podía hacerlo?

Existe un episodio con un hilo en el que Kúlaguina supuestamente lo quema con fuerzas desconocidas. Hay varias maneras de lograrlo, incluso con la ayuda de ciertos productos químicos. Se puede aplicar una sustancia sobre el hilo y otra sobre las manos, y luego el contacto provoca una reacción química. También hay varios modos de obtener este efecto mediante destreza manual. En el video solo se muestra el resultado final; no vemos todo el proceso: qué tipo de hilo se usó, quién lo entregó, cuánto duró el experimento, si se vigiló constantemente a Kúlaguina, y así sucesivamente. Por eso, resulta difícil decir algo concreto.

  1. Kúlaguina hacía girar una aguja magnética. ¿Cómo podía hacerlo?

Según la comisión del VNIIM, descubrieron que Kúlaguina utilizaba imanes. Pero incluso lo que se ve en las grabaciones de video sugiere precisamente esa explicación. En el mismo video en el que Kúlaguina mueve objetos bajo una campana de vidrio, también mueve la aguja de una brújula. Al mismo tiempo, la brújula está colocada sobre un taburete que Kúlaguina tiene sobre las rodillas, y ella se inclina sobre la brújula con todo el cuerpo. La mujer pasa el pecho sobre la brújula, y la aguja se mueve inmediatamente. Los “investigadores” levantan el taburete por alguna razón, pero nadie revisa si la mujer lleva imanes bajo la ropa.

  1. Si Kúlaguina movía objetos con un hilo, ¿para qué necesitaba además imanes?

Tener varios trucos siempre es conveniente. Si no resulta posible usar hilos, siempre se puede mostrar al menos una brújula. En esencia, estamos ante dos trucos diferentes que solo parecen el mismo efecto vistos desde fuera. Los ilusionistas suelen usar este mismo recurso cuando se les pide repetir un número. En tales casos, cambiar el método es sumamente recomendable.

Pero hay otra posible razón. Según las descripciones de algunas demostraciones, Kúlaguina “se preparaba” utilizando una brújula. Si la aguja se movía, entonces procedía a actuar sobre otros objetos. Desde nuestro punto de vista, eso podía hacerse para desviar la atención. Los científicos, poco acostumbrados a pensar en cosas como hilos, se concentraban en los imanes y olvidaban todo lo demás. El resultado es evidente: la mayoría de los científicos elaboraban complejas hipótesis sobre liberaciones de histamina, cargas electromagnéticas y otros fenómenos exóticos, sin mencionar la solución más simple.

Continúa en la parte II 

 



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